Crónicas de la ciudad
Desvencijada bienvenida a la Alcazaba y Teatro Romano
El rótulo que anuncia los dos monumentos, procedente de una campaña de embellecimiento de Málaga de hace 60 años, merece una restauración por decoro
Aunque los vencedores de la Guerra Civil y posterior dictadura dejaron su impronta en el callejero de Málaga, el trabajo del gran archivero Rafael Bejarano Pérez ‘El callejero de 1939’, editado por el área de Cultura del Ayuntamiento en 2005, deja constancia de la labor de recuperación de un número ingente de nombres antiguos, populares o tradicionales de calles Málaga tras la guerra, de la mano de dos grandes expertos como Juan Temboury y Francisco Bejarano Robles, padre este del autor del libro y también archivero municipal.
Fue el mayor esfuerzo de este tipo desde 1887, con lo que se recuperaron nombres de calles como Compañía, Angosta del Carmen, Atarazanas, Martínez, calle Nueva, Puerta del Mar, Puerta Nueva o las plazas de San Francisco y del Obispo.
Precisamente hace unos días el académico de la Historia, San Telmo y Ciencias, Manuel Olmedo, compartía con el autor de estas líneas uno de los escritos originales con el listado de calles rescatadas del pasado.
Durante esas labores de elaboración del callejero de 1939 se pondrían de moda los rótulos con el alfabeto de cerámica verde y blanca que sería una estampa clásica a partir de esos años y durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX.
Recogió esta tradición de los rótulos de cerámica verde y blanca el plan de embellecimiento de Málaga llevado a cabo durante el el mandado del alcalde Francisco García Grana, entre 1958 y 1964.
Esta suerte de puesta de largo tras la larga posguerra, en los inicios de la Costa del Sol y con Torremolinos todavía como barrio de Málaga, hizo que la ciudad ganara el Primer Premio Nacional de Turismo.
Una de las novedades de esos años fue la llegada de nuevos rótulos para algunos de los principales monumentos, en la estela de los modelos de Temboury y Bejarano. Así, en la entrada turística a la Alcazaba se instaló un rótulo artístico de hierro forjado con el nombre ‘Alcazaba Teatro Romano’, acompañado de un termómetro gigante con el escudo de Málaga para pregonar nuestras buenas temperaturas.
Pues bien, 60 años después el termómetro pasó a mejor vida pero el rótulo permanece aunque no en su mejor estado revista. Con las letras de cerámica rotas y desvencijadas, hoy constituye un triste y descuidado símbolo de bienvenida a uno de los monumentos más visitados de Málaga.
Con cerca de mil millones de presupuesto, ¿nadie en el Ayuntamiento se anima a restaurar o cambiar por idénticas cerámicas este rótulo? Hasta se podía reproducir un termómetro. Ánimo.
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