Ha tardado un día de definirse. El candidato de Ciudadanos en Málaga capital, Juan Cassá, ha dejado en el armario de su casa de Rincón de la Victoria los principios con los que la formación de Albert Rivera quiere cambiar la actual forma de hacer política y con la que tanto apoyo electoral han obtenido el pasado 24 de mayo. Un día justo es lo que ha necesitado Juan Cassá para calibrar el éxito de su candidatura y anunciar que quiere ser alcalde. Tiene su derecho, como cualquier otra formación política, pero Ciudadanos nació y se expandió por España como una fuerza que pregonaba todo lo contrario y Cassá, en su ambición personal y casi desmedida, sorprende a todos con la petición del mejor sillón de la ciudad de Málaga. Durante la campaña el candidato reiteró que nunca entraría a formar parte de un gobierno, de cambalaches extraños, que sólo pactaría con aquellos que defendieran los intereses de los malagueños y, de pronto, descubre que él, con sus tres concejales, debe ser el alcalde. Increíble, pero cierto.

Cassá lleva poco tiempo en política y en sólo 24 horas ha superado las ambiciones personales de cientos de políticos que llevan toda la vida vivanqueando de un puesto a otro. Pero es normal, se ha visto sobrepasado por las circunstancias y el haber recibido tantas palmaditas en la espalda le ha hecho creer que él es algo más que una simple llave que permita a Francisco de la Torre gobernar en Málaga y a Elías Bendodo en la Diputación.

Cassá hoy ha suspendido una rueda de prensa en la puerta del Ayuntamiento de Málaga, un acto de reconocimiento de que no ha medido bien los tiempos.

A lo que se tiene que dedicar es a garantizar la estabilidad de Málaga, de la Diputación y de los ayuntamientos en los que tiene influencia real. Como Torremolinos, Mijas, Rincón y Nerja. Más allá de ideas estrambóticas o cambalaches y mercadeos a los que decía que eran tan ajeno. Si Ciudadanos ha venido para cambiar las cosas, éste lo quiere hacer de forma rápida. Desde el sillón de la alcaldía. Que Albert Rivera tome nota.