Historias de Málaga

Málaga y el cable submarino de la empresa Italcable

Por contar con una situación geográfica privilegiada Málaga fue la ciudad elegida por la compañía Italiana para la conexión telegráfica con América mediante un cable submarino

Miembros de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), con sede en Italcable, en 2018.

Miembros de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA), con sede en Italcable, en 2018. / Gregorio Torres

Antonio Lara Villodres

Antonio Lara Villodres

Muchos malagueños, a su paso por las cercanías de la iglesia de Santo Domingo, se habrán preguntado alguna vez, al contemplar una extraña casa adjunta a la actual sede de la Cofradía de Mena: ¿Quién construyó este edificio y para qué?

Efectivamente, el inmueble, hace muchos años, fue construido por Ital-cable, empresa italiana especialista en comunicaciones, que se asentó en nuestra ciudad para llevar a cabo uno de sus mayores proyectos, que dentro de poco cumplirá cien años.

Pero para mayor memoria de los lectores, iremos paso a paso desgranando la historia de este inmueble y para ello nos remontaremos a los orígenes de esta empresa.

La empresa de comunicaciones italiana Ital-cable (Servizi Cablografíci) fue fundada el día 9 de agosto de 1921, gracias a los desvelos del ingeniero italiano Giovanni Carossio, quien llevaba cierto tiempo operando en el campo de las comunicaciones.

El ingeniero era consciente de la gran repercusión que podría tener en un futuro la creación del primer cable submarino transatlántico que uniera un continente con otro. Por eso propuso al Gobierno italiano su intervención y fue nombrado portavoz de la iniciativa.

Pero para esta magna obra, se requería de una gran inversión. En este sentido, el ingeniero Carossio contó con el aporte financiero de gran parte de los ciudadanos italianos emigrados a Argentina, quienes ofrecieron un capital inicial de 200 millones de liras.

Exposición del escultor Miguel Ortiz Berrocal en la sala de Italcable en 2000.

Exposición del escultor Miguel Ortiz Berrocal en la sala de Italcable en 2000. / Albiñana

Estudios previos al proyecto indicaron que el sur de España (Málaga) podría ser el lugar idóneo, por su privilegiada situación geográfica, para el amarre del cable submarino y desde allí, dirigirlo hacia el lugar dispuesto.

Conversaciones a nivel político en años posteriores, entre los dos gobiernos italiano y argentino posibilitaron igualmente la intervención de capital español.

El proyecto una vez que tomó forma pasó a desarrollarse. El cable submarino enlazaría primeramente la ciudad italiana de Anzio con Málaga y ésta con los Estados Unidos. Muy posiblemente se ampliaría su emplazamiento al sur del continente americano, después Roma con Grecia y de esta forma, quedaría unido totalmente el mundo civilizado.

Comienzan los trabajos

A mediados del mes de mayo de 1924, la empresa italiana, con la autorización del Directorio de Primo de Rivera, inició los trabajos para la instalación del cable submarino. El lugar escogido para construir la caseta de amarre fue la playa de San Andrés y el de la sala de teletipos y oficinas, en la desaparecida calle de Santa Rosa.

Finalizados los trabajos de instalación del cable y el enterramiento mediante fosas al pie de la playa, de la que existen imágenes fotográficas, se propuso la inauguración para el mes de marzo del año siguiente.

Alfonso XIII en el edificio de Italcable de Málaga se comunica con el aviador Ramón Franco tras su llegada a Buenos Aires en el Plus Ultra en 1926.

Alfonso XIII en el edificio de Italcable de Málaga se comunica con el aviador Ramón Franco tras su llegada a Buenos Aires en el Plus Ultra en 1926. / Archivo fotográfico UMA

Málaga-Roma-Nueva York

Llegado el 16 marzo de 1925, se inauguró el cable submarino entre Málaga, Roma y Nueva York. Para el evento, el Ayuntamiento de Málaga invitó a un almuerzo en el Hotel Regina a una serie de destacadas personalidades, entre ellas al embajador de Italia en España, señor Paulocci di Calboli; al presidente interino del Directorio, marqués de Magaz; al representante de la Compañía Ital–Cable en España, señor Víctor Pandueri y al delegado de Hacienda.

