Crónicas de la ciudad

Frente de contenedores en la plaza de la Merced

La magia de las jacarandas en floración en este escenario del XIX queda cortada de raíz por una inoportuna formación de contenedores que, confiemos, sea sólo temporal

Frontal de contenedores, en el exterior de la plaza de la Merced, con las jacarandas en flor detrás.

Frontal de contenedores, en el exterior de la plaza de la Merced, con las jacarandas en flor detrás. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Aseguran los científicos que en el periodo de duermevela la creatividad se dispara, un truco que aprovecharon mentes creativas como Salvador Dalí o Edison para encarrilar sus proyectos.

También al despertar parece que todos los pensamientos están mucho más claros, de ahí que haya escritores que aprovechen las primeras horas del amanecer para ponerse con sus cuentos, ensayos y novelas. 

Jacarandas junto a la Alcazaba y el Teatro Romano, la semana pasada.

Jacarandas junto a la Alcazaba y el Teatro Romano, la semana pasada. / A.V.

En Málaga, la ‘aurora de rosados dedos’ de la que tanto hablaban los griegos, esa frontera entre la noche y los primeros albores sin duda potencia la belleza de la ciudad, especialmente la del Centro Histórico, con el atractivo de que todavía no ha sido invadido por la legión diaria de turistas y se puede disfrutar en relativa soledad, como cuando la ciudad no estaba de moda. 

Es en esos despertares del día cuando se puede apreciar a fondo, por ejemplo, la delicada huella de las jacarandas, que hermosean nuestras calles y monumentos con el manto de sus flores, por mucho que manchen

Por eso, si tienen ocasión acérquense sobre las 7.30 de la mañana a la calle Alcazabilla para disfrutar de una enorme jacaranda junto al Teatro Romano que extiende sus dones sobre las viejas piedras y hasta deja un discreto reguero sobre la calle peatonalizada. 

Flores sobre las viejas piedras del teatro.

Flores sobre las viejas piedras del teatro. / A.V.

Pero el mayor de los espectáculos lo encontrarán en la plaza de la Merced. Las copas de las jacarandas asoman por encima de un cartel con el templete de La Concepción, en el solar del Astoria que, tristemente, pronto será reurbanizado por unos cargos públicos alérgicos a las consultas ciudadanas y que en realidad nacieron para ser brillantes agentes inmobiliarios, como demuestran a diario. 

El templete de La Concepción, con un cielo de jacarandas.

El templete de La Concepción, con un cielo de jacarandas. / A.V.

El tapiz azul violeta de estos árboles de origen sudamericano casi cubre por completo la plaza y llega a los pies de la escultura de Pablo Ruiz Picasso que si hubiera permanecido más años en nuestra ciudad y hubiera sido contemporáneo de las jacarandas es muy posible que tuviera una ‘Época violeta’

Manto de flores junto a la escultura de Picasso.

Manto de flores junto a la escultura de Picasso. / A.V.

Lástima que la magia mañanera de estos árboles en conjunción con la plaza se pierda, precisamente, en el frontal más visto por los turistas, la parte sur de la plaza que es con la que se topan los visitantes que recorren calle Granada

Allí les aguarda una colección de contenedores de basura más que llamativa que arruina todo el encanto del conjunto. Confiemos en que todo se deba a algo temporal, pues una hilera parecida formaba guardia en el lateral del Astoria, con el cine aún en pie. En todo caso, hacen falta más contenedores soterrados en el entorno. Ánimo y al toro. 

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