Viento fresco

Trabalenguas

Yolanda Díaz, durante un acto de su partido.

Yolanda Díaz, durante un acto de su partido. / L. O.

Jose María de Loma

Jose María de Loma

Yolanda Díaz hace un guiño a los nacionalistas y propone el uso de las lenguas cooficiales en el Congreso, dice el titular. El político español es el único del mundo que aspira a pelearse con los demás en cuatro idiomas. Díaz quiere complacer a los nacionalistas pero los nacionalistas el idioma que hablan es el del dinero. Aragonés exige que dejen votar a los catalanes, pero los catalanes acaban de votar y han mandado a los dos partidos nacionalistas a la zona baja del escalafón. El independentismo vive horas bajas y exigencias altas. Estaría bien que en el Congreso se oyera el euskera, el catalán o el gallego, pero eso no iba a contribuir a que se usara menos el lenguaje más imperante allí: el guirigay. Los del PNV y Bildu presumen de que han parado a la ultraderecha, pero se olvidan de que el principal líder de ese polo ideológico es un vasco. Nos lo han mandado a Madrid. Más que parar, exportan. Ya es gracioso que el más catalanista se apellide Aragonés.

Para dar ejemplo, Yolanda Díaz ha grabado un vídeo en gallego y las redes le han contestado en el idioma que mejor se manejan: la saña. Cuando un político español se sube a la tribuna del Congreso no aspira a que le entiendan, aspira a imponerse y a dar bien en la televisión. Aspira a que lo feliciten luego en el despacho de croquetas cerca de la Carrera de San Jerónimo y a que cuando el viernes vuelva a su pueblo la gente lo haya visto en la televisión nativa. Para los nacionalistas, tener una lengua común en la que todos se entiendan es como tener un sarpullido o una alergia. En el otro lado están los que comprenden mejor un recibo de la luz que un hecho diferencial. Spain is different y variada y políglota, por mucho que al único que le luzcan los idiomas sea a Pedro Sánchez, que habla inglés en las cumbres internacionales y en las ruedas de prensa en el extranjero, si bien el idioma que mejor maneja es el de la resistencia. No conoce el verbo morir lo mismo que el PP no conoce el verbo pactar: no puede pactar con nadie y con quien de verdad pacta lo esconde. Feijóo quería derogar el sanchismo pero le va a resultar más práctico aprenderlo y hablarlo con soltura. Con todo, a veces el idioma más difícil de entender es el castellano de Ayuso, que el líder popular no sabe si es el de una cómplice o el de una traidora. Si en el Congreso se hablaran más idiomas, los traductores tendrían que hacer un cursillo de invectivas y venablos. Pagaría por oír a Cuca Gamarra decir «Sánchez, malo; Gobierno, Frankenstein» en euskera o a Patxi López espetarle en catalán a Abascal «modérese, hombre, ya, por Dios». Los nacionalistas quieren pluralidad de lenguas para utilizar ellos solo una. «Hay quien puede ser tonto en varios idiomas», decía Ortega y Gasset. Abundan más los monolingües recalcitrantes: los que solo hablan para beneficio propio.

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