Opinión | Ruegos y preguntas

Cuando estaba Jesús

Cuando estaba Jesús.

Cuando estaba Jesús. / L. O.

 “Las cosas que se ven son pasajeras, pero las que no se ven son eternas”. Eso nos dice Pablo en la segunda epístola a los cristianos de Corinto.

Hoy es Lunes Santo. Lunes de cosas eternas, de cosas que no se ven. Como la fuerza que mueve a Manuel, que como cada año, se colocará una venda en los ojos y caminará tras Jesús Cautivo esta tarde, hasta que el cuerpo aguante. ¿Qué ve mientras camina? Con los ojos verá todo negro, con el alma verá su vida, verá a su padre, que ya marchó; y a su hija, con la que nunca llegó a encontrarse, pero tuvo nombre y sueños por cumplir: Olalla. Caminará hablando con ella, imaginando cómo sería si todo hubiera ido bien; y pedirá, como cada día, su derecho a nombrarla, a llorarla, a añorar. Porque existió y tuvo nombre, y Él lo sabe, por eso habla de ella allí, entre la muchedumbre, y por eso sonríe, porque se siente querido, entendido, reconfortado.

Porque es Lunes Santo, el día de las personas eternas, el día de los duelos internos, de los vitales. Día de un pellizco en el estómago. De sonidos de agua, a veces enfurecida en el rebalaje; o tranquila, manando de una fuente, como perfumando levemente un espacio, una plaza, un patio. Como el del antiguo Hospital de San Julián. Algunas cosas, como ese sonido, de esa agua, de esa fuente y de ese patio, nos ponen en alerta no cuando los percibimos, sino cuando notamos su ausencia. Son las cosas que creemos que no vemos porque siempre están allí, las que forman parte indisoluble de un espacio, de una vida. Puede que no lo veas, pero cuando se esfuma, ya nada es igual.

El legado de Castellanos

Castellanos me enseñó a escuchar. A callarme y atender ante quien rompe el silencio con su palabra para compartir algo. Muchas veces era él quien hablaba, en ese patio, mientras de fondo, sonaba el agua de la fuente. Está grabado en mi mente. Una gota, otra. El eco. El silencio de una hora intempestiva en un lugar habitualmente frecuentado, como es la Agrupación de Cofradías; pero en la soledad, en el silencio, en el encanto de estar cuando no hay nadie.

Dolores del Puente I Lunes Santo de la Semana Santa de Málaga 2023

Dolores del Puente, saliendo de Santo Domingo. / Gregorio Marrero

Aquellas tardes de domingo en las que Pozo y yo íbamos a buscarte con la excusa de ayudarte en alguna tarea cuando lo único que buscábamos era disfrutar de tu presencia, de la manera que tenías de compartir tus conocimientos con los demás. Jesús tiene muchos días, pero hoy, Lunes Santo, es sin duda el más especial. Volveremos a escuchar el murmullo en Santo Domingo, las oraciones, los consejos, los susurros. Se volverán a abrir las puertas del templo para ver al Perdón y a los Dolores salir hacia donde el Perchel ya es Trinidad; donde verdaderamente es esperada su presencia, su paso, su bendición. Volveremos a ver balcones enrejados con geranios donde al fondo se intuye a alguien mirando sin ser visto. Volveremos a escuchar a Desiderio Artola, a ver los ciriales bien elevados, las velas al cuadril y las túnicas manchadas de cera tiniebla. Volveré a ver todo eso y volveré a ver a Jesús. Veré en la distancia a Marina y a Fran, su hijo, ahora hermano mayor, y también veré a Jesús. Veré a Juanjo y veré a Jesús. Veré a David, Antonio, Miguel Ángel, Gonzalo, Álvaro, Cari, Pipo, Dudy, José Miguel, Rocío o a Javi y veré a Jesús.

Porque el legado de Jesús no es una forma de procesionar, solo. Porque el legado de Jesús no son obras de arte, solo. Porque el legado de Jesús no es un discurso procesional inigualable, solo. El legado de Jesús es el amor. El legado de Jesús son sus amigos. Porque nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.