Miguel del Pilar ya esperaba el reconocimiento como Hijo Adoptivo. Nacido en Villanueva de Algaidas hace 64 años, pero con una vida casi entera dedicada a la localidad axárquica de Sayalonga, no olvida que su segundo pueblo siempre aprovechó «cualquier excusa» para reconocer su labor pública. Su único pesar, llegado este instante tan especial, parte de la falta de unión de sus sucesores del grupo socialista. Dividido en dos, el PSOE ha quedado este verano en minoría y explica que él, como regidor, de 1979 a 1995, siempre buscó un consenso máximo: «Es que de esta forma es bastante difícil poder gobernar el pueblo».

¿Cómo accedió a la primera alcaldía democrática?

Yo era por entonces maestro. La mayor parte de mi etapa como docente la desarrollé en un colegio de Algarrobo, en la zona de Trayamar. Menos un curso que estuve en Torre del Mar y otro en Canillas de Albaida. En Sayalonga, estando al frente de la cooperativa, decidimos ir a por el ayuntamiento como independientes y lo conseguimos. Allí mismo en la cooperativa hicimos la lista. Luego ya me presentaría por el Partido Socialista, hasta que me retiré en 1995 y en esa época también me dieron la jubilación por incapacidad.

¿Qué opina de las quejas actuales de los ayuntamientos, cuando afirman que sin ingresos no pueden dar servicios?

Pues les digo que hoy en mi opinión pueden llorar con un ojo. Se les ha venido una crisis muy grande de la noche a la mañana, pero es porque se han quedado sin ingresos por una construcción que en otros tiempos nunca ha habido. Se han dotado de demasiadas infraestructuras, demasiado personal en épocas de vacas gordas. Y en Sayalonga, por ejemplo, nos manejábamos con muy poquito en mi época. Por ejemplo, al atardecer todos los hombres después de su trabajo se ponían a barrer el pueblo de arriba a abajo, sin cobrar nada. O el primero de mayo, algo que fríamente me da vergüenza decirlo, los hombres del empleo comunitario decidían por su cuenta trabajar. La falta de medios se paliaba con ese afán. A diferencia de hoy en día, ninguno de los concejales cobrábamos. Yo tenía mi trabajo y por la mañana subía corriendo al ayuntamiento.

No se puede imaginar algo así en los tiempos actuales.

Aquella etapa sin dinero, tal y como se vivía, era apasionante.

¿Le sorprende este galardón?

Sinceramente no. En Sayalonga, aunque esté feo decirlo, se me quiere tanto... Ya poco antes de ser alcalde, el pueblo entero decidió regalarme un coche de los mejores de entonces, un Chrysler 150, por fundar la cooperativa local y también otra comarcal. Estoy muy orgulloso de todo ese cariño.

Menos orgulloso estará de la situación urbanística comarcal.

Se ha construido quizás más de la cuenta y con un poco de desorden. Había que haber construido con cierto orden; se ha abusado mucho y no se han respetado los paisajes. La Axarquía ha terminado saturada por un urbanismo que no ha sido respetuoso con sus entorno autóctono, su tipismo.

¿Le piden consejos los concejales de su partido todavía?

Al respecto, lamento que se me nombre como Hijo Adoptivo justo cuando el gobierno municipal socialista ha quedado dividido y en minoría, porque aquí siempre se ha remado en este pueblo en la misma dirección, incluida la oposición. Con esa falta de unión que hay ahora es muy difícil tirar hacia adelante. Desde aquí quiero pedirles que se unan otra vez.