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El Palique

Jose María de Loma

Redactor jefe

Una pregunta

Constituye gran regocijo conocer las ocupaciones de quienes admiramos. De ahí la pertinencia de ciertas entrevistas

Nuestro periódico está publicando en la web una serie de entrevistas-cuestionarios que resultan muy agradecidas y jugosas para el lector y que uno devora con ese placer de conocer algo íntimo de quien admira, detesta, ignora, se cruza por la calle o tiene por paisano de enjundia.

La entrevista de preguntas y respuestas cortas ha sido confinada al verano o a los suplementos dominicales (ya ni eso), igual que se confina un yogur de pera al fondo de la nevera o un libro de Valle Inclán a un cajón secundario. Es decir, inexplicablemente. Saber cuál es el libro favorito de uno de nuestros favoritos escritores, conocer que la ocupación predilecta de una admirada e hiperactiva gestora cultural es estar tumbada, sorprenderse con una respuesta sencilla y grata donde la pregunta ponía en bandeja contestar una pedantería, constituyen un regocijo que aunque no llegue a orgasmo mental sí puede ser tildado de pasatiempo grato y provechoso para esa hora del alba en la que el vecindario aún conserva quietud o para una de estas largas tardes de café con hielo y aire acondicionado. Felizmente alejado de la sobaquina de las multitudes

¿Cuál es su idea de la felicidad?, ¿cuál es su principal miedo?, ¿en qué país le gustaría vivir? o qué talento le gustaría tener son algunas de las cuestiones que se plantean a los entrevistados. Y uno no puede evitar contestar también mentalmente. Pero hay un efecto curioso. Hagan la prueba. Queremos dcir: no siempre contestamos lo mismo. A veces uno se levanta y piensa que su ideal de la felicidad es eso precisamente, poder levantarse, o sea, seguir vivo. Hay jornadas sin embargo en las que el ideal de felicidad es llegar a casa mientras que en otras es salir de ella. Anteayer me pregunté cuál es mi principal miedo y me contesté a mí mismo que hacerme caso, pero sin embargo, me hice caso y pensé a fondo sobre la cuestión. Y mi principal miedo resulta ser a la enfermedad, cosa que no le importa a nadie salvo a mí. Sobre todo si me pongo enfermo. Le he hecho el cuestionario a un amigo y después el amigo me lo ha hecho a mí. Los hemos metido en un sobre y se lo hemos enviado a un tercer elemento para que lo guarde y lo abra dentro de diez años. Será interesante saber si dentro de una década sigo pensando que mi libro favorito ese que yo me sé y si el personaje que más admiro es al que más admiro ahora. Preguntar es conocer y no hay pregunta indiscreta y sí respuestas indiscretas. Todos los teóricos del periodismo, también los periodistas, inciden en que el meollo de este oficio es contar... pero, ¿no es más bien preguntar? Ahí dejo la pregunta.

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