No es casualidad que el Málaga CF esté encaramado en lo alto de la clasificación, impoluto de derrotas, sin lamentar más daños que el paso de las jornadas y con la sensación de estar un peldaño por encima de sus rivales, al menos a los que hasta ahora se ha medido. El equipo de Muñiz es un reloj. Se muestra eficiente, puntual a su cita semanal y casi perfecto a la hora de ejecutar su modus operandi. Y fruto de ello, en una categoría tan igualada y loca por momentos, no es extraño ya verlo en lo alto de la clasificación, con cuatro victorias en cuatro partidos. O lo que es lo mismo, convertir en rutina el ganar.

Desde luego que hay licencia para soñar en el malaguismo después de este arranque fulgurante. Y lo mejor es que no parece que el soplo blanquiazul sea un viento pasajero ni efímero para permanecer en los puesto nobles de esta Liga 123. Ya sabíamos que había equipo y ayer también se demostró que hay plantilla. Porque el partido contra el Tenerife escondía más problemas de los esperados. Las bajas de Munir, N´Diaye y Pacheco no tenían fácil solución. Incluso Renato, titularísimo, se cayó minutos antes de arrancar. Pero el Málaga trabajó como un bloque solidario para volver a salir airoso y para llevar el triunfo, aunque fuera por la mínima.

Y lo más curioso es que lo hace con cierta suficiencia, aunque el marcador dictamine que es un resultado apretado. El Málaga, cuando se lo propone, no le cuesta llegar a la meta rival. Y mantiene su portería férrea e imperturbable con cierta facilidad, salvo acciones puntuales. Sólo ha encajado un gol en cuatro partidos, lo que habla bastante bien del trabajo defensivo. Pero sólo ha marcado también cinco goles, lo suficiente para ganar.

¿Entonces, ante la solvencia con la que está sacando adelante los partidos este Málaga, se le debe exigir más? La pregunta es seria porque el equipo de Muñiz domina, somete a sus rivales e incluso los lleva al terreno en el que más cómodo se mueve. Cuando marca, se olvida de atacar y centra todos sus esfuerzos en no encajar, en lugar de ir a buscar el segundo. Y eso puede suponer un problema en el futuro, contra rivales de más pedigrí o con aspirantes al ascenso.

Ayer, al menos, no lo fue. Y buena parte de culpa también la encuentra en los chispazos de calidad de sus individualidades, que acaban desequilibrando y resolviendo. Si en Almería fue Harper, ayer volvió a ser Ontiveros el que desparramó su clase. El malagueño es pura magia cuando quiere. Y ayer quiso. Completó una primera parte primorosa, liderando el equipo que se movía al ritmo que el extremo imponía. Y eso que de salida era carne de banquillo. Pero la lesión de Renato en el calentamiento le dio la alternativa. Sin duda que la aprovechó porque en una de sus muchas intervenciones dio un pase al hueco a Gustavo Blanco, que todo lo que tiene de grande lo tiene de inteligente. El argentino se desmarcó, se plantó delante de Dani y le cruzó el balón con la maestría de los killers (35´). Otra vez gol partita. Otra vez la conexión «Onti»-Blanco daba los tres puntos, como contra le Alcorcón.

Antes del tanto que a la postre decidiría el partido, el Málaga dominó y sometió al Tenerife, que no sabía si estaba Munir o si Kieszek seguía siendo el portero del Córdoba. Harper probó fortuna, Pau también e incluso Ontiveros de lejos. Después del gol, el Málaga se volvió conservador y especulador.

Así se fue al descanso y regresó por los mismos derroteros. No había interés en jugar ni en marcar, sólo en ganar y sumar. El Tenerife, de salida, metió algo de miedo. Subió un peldaño su presión y arañó a la zaga malaguista. Aunque sin tener que lamentar daños.

Pero en el carrusel de cambios, el Málaga se distrajo. Perdió la perspectiva y a punto estuvo de costarle los puntos. Porque Suso hizo una internada por la derecha, recortó hacia adentro, disparó y el balón se estrelló en el palo. Fue la más clara de los chicharreros. Y un aviso serio de que tocaba espabilar.

Y el Málaga lo hizo. Entró Hicham y tuvo un par de acciones de peligro. En una casi marca (88´), pero no hubo remache malaguista y hubo que apretar en los minutos finales.

Al final se consiguió mantener el 1-0 de Blanco. Otro triunfo que suma ya 12 puntos de 12 posibles. Un comienzo abrumador que pocos esperaban. Próxima parada, Copa del Rey y después la visita del Córdoba en La Rosaleda. ¡Que el ritmo no pare!