Crónicas de la ciudad

El invernadero perdido de los Jardines de la Aurora

En los años 70, las obras de Prolongación de la Alameda acabaron con esta joya patrimonial, que trató de salvar en vano el incombustible Baltasar Peña

Fotografía del invernadero de Carlos Larios y Martínez de Tejada, en sus últimos tiempos.

Fotografía del invernadero de Carlos Larios y Martínez de Tejada, en sus últimos tiempos. / Archivo Municipal de Málaga

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

El próximo sábado esta sección se detendrá, un año más, en el (vejado) homenaje a Picasso que el escultor malagueño Miguel Ortiz Berrocal le dedicó en vida y que se encuentra olvidado en los Jardines de Picasso. 

Pero en esta semana en la que se conmemora el nacimiento en nuestra ciudad del pintor más importante del siglo XX, nos detenemos un par de días antes en los que fueron los Jardines de la fábrica de tejidos de La Aurora, para contar una historia poco conocida, que tuvo lugar en la primera mitad de los 70, en plenas labores del Instituto Nacional de Urbanización, dependiente del Ministerio de la Vivienda, encargado de echar abajo medio barrio del Perchel para llevar a cabo la Prolongación de la Alameda y los nuevos barrios adyacentes. 

Como saben, en esta operación se preservó una parte de los Jardines de la Aurora pero no tuvo la misma suerte uno de sus elementos más emblemáticos: un enorme invernadero de hierro y cristal, con una cupulita central que recordaba bastante al de los Jardines de San José de la familia Heredia aunque el primero, recuerdan algunos testigos, era más grande. 

Un funcionario que participó en esta gran operación urbanística recuerda cómo, consciente de la valía patrimonial, el expresidente de la Diputación y académico de San Telmo, Baltasar Peña, trató de salvar el invernadero para que perviviera un trozo de Historia de Málaga, en este caso vinculado a la familia Larios y en concreto al dueño de La Aurora, Carlos Larios y Martínez de Tejada, el marqués de Guadiaro.  

No es tradición única del siglo XXI la de disfrutar en Málaga (y España) de un elenco de responsables públicos que habrían sido brillantes gestores inmobiliarios si no les hubiera llamado la política. En aquel arranque de los 70 don Baltasar se dio de bruces con cargos poco interesados en las cosas viejas pero con la sensibilidad inmobiliaria a flor de piel.  

El caso es que no estaba previsto salvar ningún invernadero, por muy de los Larios que fuera y el contratista a cargo de la operación lo derribó sin ningún cargo de conciencia.

En el Archivo Municipal hay una foto de la preciosa construcción, ya en sus últimos tiempos. Además, gracias a Gustavo Sánchez, que ha recuperado y digitalizado la valiosísima colección fotográfica de su antepasado Vicente Tolosa, gerente de los Larios, se conserva una foto fechada en 1905, en la que un grupo de jóvenes posa en el interior de este fastuoso invernadero por el que asoman costillas de Adán. Hace cosa de medio siglo fue demolido por la fuerza bruta.

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