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«No caigamos en ridiculizar o despreciar aquello que no nos gusta. Porque seremos torpes y estaremos equivocándonos y generando cosas negativas donde no las hay»

¿Saben qué otra ventaja tiene sacar tronos? Que te pasas toda la Semana Santa en Málaga. En tu tierra. Con tus cofradías. Y no te da tiempo a irte fuera. A aplaudir lo ajeno

¿Saben qué otra ventaja tiene sacar tronos? Que te pasas toda la Semana Santa en Málaga. En tu tierra. Con tus cofradías. Y no te da tiempo a irte fuera. A aplaudir lo ajeno / L.O.

Gonzalo León

Gonzalo León

El mundo cofrade siempre tiene algo. Una esquirlita que se escapa y al cogerla te hiere. Una rebabilla que por afilada corta. Algo que brilla pero que sabes que acabará haciendo daño. Cierto es también que parte de esas heridas son auto provocadas por los propios actores de la escena.

En estos últimos años, con el cambio de recorrido, hemos podido presenciar verdaderos harakiris públicos de personas que prácticamente iban a morir por el cambio de sentido en algunas calles. Que sí. Que los cambios cuestan. Pero no se acaba el mundo. Al menos para la gran mayoría de personas que consumen de todo un poquito sin empacharse de nada en particular.

Cierto es que, eso que hacemos llamar «el mundo cofrade» es tan finito como infinito parece pues se trata de una selección de personas más o menos conocidas entre todas ellas pero que no dan en muchos casos ni para hacer dos equipos grandes de fútbol.

Ahora que los nuevos trazados para las procesiones se comienzan a asumir y parece que se asienta el producto, llama muchísimo la atención el foco constante que existe en el ámbito de los tronos.

El guerracivilismo siempre ha existido en nuestro país. Gusta mucho posicionarse sobre algo incluso sin tener ni idea de nada. Incluso sin saber de qué va el asunto. Incluso, esto es bonito, sin importarte lo más mínimo la cuestión. Y de un tiempo a esta parte el mundo de los varales se ha identificado como un asunto atractivo para mostrar públicamente tu posicionamiento sobre una infinidad de asuntos.

Si te gusta sacar tronos, cosa hasta la fecha legal y permitida por las normativas, automáticamente estás encasillado en un sector específico. E incluso, en el caso de las mentes más perversas y limitadas, probablemente encasillado como ultraconservador, machista y machirulo troglodita recién salido de las cuevas.

Pero algo sucede porque, por algún motivo que no logro descifrar, verbalizar que te gusta sacar tronos está mal visto. No por decirlo, sino por el mero hecho de que sientas cierta pasión o interés por el mundo de los varales. Y creo, en mi humilde opinión, que además de algo totalmente normal, puede que quienes lo afirman lleven muchísima razón.

Sacar tronos es algo bonito. Es una sensación difícilmente descriptible sin llegar a caer en la poesía cutre o en análisis basados en la nada pero es una realidad tangible. Aquí y en Pekín -No sé si allí hay tronos. Igual está el Glan Podé de Quianmen pero lo desconozco-. Es una mezcla de oportunidades que se reúnen bajo un cajillo, en un manto o en los varales delanteros de un trono en las que puedes conseguir encontrar los recursos divinos y terrenales unidos por un mismo sentimiento. Un todo en uno que desarrolla una labor necesaria para la Hermandad o Cofradía a la vez que genera cosas muy positivas entre quienes desarrollan esa labor.

El debate eterno en este sentido pasa por la generación, como es natural, de grupos con similares inquietudes y gustos -como sucede en cualquier cuestión social- que se sienten identificados en conjunto por una pasión compartida. Y esa pasión, esa actividad, es la de sacar tronos.

Como en todo en la vida, hay de todo. Desde gente muy lista hasta los que son lo siguiente a torpe. Pero sería de una limitación intelectual muy importante despreciar a las personas de ese mundo por el mero hecho de que les gusta lo que hacen. Si se tratara solamente de acarrear peso, ¿se organizarían los costaleros u hombres de trono como lo hacen? Desde el más pesado capillita hasta el hombre de trono profesional que carga kilos, calla seriamente y se despide de los de arriba al acabar y marcha. ¿Dónde está lo malo? ¿Dónde el peligro y la confrontación?

¿Se puede uno rasgar las vestiduras si ve a grupos de hombres y mujeres que sacan tronos pero participan en pocas cosas más cosas de una Hermandad? Yo diría que no. Fundamentalmente porque, por esa regla de tres, serían infinitas las cuestiones sobre las que reflexionar. Es lógico y natural que todos queramos que nuestros hijos sean multidisciplinares y puedan y deseen asumir todo tipo de acciones y actividades. Pero si solamente hacen una -y bien-, no creo que deba saltar ninguna alarma.

No todo es oro lo que reluce. Pero negociemos asumir que es algo general. Y no solamente suceden cosas cuestionables en el ámbito tronero. Por eso me llama la atención que se ponga en el punto de mira a los que, públicamente, dicen que les gusta algo. Que les ilusiona. Que hace que se vengan arriba -nunca mejor dicho- y organicen sus cosas. Que trabajen por mejorar. Que presten un valiosísimo servicio a las cofradías a la vez que crean vínculos espirituales imborrables. ¿Dónde está el problema? ¿Por qué son galácticos ellos y no el vestidor que sube nueve mil millones de fotos de sus Imágenes vestidas para que la gente le dore la píldora y le diga lo bien que lo hace? ¿Rezan el Rosario los vestidores mientras clavan alfileres o ponen vendas en una cabeza? ¿Y con las camareras qué pasa? ¿Y con los albaceas que montan esos cultos tan buenos y los muestran una y mil veces para compartir con los demás las cosas tan bonitas que han montado? Aquí todos somos galácticos por esa regla de tres. Galácticos del varal, o de los candelabros, o de la cinturilla o la verbena.

No caigamos en ridiculizar o despreciar aquello que no nos gusta. Porque seremos torpes y estaremos equivocándonos y generando cosas negativas donde no las hay.

A mí me gusta sacar tronos. Y me gusta llevar sobre mis hombros -el derecho si es posible- a mis Imágenes. Creo, de hecho, que es una de las cosas que más me gusta e ilusiona. Y no me avergüenza reconocerlo. Porque lo hago sin complejo alguno y asumiendo la realidad de un universo que bien entendido es la gloria misma, pero si no se comprende como debe puede ser un lodazal.

En los tronos se hacen amigos. Grupos. Equipos. Familia. Y siempre entre gente verdaderamente comprometida. ¿Son imprescindibles para que salgan las Cofradías? Obviamente no. Como con nada en esta vida. Pero las cosas siempre funcionan mejor con gente ilusionada que con anónimos del día de salida. A la vista de los hechos está.

Tranquilos, muchachos y muchachas, que los varales son duros pero flectan. Y las apariencias engañan. Salvo que se preconciban las cosas.

Por cierto, ¿saben qué otra ventaja tiene sacar tronos? Que te pasas toda la Semana Santa en Málaga. En tu tierra. Con tus cofradías. Y no te da tiempo a irte fuera. A aplaudir lo ajeno.

Un poquito de calma. Que aquí nos conocemos todos, todas y todes.

Viva Málaga.