Metro de Málaga

La ciudad subterránea cruza el río seco

La llegada del suburbano al centro de la ciudad tuvo una doble puesta de largo protocolaria en las dos nuevas estaciones. La aparición junto a la Antigua Casa de Guardia de Juanma Moreno activó una excursión al subsuelo que culminó con un viaje de las autoridades desde Atarazanas hasta Guadalmedina, que acogió los discursos

Inauguración de la ampliación del metro de Málaga hasta el Centro

Inauguración de la ampliación del metro de Málaga hasta el Centro / Álex Zea

Cristóbal G. Montilla

Cristóbal G. Montilla

Málaga ha encontrado al fin un nuevo tesoro bajo tierra. La ciudad subterránea ha cruzado el paradójico río seco que la parte en dos.El metro ya late en el centro de su corazón urbano, casi tres lustros después del inicio de las obras en la zona. La ‘fe de vida’ de la esperada ampliación de esta infraestructura la aportan las nuevas estaciones -abiertas desde este lunes por la noche- de Guadalmedina y Atarazanas. A esta última, cuando los relojes alargaban la sobremesa del primer día de la semana y corrían hacia las cinco de la tarde, llegó la comitiva de autoridades para anticiparse a la irrupción posterior de los viajeros reales. De repente, la bocana de acceso parecía el punto que conectaba el siglo XXI con las dos centurias anteriores a las que remiten las miasmas de la aledaña Antigua Casa de Guardia, una taberna que lo mismo atrajo en sus inicios a la Reina Isabel II que plasma con aires de eternidad la nostalgia por el vino de su tierra sentida por Pablo Picasso.

El cuarto de hora de retraso que terminó acumulando la llegada a este punto de la Alameda Principal del presidente andaluz, Juanma Moreno, coincidió con una notable concentración de curiosos alrededor de la estación que comparte apellido con el cercano mercado. La soledad inicial del vendedor callejero de almendras se disipó y, a su alrededor, se fueron agolpando viandantes para averiguar qué acontecimiento justificaba la presencia policial, la improvisada zona de acreditaciones y el trasiego de representantes institucionales.

Los ingredientes iban siendo de lo más variados. La camiseta futbolera blanquiazul de uno de estos curiosos recordaba que el Málaga iba a tener un partido crucial esa misma noche y a las mismas 21.00 horas en la que ya estaba permitido el uso del nuevo tramo del metro para los viajeros . También hubo quien apuraba con tranquilidad su helado mientras diseccionaba la solemnidad que se había apurado de una porción de calle tan céntrica.

De repente, el ‘aterrizaje’ de Juanma Moreno activó la previsible excursión al subsuelo y el guión confeccionado por el protocolo. El presidente andaluz sacó de su bolsillo un puñado de monedas para extraer de la máquina expendedora el primer billete de la historia de esta ampliación del servicio. Y el gesto pilló desprevenido a alguien de la comitiva: «No llevo nada suelto», masculló para sus adentros antes de comprobar que un billete era suficiente para que entraran todos los demás. Se trataba de construir la foto y de escenificar que en las nuevas instalaciones estaba todo listo para la puesta de largo: «Ha funcionado perfectamente», proclamó Juanma Moreno en cuanto el torno levantó su barrera y le permitió el acceso. Luego, el viaje de las autoridades entre Atarazanas, El Perchel y Guadalmedina continuó dándole vida al simulacro oficial.

Un lote de cuatro asientos era compartido por Moreno, el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, la consejera de Fomento, Marifrán Carazo, y el presidente de la Diputación, Francisco Salado. Y en el otro lateral ya no había pleno del PP sino un empate a dos entre socialistas y populares. Se veía cómo departían el delegado del Gobierno de España en Andalucía, Pedro Fernández, el subdelegado del Gobierno central en la provincia, Javier Salas, la delegada de la Junta en Málaga, Patricia Navarro, y el consejero de Turismo, Arturo Bernal. El vagón transitó sin abrirse entre las tres estaciones del nuevo tramo y en los andenes de El Perchel se produjo una coincidencia con los usuarios que bajaban como de costumbre de otros trenes. Y, cuando cambió su ubicación el maquinista, se corrió la voz de que el conductor se llamaba Juan Manuel. «Qué casualidad, un tocayo del presidente», se escuchó en uno de los comentarios.

La estampa protocolaria que ha dibujado esta inauguración del nuevo tramo hasta el centro también invita a una mirada pretérita. A un viaje al pasado que insinúa las vueltas que, en algo menos de una década, pueden dar la vida, la política o el propio suburbano. Con la nueva foto de rigor se ha refrescado la hipótesis de que los últimos pueden llegar a ser los primeros. Se da el caso, si se bucea en las hemerotecas, que la sonrisa estelar en modo año 2023 que esboza el presidente andaluz, Juanma Moreno, no tuvo un brillo tan natural en 2014, cuando se produjo la entrada en funcionamiento en la capital malagueña de este medio de transporte.

