Crónica de Marbella

Los misterios de Santiago

Los establecimientos regentados por Santiago en Marbella fueron el punto de encuentro de todas las personalidades del mundo del cine, el espectáculo, la literatura, la política, la cultura y la sociedad en general

Santiago en la cocina de uno de sus locales.

Santiago en la cocina de uno de sus locales. / L.O.

Francisco Moyano

Francisco Moyano

Seguir la trayectoria, larga y exitosa, del restaurador Santiago Domínguez, es tanto como recorrer el desarrollo de la ciudad de Marbella como potencia y marca turística. Desde la mediación de los años cincuenta del pasado siglo, Santiago (no necesita el apellido) ha sido testigo privilegiado y actor de esa evolución.

Burgalés de nacimiento, muy pronto se trasladó a Madrid y posteriormente vivió en Londres, aprendiendo inglés, idioma que domina junto a otros como el alemán y el sueco. Su primera venida a Marbella, junto a su hermano Lorenzo, es a mitad de los cincuenta para encargarse del balneario «Miramar», que en la zona de la playa cercana al muelle de piedra y la escuela del pósito de pescadores (actualmente la ubicación del Puerto Deportivo Virgen del Carmen), había abierto Antonio Hinojosa. Se dice frecuentemente que fue el primero de Marbella con esas características, pero realmente lo había sido el balneario «Costabella», de Marino Villar, asociado con el veterinario Bartolomé Pérez-Lanzac.

Los hermanos Domínguez regresaron a Madrid, pero volvieron en 1957 y aquí se quedaron definitivamente. Lorenzo abrió un restaurante en San Pedro Alcántara y Santiago, cuando el «Miramar» fue expropiado para la construcción del Paseo Marítimo, abrió una marisquería en la calle Antonio Belón, en 1964. Ocho años después se trasladó al Paseo Marítimo.

Primero en el balneario y después en la marisquería, Santiago era la esencia del negocio, innovador (como la instalación del primer grifo de cerveza de la zona) y viajando a Málaga todas las madrugadas para traer los mejores productos. Los establecimientos regentados por Santiago fueron el punto de encuentro de todas las personalidades del mundo del cine, el espectáculo, la literatura, la política, la cultura y la sociedad en general. Vivió en primera persona el boom de las suecas, real a pesar de que muchas veces se tiña de matices propiamente de la mitología. Santiago sucumbió de lleno al fenómeno. Desde Marbella, con frecuentes oportunidades y ofertas para trasladarse a otras zonas del planeta, Santiago forjó una carrera prestigiosa y globalmente exitosa a pesar de haberse arruinado varias veces.

Un atractivo de su restaurante siempre fue la bodega, con algunas botellas únicas y, en muchos aspectos, lo más parecido a un museo. En torno a su famosa marisquería fue creando otras ofertas, como La Taberna de Santiago, especializada en tapas. Al margen de la restauración, también abrió una tienda de objetos artísticos y joyas relacionados con la obra creativa de Salvador Dalí.

A lo largo de su vida ha recibido innumerables distinciones y dos en concreto vinieron a solemnizar su condición elegida de marbellense: la Medalla de la Ciudad y la distinción de Hijo Adoptivo de Marbella.

Intentó implantar en la ciudad un nuevo concepto de restaurante con el establecimiento «Ruperto de Nola», pero la aventura duró poco. El pasado año 2022 decidió jubilarse y traspasar el restaurante. La nueva dirección parece no haber respetado los términos del acuerdo.

Hay un aspecto que permanece en el ámbito del secreto y es el elevado número de personajes de la vida política y empresarial que de incógnito visitaron el restaurante. Algunos de ellos «nunca estuvieron en Marbella», aunque en torno a una mesa de Santiago alcanzaron pactos o tomaron importantes decisiones, en ocasiones sin una plasmación documental, sino simplemente la asistencia como testigo de Santiago Domínguez.

Unas memorias de Santiago valdrían su peso en oro, pero, al menos de momento, no está por la labor a pesar de las muchas ofertas que ha recibido. Asegura textualmente que «lo que puede contar no tiene interés y lo que tiene interés no puede contarlo». Ante todo, el valor de la palabra dada y el respeto del secreto prometido. Sin duda que, a menos que cambie de opinión en algún momento, muchos detalles interesantes de la historia de Marbella de la segunda mitad del siglo XX y primeras décadas del XXI nunca serán conocidos. Continuarán siendo «los misterios de Santiago».