Ayer se llegó Martín Delgado al Ayuntamiento a entrevistarse con el grupo municipal socialista, a dar una vuelta como suele decirse. Fue en su calidad de co-baranda del PSOE capitalino, rector del laboratorio de ideas y notable del socialismo. Lo acompañó Bernardino León, con lo cual todo fue muy diplomático y se escogió un formato de cámara y foteros, como de entrevista institucional. Pero el protagonista sin duda era otro. Era el morbo. La foto del morbo es Rafa Fuentes con Martín Delgado y el diplomático, una foto como de ‘adivina adivinanza…’. O una foto para vacilar en las agrupaciones, como de “mira, poderío, peaso partido que tenemos, mira to lo que hay pa elegí’. Las malas y las buenas lenguas dicen que Martín Delgado fue a mirar muebles y espacios en las dependencias del grupo socialista por ver cómo los decoraría él y cómo dispondría su despacho. Yerran porque no son esas dependencias, de grupo tristón de oposición, concejal a media jornada, café perruno de máquina y mortecino expediente de urbanismo las que Delgado anhela, ansía y tal vez hasta merece. No. Son las dependencias de alcaldía, en el otro ala. Ahí es donde quisiera entrar. Y tal vez a esa hora de Martín Delgado y Bernardino León con Rafa Fuentes en la tercera planta estaba el alcalde De la Torre y de Málaga en la segunda, en su cubículo, con un no sé qué recorriéndole las cejas o con un algo que se le cae de las manos, como cuando te están nombrando mucho; tal vez aleccionando a Manolo Díaz, que es concejal de Urbanismo pero que sobre todo destaca por ser un remedo en joven del propio alcalde, Manolo hombre, no salgas tan crispado y tan enfadado, que se te nota un montón. Alcalde, es que me tienen negro. Pues anda que a mí... Bueno, bueno, cierra la puerta que hoy hay por aquí muchos socialistas y no nos vaya a oír alguno. En fin, y luego hubo tal vez quién sabe un cruce en los pasillos, alcalde cómo estás, hombre José María cómo tú por aquí, léase con voz grave y amabilidad de traje oscuro... El socialismo se visita a sí mismo, da fotos y morbo y titulares. Los otros están en los despachos cruzando los dedos por las campanillas, las teconsas y las churrianas.

Malayeo

Óscar Pérez, juez del ‘caso Malaya’, no pasa estos días entre papeles, legajos, resoluciones, sentencias y expedientes. Los pasa con el mando a distancia en la mano rastreando dónde va y sale y parla y cobra Julián Muñoz, al que pasarse por el arco del triunfo la ley y ser ex pantojo le está aumentando el caché televisivo. Muñoz tiene una fianza por responsabilidad civil y ha de hacer frente a responsabilidades con el Ayuntamiento de Marbella, personado en la causa de ‘Malaya’. Por eso ahora se le condena a ser artista sin emonumentos. Si bien se mira es una manera de devolver lo que presuntamente pudo trincar. O sea, trabajar ahora para la comunidad y gratis. Trabajar en los programas chorras que alegran a la peña. Lo mismo es una ONG ambulante. Bien por Pérez.