Opinión | El Jugador Número 13

Nos hemos acostumbrado

La grada del Carpena, en plena celebración.

La grada del Carpena, en plena celebración. / Álex Zea

Tras una semana en la que el Unicaja ha conseguido cerrar el primer puesto del grupo en la segunda fase de la FIBA BCL y disputar hasta el último instante conseguir el primer puesto de la clasificación ACB ante el Real Madrid, el equipo entrenado por Ibon Navarro está metido en el último tercio de la temporada, momento en el que sigue teniendo las mejores condiciones para disputar el final de las competiciones e intentar conseguir algún título.

Porque, si algo saco en claro de lo que llevamos viendo últimamente, es que este equipo puede repetir lo vivido el año pasado: ganar un título. Vale que no puede ser la Copa del Rey, pero en lo visto el domingo y tras el partido de Bursa, da la posibilidad de seguir alimentando la ilusión de la afición del Unicaja, incluso habiendo caído frente al Real Madrid.

Y es que el partido del domingo, pese a la derrota, es de los que suelen aprovecharse por Málaga para sentir un rato de orgullo y reforzar lo que queda de competición para que el equipo se revalorice. Porque aunque no se accedió al liderato, hubo la necesidad de levantarse ante las ausencias de Nihad Djedovic y de Kendrick Perry, prácticamente con el balón en juego (de hecho, la del base, incluso jugándose el encuentro), y cambiar prácticamente sobre la marcha el plan de partido, alterando la forma de jugar, la rotación de jugadores y tener que reinventarse ante el mejor equipo de Europa ahora mismo, que tuvo la necesidad de estar hasta el último instante obligado a dar el máximo.

Y es que, aunque se creía de sobra en Unicaja, porque ha hecho méritos para ello en este pasado reciente, te enfrentas a quien ya lleva dos títulos este año -lidera las dos competiciones desde el inicio- y necesitas sobreponerte a tus imperfecciones para contar con la posibilidad de ganar, e intentar dejarlo por debajo de los números habituales.

Porque en el tema estadístico, también lideraba el Real Madrid en casi todo, pero uno de los que más me llamaba la atención era el tema de las faltas personales, mucho antes del partido incluso, en esa clasificación. Los de Chus Mateo, al llegar al partido de Málaga, eran el segundo equipo de la competición española que menos faltas cometía (recuerden, como dice el entrenador: si no se pitan, no se cometen) con 18 por partido. El que menos: el Barça, vaya a ser que se nos enfaden esas «dos locomotoras» o esos «dos lujos» que, según la prensa, disfruta la ACB con los futboleros.

Bien, en el partido del domingo, algo tan complicado que es mejorar una media de faltas de cuatro faltas y media por cuarto, el equipo blanco se quedó en 12. Ver el marcador y que las faltas por cuarto arrojaran 4, 2, 2 y 4 en contraposición a las 21 de los locales, como mínimo, da que pensar.

Antes de volvernos locos, ponernos en bucle la acción de Campazzo sobre Carter, o la de Tavares sobre Sima, o la de Campazzo sobre Kalinoski... y que nos tachen de llorones desde Antequera hacia arriba, no sé ustedes, pero tengo la sensación de que el tema arbitraje adopta una serie de modos que había antes más en el fútbol que en el baloncesto. Me explico. Cosa habitual en el deporte que tiraniza todo: si fulanito ha hecho tal falta y le he sacado tarjeta, antes de sacarle otra, me lo pienso aunque esté opositando a heredero de Chuck Norris. Si están en el campo los Messi, Cristiano, Mbappé o cualquier estrellita de esas cuyo fulgor deslumbra en la galaxia, mucho cuidado en llevarles la contraria o que reciban una defensa contundente por parte del que sea.

A eso -no sé por qué- se ha acostumbrado uno viendo el fútbol. Vamos, que es como la política, la ley es una, pero si quienes están en juego están en el bando poderoso, la aplicación es diferente. Y en el baloncesto, estamos viendo algo parecido.

No sé si por esa regla que conlleva la descalificación por acumular dos faltas antideportivas -o una de ellas y una técnica-. Lo cierto es que, la primera antideportiva se aplica con todo el rigor del reglamento, pero si la segunda supone la repetición de alguno de aquellos que hay que cuidar por el bien de la competición (tiene tela la frase, dicho sea de paso), aunque lo veamos una y otra vez en la pantalla del pabellón o en la televisión, se pasa de puntillas por el tema. Y no viene siendo tan raro.

Dicho todo esto, ya meternos en el martes hablando del arbitraje y del partido del Real Madrid no me parece inteligente. Además del partido de hoy martes, el fin de semana nos esperan los vecinos del Covirán Granada con más urgencias que aquí. Pese a la derrota, el perseguidor sigue estando a cuatro partidos de diferencia y una jornada menos por disputarse. Así que, a recuperar las piezas averiadas y a emplearse a fondo en todo lo que queda, comenzando por esta próxima jornada en ACB, y seguir apretando. Seamos listos y no desperdiciemos tiempo y esfuerzos.