Crónicas de la ciudad

Un 'coliseo romano' en el corazón de Málaga

En ocasiones, las nociones históricas de algunos de nuestros paisanos se acercan a los conocimientos de urbanidad y saber estar del increíble Hulk

Visita guiada en latín al Teatro Romano, organizada el mes pasado por la Sociedad Española de Estudios Clásicos.

Visita guiada en latín al Teatro Romano, organizada el mes pasado por la Sociedad Española de Estudios Clásicos. / A.V.

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Quizás como huella antropológica de nuestro pasado fenicio, tan afín al mercadeo, demasiados de nuestros políticos locales tienen la manía de ‘redondear’ los siglos que les vienen en gana, como si fueran céntimos de euro, para colgarle a Málaga el latiguillo de «ciudad trimilenaria». 

Por ahora, lo de los tres mil años es tan veraz como afirmar que los ingleses toman el té a las 4 de la tarde, hora de Londres

Pese a que lo hemos escuchado en tantas arengas turísticas y electorales, de momento la antigua ciudad de Málaga no alcanza a Cádiz en veteranía (que tampoco llega aún a trimilenaria). 

Según recordaba en este diario el arqueólogo del Museo de Málaga Eduardo García Alfonso, uno de los descubridores de la Tumba del Guerrero, las primeras evidencias de la ciudad de Malaka y mientras no se descubra algo más antiguo, se remontan a finales del siglo VII antes de Cristo, así que redondeando de forma un poco menos fantasiosa, aunque a Málaga la descubrieron como quien dice antes de ayer los fondos de inversión, los solteros despedidos y los cruceristas, en realidad ronda los 2.700 años.

Por fortuna, nuestros políticos no pasan ningún tipo de examen para ejercer su carrera pública, casi siempre a perpetuidad, algo que, de llevarse a cabo, probablemente haría bajar los índices patrios del famoso Informe Pisa, cuando menos en conocimientos sobre Historia de España

Pero si nuestros cargos públicos son el reflejo de la sociedad, entonces es que la Historia Antigua, en lo que respecta a Málaga, no se encuentra entre nuestras necesidades vitales. Ni siquiera si abandonamos los nebulosos tiempos fenicios y nos acercamos a épocas un poco más marmóreas: al Imperio Romano

Y así, hace unos días, en la plaza de la Constitución, una turista extranjera le preguntó a un operario municipal por el emplazamiento del «Coliseo romano» (sic). Atento, el trabajador del Ayuntamiento le dirigió en línea recta por calle Santa María y calle Císter hasta la calle Alcazabilla y le informó de que allí se toparía con el «Coliseo ». Lástima que no quede ni rastro de esa famosa estatua colosal del emperador Nerón que dio nombre al anfiteatro (de Roma) y que en su lugar la turista se topara con las ruinas mondas y lirondas de un teatro a secas.

Si alguna vez hubo gladiadores por la zona, acudirían como espectadores a ver una comedia. 

Recuerda este ‘Coliseo romano’ malaguita a lo que les dijo un cochero a dos turistas mientras pasaban por delante de nuestro Ayuntamiento: «¡El Parlamento!». Ya puestos, el Senado romano.

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