Educación

«Lo que más miedo me da es lo que puedan ver mis hijos en el móvil»

 Una de las madres que forman parte del movimiento Adolescencia libre de móviles explica su experiencia, muy parecida a la de muchas otras familias. La dependencia, los malos hábitos horarios y los peligros de estar expuestos a un torrente de información sin filtrar son algunas de sus preocupaciones

Ante una regulación de la edad de acceso, el profesor de la UMA Enrique Sánchez apunta que es más importante tener en cuenta la edad madurativa que la biológica

Las familias que reclaman que se regule el uso de los móviles quieren acabar con la presión social que empuja a dárselo cada vez antes y advierten de que la gravedad de sus efectos va en aumento

Los menores cada vez pasan más horas enganchados al móvil, afectando incluso a la calidad del sueño.

Los menores cada vez pasan más horas enganchados al móvil, afectando incluso a la calidad del sueño. / Eduardo Parra (E. P.)

Eugenia tiene cuatro hijos de 22, 18 y 11 años y ha visto cómo ha cambiado el uso del móvil desde que puso el primer aparato en manos de la mayor. Las redes sociales y todo lo que conllevan o el fácil acceso a contenido inadecuado le preocupan ahora mucho más. Aunque no ha tenido problemas graves, sí se ha visto obligada a denunciar ante la policía una situación desagradable. Esta malagueña es una de las madres que se han adherido al movimiento Adolescencia libre de móviles, con el que espera que las cosas empiecen a cambiar. Que haya una regulación de los móviles para los menores y que las familias se sientan más respaldadas.

«Lo que yo te puedo contar es que he visto un salto desde la mayor a la mediana y con los pequeños ya es un mundo aparte», explica Eugenia Cañete. Cuando le dio el móvil a su hija mayor a los 13 años no era consciente de los peligros que podía conllevar.

En aquel momento, además, las redes sociales no tenían tanto protagonismo y la niña no abusaba del teléfono. Sin embargo, con la siguiente ya vio un cambio «abismal». En este caso su hija fue, junto a otra amiga, la última de la clase en tener móvil a los 13 años y como madre Eugenia sintió esa presión social que ahora cree que se ha adelantado hasta los 12 años.

Familias unidas

Precisamente, este es uno de los objetivos que persigue el movimiento Adolescencia libre de móviles, surgido en un grupo de WhatsApp en Cataluña y que se está extendiendo de forma rápida por toda España, incluidas Málaga y otras provincias andaluzas.

En el grupo malagueño ya hay unas 1.200 familias de todo tipo. En el manifiesto que han redactado defienden «hablar con otras familias sobre nuestra iniciativa, nuestro punto de vista, para estar unidas en esto y sentir que realmente se trata de cada vez más personas responsables y conscientes que quieren cuidar a sus hijos».

Por ello se está intercambiando información a través de un grupo de Telegram, han celebrado ya una reunión presencial en Málaga y preparan la siguiente.

Que los adolescentes no tengan dependencia del móvil como le ocurre a una de las hijas de Eugenia, igual que a otros muchos, es uno de los objetivos a conseguir.

Para ejemplificar la dimensión del problema, esta madre comenta como cambian los horarios: «Mi hija no tiene un horario normal porque no le he quitado el móvil de noche. Son niños que se acuestan a las dos de la mañana y se levantan a las siete y después duermen de día».

Con el tema de las redes sociales, una de sus hijas tuvo un problema que les llevó a denunciar a la policía. Un adulto colgó en su cuenta de una red social un vídeo de su hija menor de edad mofándose de ella. Aunque el tema se solucionó pronto, les hizo ser más conscientes de lo que puede llegar a pasar.

No obstante, lo que más preocupa a Eugenia es la credibilidad que sus hijos dan a todo lo que les llega a través de las redes sociales e internet. «La adicción, la dependencia, me preocupan, pero lo que más es lo que puedan ver, lo que les entra por los dispositivos. Es lo que más miedo me da», admite.

Con sus hijos pequeños, dos mellizos que ahora tienen 11 años, Eugenia tiene claro que retrasará el momento de que tengan móvil. Saben que no lo tendrán en 1º de la ESO porque sus hermanas tampoco lo tuvieron, pero probablemente tampoco a los 13.

«Sobre todo les voy a hacer un acompañamiento que no hice con las otras. Me parece importantísimo. No voy a hacerme experta en redes sociales pero sí un poco», afirma. Además, tiene claro que aunque sus hijos no tengan móvil los tiene que formar porque sus amigos sí pueden tenerlo.

Aunque esta malagueña opina que cada familia es un mundo, cree que a partir de los 14 años, y de forma muy controlada, se puede empezar a introducir el móvil en la vida de los menores. Y hasta los 16 no daría luz verde total.

Para Eugenia Cañete uno de los objetivos del movimiento Adolescencia libre de móviles, que se regule por ley, «sería algo fantástico» y confía en que las familias se unan. «Me encuentro muchas veces en una pelea contra el mundo. En mi cole somos seis o siete madres las que estamos así y las demás te miran rara. Deberíamos recapacitar, pararnos un poco», concluye.

Unos alumnos consultan sus móviles en clase.

Unos alumnos consultan sus móviles en clase. / ALBERT BERTRAN

Atención a la edad madurativa

Retrasar el momento de dar el móvil a un menor de edad también es una buena idea para el profesor de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UMA Enrique Sánchez. Aunque hace hincapié en que lo que hay que retrasar es el momento de darles libertad absoluta y defiende que todo depende de la madurez.

«No es una cuestión de edad biológica sino de edad madurativa», afirma al tiempo que aboga por introducir el móvil poco a poco y desde el punto de vista educativo y supervisado por la familia.

En cuanto al uso en las aulas, pese a ser consciente de que los principales problemas con los móviles se dan en Secundaria, este profesor de Tecnologías de la Comunicación y la Información Aplicadas a la Educación cree que sí se puede usar como herramienta educativa y formativa desde los 12 años.

Además, recomienda a los padres, más que estar súper formados a nivel técnico, llegar a consensos y acuerdos con sus hijos: «Hay que buscar fórmulas para establecer límites para que no sea una prohibición, porque cuando prohíbes algo lo estás haciendo más atractivo para cierta edad».

Por último, Enrique Sánchez también insta a que familias y escuela formen equipo para abordar el uso del móvil, lo que requeriría más comunicación entre ambas partes en Secundaria, como sí ocurre en Primaria.

Suscríbete para seguir leyendo