Mis días marinos

Parece que está cambiando el viento

Parece que está cambiando el viento.

Parece que está cambiando el viento. / Mariano Vergara

Mariano Vergara

Mariano Vergara

Si la gente de Málaga sabemos de algo, sin necesidad de ser marineros, es de vientos, En ningún lugar de la España interior, ni casi exterior, se le ocurre a nadie hablar en términos que en nuestro mundo suenan naturales, como «está saltando terral». Saltando es una bellísima descripción de lo que está a punto de suceder. O «están luchando el levante y el poniente». O esta nueva terminología de danas y similares. Incluso eso del taró no lo había oído en mí ya larga, casi prolongada, vida. Y es hermoso hablar de vientos y de cambios que traigan aire fresco al ambiente viciado de las casas cerradas, de ventanas cerradas, de mentes cerradas.

La semana que comienza mañana trae dos ráfagas de aire limpio y culto, eso que el reciente premio Princesa de Asturias Nucio Ordine llama la utilidad de lo inútil en el camino que algunos, que ya somos muchos, llevamos tiempo tratando de conseguir, una ciudad civilizada. Hace unos días Salva Moreno Peralta impartió una lección magistral sobre lo que Málaga ha conseguido y lo que puede llegar a conseguir. En ese camino está la Fundacion Unicaja con esas dos bocanadas de aire a las que antes me refería.

El miércoles presentaremos una obra realmente magnifica, la correspondencia mantenida durante años por dos de los más grandes escritores del siglo XX. Ezra Pound, padre de la poesía actual a nivel mundial, y James Joyce, creador de la novela contemporánea sin la menor duda. Y esto es importante no solo por la obra en sí misma considerada, sino también por las circunstancias de pretendida corrección política, que no es otra cosa que una nueva forma de censura. Hoy en día, cuando se cuestiona la obra de genios como Picasso, por presuntamente haber sido machista, misógino y maltratador, es más importante que nunca desligar y diferenciar la obra de su autor. Podríamos llegar a proponer destruir la grandiosa pintura de Caravaggio por el hecho de haber sido un asesino. Nada tiene que ver una obra genial con las virtudes o defectos, incluso delitos, que hayan podido llegar a cometer sus autores. Ezra Pound era fascista sin excusas, fascista por convicción, haciendo gala de ello y propagandista del régimen de Mussolini desde la radio en Roma. Cuando finalizó la guerra, fue juzgado por traición a su patria, Estados Unidos. Y solamente el apoyo de otros escritores como el propio Hemingway, afirmando que estaba loco, lo libraron del fusilamiento y fue internado en un manicomio durante doce años. Pero ningún poeta, aun sin saberlo, escribiría hoy en día como escribe sin la figura de Pound y su amigo T.S.Elliot, de quien publicó ‘La tierra baldía’ «ni más, ni menos». En cuanto a Joyce, solo se puede decir que su ‘Ulises’, a pesar de su tremenda dificultad, o quizás por ello, cambió radicalmente la forma de escribir en prosa novelística. Hace ya un tiempo que intentamos que las publicaciones que lleva a cabo la Fundacion Unicaja dejen de tener un cierto aire localista y pasen a ser obras que interesen a todos los públicos y que realmente merezcan la pena el esfuerzo.

El segundo acto que celebraremos esta semana es el concierto que Javier Perianes, posiblemente el músico español más consagrado internacionalmente, llevará a cabo en la Sala Unicaja Maria Cristina el próximo sábado, con un programa ya celebrado de forma clamorosa en el Auditorio Nacional, el teatro de la Maestranza en Sevilla y que posteriormente tocará en los festivales de Granada. El programa está compuesto por obras de Falla, Albéniz, Debussy y «Goyescas» de Granados, que Perianes está preparando para grabarla integralmente el próximo verano.

A propósito de Granados les contaré la historia que me ha escrito Javier Berlanga, que es miembro del Patronato de la Fundacion Unicaja, en relación con la trágica muerte del compositor español y que muestra el carácter cosmopolita de la burguesía malagueña de aquel tiempo. Transcribo literalmente sus palabras, tomadas de la entrevista que Le Petit Journal le hacía a un malagueño, Manuel Berlanga Anaya, que sobrevivió al músico Granados en el hundimiento del ‘Sussex’: «Era el 24 de marzo de 1916, el ‘Sussex’ era un transbordador de pasajeros y sacas de correo que realizaba el trayecto entre Folkestone (Inglaterra) y Dieppe (Francia). A bordo viajaban Enrique Granados y su mujer, María del Amparo Gal. El músico regresaba de Estados Unidos, donde había presentado en Nueva York su obra «Goyescas» con gran éxito de público. El presidente Woodrow Wilson le invitó a la Casa Blanca para brindarle un homenaje, por lo que él y su mujer tuvieron que retrasar su viaje de vuelta a España tres días, un cambio de última hora que desembocó en tragedia.(Cuenta la prensa como el embajador de España le aconsejó que cambiara el billete y no subiera en un barco con bandera de los países en conflicto, pero finalmente no pudieron encontrarle alternativa). Embarcaron el 19 de marzo en Nueva York rumbo a Gran Bretaña y, una vez allí, el día 24 a las 13.15 se hacían de nuevo a la mar en el vapor ‘Sussex’ que debía dejarles en Francia.

Había pasado poco más de hora y media cuando los viajeros sintieron una gran sacudida. El submarino de guerra alemán SM UB-29lanzó un torpedo contra el buque que impactó en medio del casco, partiéndolo por la mitad; se hundió la proa aunque quedó a flote la popa. El gobierno alemán alegó después que lo había confundido con un buque de guerra.

Cuentan que el barco llevaba unos 500 pasajeros; en los primeros momentos se produjo una enorme confusión. Los pasajeros se agarraban a las lanchas de salvamento para embarcar en ellas. Primero lo hicieron las mujeres. Mi abuelo cuenta como al subirse ya a una lancha para dejarla en el mar, se rompieron las amarras, cayeron al agua, él pudo subirse a otra lancha, siendo testigo de cómo el maestro Granados y su esposa cayeron al agua. He leído no sé bien donde que temía subirse a un barco (nunca se había subido antes) y despidiéndose de sus hijos le dijo que de esa no salía. Mi abuelo tenía veinte años cuando sucedió la tragedia, aunque nació en Cártama vivía en Málaga en calle Nueva, donde su primo Salvador Gonzalez Anaya (escritor, poeta y dos veces alcalde de Málaga) tenía una gran librería a principios del siglo XX». Fin de la cita.

Creo que ciertamente el viento está empezando a cambiar.

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