Emblemas y blasones malagueños

Blasón obispo Diego Ramírez Martínez

Este artístico blasón, queda localizado en el dintel de la bella portada que da acceso al palacio episcopal de la Plaza del Obispo, en la que el prelado Ramírez Martínez, durante su mandato, intervino con obras de ampliación

Palacio Episcopal

Palacio Episcopal / Antonio Lara Villodres

Antonio Lara Villodres

Antonio Lara Villodres

Diego Ramírez Martínez nació en Villaescusa de Haro, (Cuenca) el 7 de diciembre de 1459. Era hijo de Pedro Ramírez y de María Fernández Martínez, descendiente el primero de los Arellano de Navarra, Señores de Ayllón y emparentados con los Ramírez de la Piscina.

Desde muy joven, estuvo bajo la tutela de Gil Ramírez, su hermano mayor, quien fue arcediano de Cuenca, de quien recibió una profunda formación. Más tarde fue alumno brillante del colegio mayor de San Bartolomé de Salamanca. Se ordenó sacerdote en la ciudad de Jaén, más tarde fue arcediano de Olmedo y volvió posteriormente a Andalucía, al ser nombrado magistral de la Catedral de Jaén, dada su probada preparación teológica.

Tras ser conquistada Granada en 1492, fue nombrado por los Reyes Católicos deán de su iglesia y más tarde, de la de Sevilla.

El enlace de la hija de los Reyes Católicos con un representante de la Casa de Austria implicó sobre manera a nuestro personaje, ya que Diego se sintió siempre muy unido y agradecido a la familia real.

Acompañó a la infanta doña Juana (futura Juana I de Castilla) a su boda en Flandes con el príncipe y archiduque de Austria Felipe El Hermoso -hijo de Maximiliano I de Austria y de María de Borgoña- como capellán mayor, su confesor y consejero personal.

Años después, Diego Ramírez fundó el colegio mayor de Santiago el Zebedeo en Salamanca. Mas tarde fue designado obispo de Astorga en 1498. Durante cierto tiempo asistió espiritualmente a la reina doña Juana en su enfermedad mental, que tantos quebraderos de cabeza dio al Estado. En febrero de 1500 viajó de nuevo a Gante (Flandes), donde bautizó al hijo primogénito de la reina Juana, el futuro emperador Carlos V.

El 30 de diciembre de aquel mismo año fue designado obispo de Málaga y tomó posesión de la mitra de esta ciudad por poderes.

Real Colegiata de Santa María la Mayor de Antequera

Real Colegiata de Santa María la Mayor de Antequera / Wikipedia

A lo largo de su prelacía, que duró 18 años, se fundaron diferentes instituciones en nuestra ciudad como la Colegiata de Antequera, por la que sintió cierta predilección con apoyo real y bula del Papa Julio II, el 8 de febrero de 1503; el hospital de Santo Tomé, con los bienes y rentas que dejó donadas su fundador Diego García de Hinestrosa; la iglesia de San Agustín y el monasterio de Santa Clara en 1505. Además ordenó construir en la catedral nueva la capilla de San Gerónimo, protegió el hospital Real de Santa Catalina, instituyó la fiesta de San Luis y contribuyó a la fundación de la iglesia parroquial de los Santos Mártires.

Igualmente tiene en su haber, el iniciar las obras de construcción de la parte más antigua del primigenio palacio episcopal, cuyo edificio tuvo abierto una puerta de acceso a la calle de Santa María.

En 1514 se iniciaron los trabajos de construcción de la portada gótica de El Sagrario así como la continuación de los trabajos de la Catedral, que se hallaban paralizadas tras la muerte del anterior obispo Pedro de Toledo, en 1499, y que fueron financiados por la reina Juana.

Unos meses más tarde del siguiente año 1515, dio autorización para que se fundaran las capillas de Santa Bárbara, instituida por el beneficiado y canónigo de la catedral, Francisco del Pozo y la de Santa Lucía.

Todo ello bajo la tirantez de una discordia entre el obispado, presidido por Ramírez de Villaescusa y el cabildo Catedral, como consecuencia de la distribución de la economía que generaba los impuestos dedicados al efecto.

El Cabildo requería manejar aquel poder, para llevar a cabo obras de nueva fábrica, es decir, abandonar la mezquita mayor y crear una nueva iglesia, sin embargo, el obispo Ramírez, como era el autorizado a la distribución y manejo de la economía de la iglesia malagueña, siempre se oponía y anteponía otros objetivos, más bien personales, como era el de financiar el nuevo palacio episcopal.

Esta clara evidencia del poder otorgado por los Reyes a los primeros obispos fue durante muchos años causas de discrepancias entre ambos, Obispado y Cabildo, pues incluso se dio la paradoja de que el obispo Diego Ramírez, ya trasladado a su nueva sede de Cuenca, mantuvo el manejo de las fuentes económicas de financiación de la Catedral de Málaga.

Pero siguiendo la trayectoria y vida del segundo obispo de la mitra malagueña, hay que indicar que como primer pastor de la iglesia malacitana, mejoró los Estatutos y celebró sínodo diocesano y otros actos relevantes.

Dados los buenos servicios que dio a la corona, fue nombrado presidente de la Real Chancillería de Valladolid, cargo en el que estuvo por espacio de cinco años y marchó posteriormente a Roma -por haber caído en desgracia en época de Carlos V- a vivir junto a su amigo el Papa Adriano I, quien lo nombró embajador de la Santa Sede en las Cortes de París y Londres.

Cuatro años más tarde, en junio de 1518, el segundo obispo tras la conquista de Málaga fue promovido para la silla episcopal de Cuenca. Previamente la permutó por la de Málaga con el obispo cardenal César Riario.

Durante su mandato en aquella nueva sede episcopal, fundó en la ciudad de Salamanca el colegio mayor de Santiago, conocido por el Zebedeo.

Vivió en esta ciudad de Cuenca hasta su fallecimiento l 11 de agosto de 1537. Tras los servicios funerarios previstos para estas situaciones, fue enterrado en la misma capilla mayor de la Catedral de Cuenca donde a espalda de su puerta principal lucen sus armas.

Escudo del obispo Diego Ramírez.  | ARCHIVO TEMBOURY

Escudo del obispo Diego Ramírez. / ARCHIVO TEMBOURY

Descripción

Tenemos ante sí uno de los mejores blasones que se han podido conservar. Su minucioso trabajo de ejecución y belleza de líneas, nos hace valorarlo ciertamente quizás, como una de las dos mejores piezas heráldicas del siglo XVIII, que embellecen nuestros edificios más notables.

Las armas que blasonan el linaje Ramírez se distribuyen de la siguiente manera:

Partido: 1º, de plata, cuatro bandas de gules, otros llevan seis; y , de oro, un pino de sinople, terrasado de los mismo y un león de gules, siniestrado, linguado y alzado al tronco. Bordura de azur, cargada con ocho aspas de oro, y ocho veneras de plata alternadas.

Al timbre, capelo de sinople y borlas cayendo a un lado y a otro, del mismo color, símbolos de su dignidad episcopal. Rodea al conjunto, adornos de tipo vegetal.

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Este artístico blasón, queda localizado en el dintel de la bella portada que da acceso al palacio episcopal de la Plaza del Obispo, en la que el prelado Ramírez Martínez, durante su mandato, intervino con obras de ampliación.