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Málaga de un vistazo

Jordi Cánovas

Montañas de arena en los ojos

Los políticos llevan demasiados años haciendo montañas de un grano de arena, tantos, que una extensa sierra recorre la península de punta a punta dividiéndola en una frontera imaginaria de conflictos y dilemas que se han ido inflando desde un lado y otro de la cordillera. Acostumbrados como estaban a convertir un desacuerdo en disputa, una disputa en pelea y una pelea en dilema y a alargar eternamente los problemas y colgarse de ellos como de lianas para saltar de puesto en puesto, de concejal a alcalde, de alcalde a ministro, de ministro a presidente y en una última acrobacia y pirueta inverosímil de responsable público a consejero privado para alguna de las empresas que tan bien cuidaron, se les hace ahora difícil -por no decir imposible- gestionar un problema que no han generado ni promovido ellos, un problema real que ninguno esperaba ni vio venir, y les pilló a todos con el pie cambiado haciéndose la trabanqueta ¿Cómo iban de repente a cambiar la inercia que llevaban y ponerse a resolver lo que amenaza si han aprendido durante tanto tiempo a convivir con los problemas y, lo que es peor, a vivir de ellos?

Igual que sucedió con la reciente crisis económica, los políticos vieron en el golpe que nos asestaba el virus la oportunidad de golpear con él al contrincante y echar la culpa de todo lo que se lleva por delante. Y así estamos, aislados y desasistidos a un lado y otro de las montañas que levantaron de la nada, montañas por las que escalan al poder que ostentan, porque no saben estar a la altura en lo llano, en la vida cotidiana, gestionando pormenores, facilitando la vida a sus votantes, eso les volvería invisibles y quieren hacerse ver a toda costa, aunque para ello nos tengan que volver a todos ciegos a fuerza de clavarnos el odio en los ojos, el virus más peligroso.

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