Opinión | MIRANDO AL ABISMO

El poder y la gente

Pedro Sánchez desea el poder, desea mandar y que se le obedezca y es por eso que no estoy segura de que deba tener el poder. No hablo de ideologías ni de izquierda ni de derecha, porque el otro lado tampoco es que esté muy boyante. Lo que digo es que somos los ciudadanos los que estamos pagando por la indecisión de Sánchez

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, durante un pleno del Congreso.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta primera, María Jesús Montero, durante un pleno del Congreso. / JOSÉ LUIS ROCA

El poder siempre conlleva una gran responsabilidad, lo sabemos desde que el tío Ben se lo dijera a Peter Parker en Spider-man. Esa verdad indubitable se ha convertido en una especie de mantra que nos acompaña y sirve de vara de medir a los poderosos. El poder se define como la capacidad de una o más personas de influir y determinar el comportamiento de otros. Cuando, además, el poder es considerado legítimo se le denomina autoridad. Por ejemplo, yo en mis clases tengo la autoridad de quitarle el móvil a un alumno bajo determinadas circunstancias. El concepto de poder es muy complicado de analizar porque en sí mismo engloba no solo la parte teórica sino también la práctica en la que entran a formar parte las emociones humanas.

Hay una creencia popular sobre el poder y es que debe tenerlo el que menos lo quiera. Esta creencia tiene su origen en el comportamiento más básico del ser humano y que Arthur Schopenhauer definió muy bien en su obra, el mundo como voluntad y representación. En este libro Schopenhauer nos habla del deseo, de querer cosas, y concluye que cuando el hombre consigue lo que quiere se aburre de ello y automáticamente pasa a querer otra cosa. Esto es así porque el gran mal de hombre es desear. Según Schopenhauer, todos los males del hombre comienzan por su incapacidad de conformarse.

En estos tiempos, políticamente revueltos, donde todo el mundo quiere algo y ese algo es contrario a lo que quieren los ciudadanos, resulta que nuestro presidente del gobierno decide tomarse un tiempo para reflexionar. Entiendo que esté abrumado por la situación política actual, pero hay que tener en cuenta que, en su afán por perseguir el poder, por desearlo a toda costa, él mismo ha propiciado que el mundo político tenga esta inestabilidad.

Pedro Sánchez desea el poder, desea mandar y que se le obedezca y es por eso que no estoy segura de que deba tener el poder. No hablo de ideologías ni de izquierda ni de derecha, porque el otro lado tampoco es que esté muy boyante. Lo que digo es que somos los ciudadanos los que estamos pagando por la indecisión de Sánchez. Al estar constantemente en la cuerda floja no se está ocupando de la inflación, del precio de los alquileres, del problema de los agricultores, de la falta de agua…

Al final el mundo sigue girando y con un mañana te pago, unos abuelos que recogen a sus hijos y nietos en su casa, y coger agua en las bañeras y cubos de fregar, con una humanidad vivida desde la empatía y el respeto, se demuestra que quizá el gobierno y su presidente son insuficientes.