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Tribuna

Ignacio Hernández

Profesor

Bienvenida rutina

Después de una gota fría anunciadora del olor otoñal, la ciudad quedó enmarcada por un gris plomizo que hizo del domingo una tarde más septembrina y nostálgica si cabe. Este mes nos devuelve la conciencia del retorno a nuestras vidas cotidianas -sencillas o complejas-, las cuales nos empeñamos en dirimir sin mucho éxito para buscar las claves de la ventura.

Inmersos ya en la segunda quincena, septiembre, para la mayoría, se apellida de rutina: costumbre que se adquiere al repetir una misma actividad o tarea muchas veces. La rutina implica una práctica desarrollada con el tiempo de forma automática, sin necesidad de comprometer al razonamiento. Así, la subsistencia usual suele estar conformada de rutinas y para muchos estos hábitos le otorgan, aunque parezca sorprendente, tranquilidad.

Es cierto, lo rutinario suele estar asociado a lo tedioso; no obstante, hay que señalar que esta práctica se estructura como un dispositivo de seguridad, disminuyendo lo imprevisible y ahorrando tiempo, dicen los versados. También está analizada su actuación extrema y el alto coste emocional que conlleva esta supervivencia repetitiva; no es una coincidencia, los mayores índices de estrés, depresión y muertes no naturales se alcanzan en ciudades como Málaga, centro de actividad desenfrenada, de una carrera continua sin apenas un momento para reflexionar acerca de nuestras realidades y metas.

Los malagueños se revisten de rutina, otro septiembre más, y retoman su papel de espectadores abúlicos ante las desavenencias de los representantes públicos; trabas e injerencias en la Gerencia de Urbanismo; los accesos al PTA; el metro€ Parafraseando a Benedetti, nos aburrimos de nuestra propia paciencia. Bienvenida rutina.

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