Otros asistentes invitados a los actos fueron José Gálvez Ginachero, alcalde de Málaga; el obispo de la ciudad, don Manuel González; el conde de Guadalhorce; el director de ABC, don Torcuato Luca de Tena; el presidente de la Diputación, Luis Peralta Bundsen; el cónsul de Italia, periodistas y redactores de los periódicos locales así como numeroso público expectante.

A la una del mediodía se inició el banquete en el que se dieron breves discursos entre ellos el del alcalde Málaga, quien se felicitaba del buen hacer de la compañía italiana por haber escogido nuestra tierra como punto de amarre del primer cable submarino que enlazaba Italia y América.

Tras el alcalde, tomaron la palabra el presidente del Directorio y el embajador de Italia respectivamente, quienes agradecieron al alcalde el recibimiento.

Después del almuerzo, la comitiva e invitados marcharon en automóvil hacia la calle Santa Rosa, donde se encontraban las oficinas y la sala de transmisiones. A su puerta fueron recibidos por el director técnico de la Central de Málaga, Mr. Harlhy y todo el personal.

Montaje de fotos con el edificio de Italcable en 1974 y el cartel de 'Se vende' y a la derecha en la actualidad, 2024.

Montaje de fotos con el edificio de Italcable en 1974 y el cartel de 'Se vende' y a la derecha en la actualidad, 2024. / Archivo fotográfico UMA/Antonio Lara

El primer telegrama

El director mostró a las autoridades el funcionamiento de los aparatos con la recepción y transmisión de telegramas. A las tres y media de la tarde, se recibió el primer despacho, emitido por el presidente de los Estados Unidos y dirigido al rey de Italia. El texto decía así:

«La apertura del primer lazo de unión por cable entre los Estados Unidos e Italia me proporciona la agradabilísima oportunidad de enviar a S.M. mis mayores deseos porque este nuevo lazo cablegráfico entre ambos países nos permitan cooperar eficazmente a los mutuos intereses y ello será el mejor conductor para las rápidas comunicaciones entre dichos países».

Más tarde, se sucedieron una serie de envíos telegráficos entre el monarca italiano y el de España, Alfonso XIII, y luego entre el jefe del Estado italiano Mussolini y el general Primo de Rivera. Posteriormente, los invitados y autoridades se desplazaron a la playa de San Andrés donde el ingeniero Harlhy explicó a los asistentes el funcionamiento de la caseta de amarre, situada al pie de la playa.

Los actos de aquel día histórico y memorable para Málaga finalizaron brillantemente tras ser despedido en la estación de ferrocarriles el representante del Directorio.

Dos años más tarde, se pudo extender otro cable submarino desde Italia a Barcelona y Málaga y poco tiempo después, en 1930, se consiguió enlazar a la isla de Las Palmas con Bélgica.

A lo largo de su vida centenaria, la empresa tuvo dos episodios que quedaron reflejados en ella.

Uno fue el ocurrido en plena Guerra Civil, cuando Málaga estaba bajo dominio republicano, y algunos dirigentes radicales propusieron el derribo de la caseta de la playa y con ello la destrucción de las comunicaciones mediante el cable.

Según parece, algunos dirigentes políticos, con gran sentido común, propusieron a estos grupos que la caseta fuera respetada. Y el otro episodio ocurrió a lo largo de la Segunda Guerra Mundial, cuando una misión militar británica encubierta accedió a esta caseta y en una acción rápida de comando, cortaron las comunicaciones por lo que quedaron suspendidas.

Tras la victoria de los aliados en Europa, las comunicaciones fueron de nuevo restablecidas. Sobre este hecho pocas referencias existen, dadas sus características y el momento que vivía nuestro país por aquellos días.

Red de cableado submarino mundial de 1901

Red de cableado submarino mundial de 1901. / Wikipedia

La empresa de telégrafos italiana Ital-cable, cerró sus puertas en 1970, a raíz de encontrarse en los terrenos del barrio del Perchel sometidos a una reordenación urbanística. Durante años el edificio fue usado como museo y en la actualidad una parte es usada por la Congregación de Mena y la otra por la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA).