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MÁLAGA DE UN VISTAZO

Jordi Cánovas

Diciembre

Diciembre

Diciembre es un mes diferente, como una estación en sí mismo, tiene su propia entidad, sus características, como un breve verano, frío y festivo. Las calles se disfrazan de luces de colores vistiendo árboles y farolas de una alegría que últimamente sólo brilla de ausencia, las tiendas acondicionan sus escaparates a las fechas navideñas y se llenan de falsa nieve, papanoeles de peluche y dudosas ofertas, el Black Friday -que conquistó hace poco nuestras tierras- se mantiene de lunes a lunes, en los centros comerciales y en el mismo Centro se agolpa la gente a hacer parte de las muchas compras que les quedan por delante. Los restaurantes se llenan de grupos numerosos, empresas que celebran sus comidas navideñas, compañeros que a lo mejor no se han visto en todo el año o no se conocen mucho terminan -tal vez- conociéndose esa noche demasiado, la lotería de Navidad se vende en todas partes y casi hay que esquivar los décimos si no quiere uno multiplicar la mala suerte, las casas se llenan de adornos navideños, belenes y árboles que colman de contento a los más pequeños, los polvorones y turrones endulzan ya las despensas y en la televisión siempre encuentra uno alguna película conmemorativa de estas fechas. Diciembre es un pequeño paréntesis en el que el transcurso del año se detiene o congela o no se le presta la misma atención, los problemas siguen ahí, las guerras, las crisis, la corrupción y crispación, la pobreza general y la energética, pero durante un mes nos mudamos a un mundo más naif y el niño que llevamos todos dentro corretea los decorados de esta construcción navideña con más o menos pasión y motivos. También es para muchos un mes triste o complicado, porque no puede compartirlo con quien quiere o porque no quiere compartirlo con nadie, porque reciben muchas visitas o no las suficientes.

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