En aquel momento, Juanma Moreno estaba -como el metro en las recién estrenadas estaciones del centro días atrás- en periodo de pruebas. Estaba arrancando como nuevo presidente del PP andaluz y era senador por designación autonómica. De hecho, Moreno saca cabeza desde la segunda fila. El político malagueño acababa de bajar desde Madrid, como quién dice, para convertirse en el referente de la oposición al socialismo, en el sucesor de Javier Arenas que se batiría el cobre en los posteriores comicios andaluces de 2015 con Susana Díaz.

Precisamente, la primera línea de aquella instantánea fundacional la ocupaba la política trianera, quien ahora vuelve a hacer cierto camino tras sus derrotas externas e internas bajo las miradas incomodadas del PSOE oficialista.Eso sí, el lugar podría haberlo ocupado el ahora condenado a cárcel por los ERE José Antonio Griñán, quien antes de dejar la presidencia de la Junta en 2013 llegó a retratarse para la posteridad en los ensayos de los trenes del suburbano malagueño.

Al lado de Susana Díaz aparecía quien viene a ser el único que, de aquel tiempo a esta parte, permanece en la misma ‘pole position’ compartida. Y este no es otro que el alcalde de Málaga, el octogenario Paco de la Torre, mucho más integrado en la actual sintonía que le ofrecen el mandamás autonómico y la mayoría absoluta andaluza de su partido.

Presencias y ausencias

Todo lo que ha variado el ‘stablishment’ político desde 2014 hasta 2023 se percibe, a su vez, ante la existencia actual de una ministra socialista de Transportes, Raquel Sánchez, frente a la embajadora del Gobierno de Rajoy que vino aquella vez, Ana Pastor. Ahora bien, la actual ministra no acudió finalmente y el delegado del Gobierno en Andalucía, Pedro Sánchez, la excusó en los discursos atribuyéndolo a «un imprevisto de última hora». 

También salta a la vista la diferencia ideológica de las consejeras andaluzas de Fomento de una etapa y de otra.Cuando entró en funcionamiento el Metro de Málaga, el pacto existente entre el PSOE e Izquierda Unida -necesario tras la baldía victoria electoral en 2011 del PP de Javier Arenas- situó al frente de proyectos de esta envergadura a una representante de IU, la cordobesa Elena Cortés. En cambio, desde la irrupción del Gobierno andaluz del cambio en 2019, está a cargo de esta infraestructura la granadina vinculada a Antequera Marifrán Carazo, quien ha visto cómo se consumaba el hito en uno de sus ‘últimos bailes’ antes de centrarse en sus aspiraciones como candidata del PP a la alcaldía de la monumental ciudad nazarí. Moreno le dedicó un claro guiño en su intervención: «Consejera, trabajo cumplido, enhorabuena de corazón».

El cóctel de siglas regresó como un bumerán a esta nueva puesta de largo, que desplegó en la holgada estación de Guadalmedina  un verdadero salón de actos. En la primera fila se vio cómo intercambiaba algunas frases con los ediles populares Elisa Pérez de Siles y Carlos Conde el aspirante del PSOE a destronar a Paco de la Torre, un Dani Pérez que en aquel 2014 era el delegado provincial de Salud del Ejecutivo ‘susanista’. A día de hoy, el ‘alcaldable’ capitalino socialista sigue defendiendo que la llegada del metro al centro malagueño lo hizo posible el partido progresista y que «estos últimos cinco años el señor Moreno Bonilla y el PPandaluz no han hecho nada». De hecho, entre los representantes del PSOE no sentó precisamente bien el vídeo promocional en el que se desacreditaba la gestión de los anteriores gobiernos socialistas de la Junta al aludir a los retrasos de una obra sobre la que, según recordaba la voz en off, «se había instalado el desánimo».

Igualmente, en la comidilla política de esta puesta de largo estuvo a la orden del día «la reinauguración» de la estación de Guadalmedina, ya que en la frontera legal de la precampaña andaluza del 19J, poco antes de que se prohibieran las inauguraciones, Juanma Moreno llegó a abrir sus instalaciones un viernes por la tarde y se las mostró ya terminadas tanto a los medios de comunicación como a empresarios y colectivos locales.

Esta vez, Moreno no la usó como punto de entrada sino de salida. Y completó desde la pequeña estación ‘término’ de Atarazanas el trayecto que la separa de las amplísimas instalaciones de Guadalmedina.Al bajarse del simbólico tren, Moreno y los demás eran esperados por un nutrido público en el que saltaba a la vista, por el oportunismo de los aplausos, la mayoritaria presencia de políticos del PP. Algunos de ellos, como Paco de la Torre, con prisas porque tenían que coger un avión hacia París, para participar este martes en un acto vinculado a la candidatura malagueña de la Expo 2027.

Ahora que ya es una realidad, la primera -o la última de las dos estaciones nuevas, según el sentido en el que se llegue- casi mimetiza sus escaleras mecánicas con las del comercio gigantesco que tiene como vecino.

Al volver a la superficie ebria de asfalto, bajo la sombra de ElCorte Inglés, se multiplican las señales que ilustran todo lo que ha cambiado la ciudad a la que le cantaba el vigía de otra Málaga subterránea, Roberto el de Tabletom, con los versos de Juan Miguel González: «Río Guadalmedina, dónde jugué de chavea, y eso sí que eran pedreas, y canutos y almencinas...».