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Málaga de un vistazo

Luis Ruiz Padrón

No alcen la voz

Desconozco si la sala de atención al público de la Agencia Tributaria se considera zona acústicamente saturada. Dado que se trata de un edificio perteneciente a la Administración central y no un sector urbano de competencia municipal, imagino que la respuesta es negativa; sin embargo, desde hace tiempo allí hay carteles fijados a las paredes y mensajes proyectados en las pantallas electrónicas conminando a los presentes a hablar bajito. Tanto burlarse del alcalde y sus declaraciones, que tantas chanzas han motivado, tenían precursores bien acreditados.

Cuando hay diferencias de criterio -como las que separan a vecinos y hosteleros en lo tocante al ruido emanado de la vía pública- es un paso acertado el objetivar el asunto en liza mediante la cuantificación de la polémica, es decir: midiendo decibelios. Puede arbitrarse así una solución garantista. Aunque en las dependencias de Hacienda se ha soslayado; allí lo tienen claro, en esas oficinas se trabaja y no debe superarse cierto umbral sonoro. No creo que se haya realizado medición alguna, ¿para qué? La cuestión es obvia. El contribuyente no suele acudir con una disposición especialmente festiva a cotejar su declaración pero si la dirección de la AEAT ha actuado de esa forma seguro que ha sido como respuesta a un problema detectado por el sentido común. Que, como se sabe, es el menos común de los sentidos: una ciudad es un espacio en el que se habita y en el que tampoco deben superarse ciertos umbrales sonoros que impidan desarrollarse las actividades inherentes a él.

Si estudios concienzudos certifican lo que el sentido común ya había detectado, se espera de la máxima autoridad municipal decisión y firmeza. Lo de hablar bajito ya lo sabían en Hacienda sin tanta medición.

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