En ocasiones una conversación puede hacerte aprender más que tres meses de tu vida. Por eso es tan importante aprender a escuchar, porque nunca se sabe lo que puedes aprender y de quién.

Las historias personales también educan, te hacen sentir y reflexionar y son muy útiles para los educadores, deberíamos contar más historias, personales, de compañeros, aquellas que leemos en libros o vemos en películas y nos impactan.

La historia va sobre la fortaleza de los niños y su capacidad de vivir en el presente, sin darles muchas vueltas a las cosas y sin pensar demasiado en el resultado del futuro. ¿Será por eso que en ocasiones son más adaptativos que los adultos? ¿Somos los adultos los que condicionamos a los más pequeños inculcándoles un carácter menos flexible de cara a la sociedad actual?

¿Cómo podemos trabajar la fortaleza mental en los niños?

1. Explicándoles la importancia y necesidad del error en el proceso de aprendizaje, evitando que sientan vergüenza, incapacidad o frustración. Hacer del error algo normal y natural en la vida. Lo más importante tras un error es saber dar las pautas necesarias para poderlo evitar en futuras ocasiones.

2. Es importante escuchar a los niños pero no dejarlos que se excusen. Ellos deben aceptar sus responsabilidades y como adultos debemos responsabilizarlos de sus actos y que sean capaces de reflexionar y encontrar las razones en sí mismos y no en excusas externas y ajenas a ellos.

3. Explicarles la importancia y necesidad de las emociones positivas y negativas, aceptando las negativas. No es bueno evitar todo sufrimiento en los niños, al igual que el aburrimiento, ya que la creatividad en ocasiones es fruto de no saber qué hacer. La búsqueda de soluciones, el crear oportunidades o la insistencia hace que los niños sean más valientes, independientes y autónomos. El hablar de emociones no debería ser tema tabú sino normal en familia, favoreciendo la reflexión, el autoconocimiento, la empatía, etc.

4. La fortaleza mental también se trabaja a través de un seguimiento de normas y responsabilidad hacia las mismas, sabiendo los beneficios y consecuencias que ello conlleva. Los hábitos y las normas refuerzan la confianza y seguridad de los niños.

5. Es importante enseñar estrategias de adaptación positiva a conflictos importantes, ya sean divorcios, enfermedades, pérdidas de un ser querido… los niños por naturaleza resisten y se rehacen a la nueva situación, son más fuertes de lo que imaginamos los adultos y en ocasiones hasta perdemos la confianza en su capacidad. No olvidemos que la confianza se genera confiando.

6. Ayudar a enfrentarse y superar miedos. La superación y la confianza se trabajan afrontando situaciones incómodas y para ello es importante reforzar todo tiempo de superación y enfrentamientos a situaciones de miedo o desconocimiento. Hay que premiar el probar, atreverse y aventurarse.

7. Hacerles partícipes de determinados problemas familiares también los hará responsabilizarse, sentir sus emociones y comprender la de los demás y tomar decisiones para buscar mejorías.

Tras todos estos consejos es importante seguir reconociendo la figura de los educadores como principal ejemplo de seguimiento. Todas estas estrategias no servirán de nada si nosotros mismos no somos los principales ejemplos de los más pequeños. Si somos capaces de priorizar conceptos como fortaleza mental o superación ellos serán más conscientes y prestarán más atención en su vida a la mejora de estos conceptos tan importantes para todos nosotros.