La cita es a las cinco de la tarde en La Rosaleda. Un cuarto de hora después, tres redactores y un fotógrafo de La Opinión accedemos al búnker del estadio de Martiricos. Allí aguarda Abdullah Ghubn. Está en su despacho, en la ardua tarea de componer el mejor club posible. El recibidor es amplio y tan bonito como sencillo. No hay lujos y sí mucho gusto en la decoración. Mármoles oscuros y un sofá de piel blanco de tres plazas, junto a dos sillones del mismo tono. Una gran mesa de cristal distribuye los asientos. Ghubn preside. Viste elegante, traje oscuro, camisa celeste y corbata granate. Reloj en la muñeca izquierda. El vicepresidente saluda y habla tranquilo. Sabe que controla y domina la situación. A pesar de sus 31 años. Habla con una seguridad pasmosa y aplastante, como si creara doctrina. Lo que impresiona es su fuerza, su convencimiento en lo que transmite. Habla de un Málaga grande, de una Academia que no sólo forme a futbolistas, también hombres de provecho, de futuro, de libros. Y que los chicos lleguen a Málaga de cualquier parte de Europa. Quizá, pronto, también del mundo. Como él.

Nació en Jordania y se crió «desde muy pequeño» -insiste- en Catar. Ve menos de lo que desearía a sus padres y tiene cuatro hermanos y cinco hermanas repartidos por el globo. Tres de ellos son médicos. Pero también uno trabaja en Naciones Unidas. Y la pequeña, de 20 años, estudia Artes Gráficas. Cuando la nombra se le iluminan los ojos. Es su ojito derecho. Como este Málaga. «La gente me dice por la calle que fiche a Iniesta», vuelve a sonreír cuando la conversación casi llega a las dos horas de duración y pierde ya su pose habitual.

Su trato cómplice con Víctor Varela, responsable de comunicación del club, le permite encontrar las palabras exactas. A veces, para darle la vuelta a la pregunta formulada. Otras, para ir, poco a poco, a su terreno. El de la ilusión. Pero también el de los hechos. A su espalda lucen seis banderas: Unesco, Andalucía, España, Málaga y Málaga CF. En su despacho, de fondo, se oye la televisión. Está sintonizada Marca TV, un partido de fútbol. El fútbol es su pasión y lo impregna todo. ¿Qué hace cuando está fuera de La Rosaleda, cuando llega a casa?, le cuestionamos. «Hasta en sueños pienso en el Málaga», responde.

Paella, cecina y tejas

Le encanta la paella y la cecina. Escucha música clásica del compositor Pietro Andrea Ziani cuando conduce uno de sus coches y se mueve por una ciudad que le ha conquistado, «sobre todo por su gente». También oye a Enya. Aunque tiene otra vertiente y también tiene cedés con música pop y rock actual, tanto de Estados Unidos como de Europa. Su postre favorito aquí en Málaga son las tejas, las devora. Aunque le gusta, tiene poco tiempo para hacer deporte, y admite que cuando puede sale a correr, a hacer algo de running. Practica tenis de mesa o billar, para desconectar.

¿Saben cuánto dinero en efectivo llevaba ayer encima Abdullah Ghubn...? Se le preguntó y, tras volver a reír, ni corto ni perezoso, se sacó la cartera del bolsillo. No dudó. La abrió y llevaba exactamente 235 euros. Cuatro billetes de 50, uno de 20, otro de 10 y uno de 5. Más riyales de Catar, la moneda de su país. «Te puedo invitar a cenar», me dijo. Yo, no les miento, pensaba que un hombre de su posición quizá presumiera de ir con más dinero en metálico. Pero Ghubn no es ni ostentoso ni, lo más importante, hace gala de ello. Pertenece a un conglomerado empresarial, con sede en Doha y aristas por medio mundo, pero su mente y su corazón están en Málaga, en una sociedad de sentimientos, pasión y amor como es el Málaga CF.