Opinión | Marcaje en corto

El sambenito que pesa sobre los campos de golf

El segmento del turismo deportivo en la Costa del Sol tiene en el golf uno de sus puntales.

El segmento del turismo deportivo en la Costa del Sol tiene en el golf uno de sus puntales. / L. O.

Este pasado viernes, de operación salida y atascos kilométricos en numerosas ciudades, se conmemoraba el Día Mundial del Agua. Fue una jornada ideal para invocar a los dioses de la lluvia, con plegarias que ya han empezado a condicionar la Semana Santa en Andalucía.

En Benalmádena fuimos testigos directos de un foro sobre agua y turismo que tocó de lleno uno de los deportes que mayor rendimiento genera, desde hace muchas décadas, en nuestra comunidad autónoma. Porque el golf, como reflejan autoridades y auditorías externas, da empleo a más de 50.000 personas y es responsable, de manera directa, del 1% de todo el PIB andaluz.

La Costa del Sol, también denominada «costa del golf», tiene en esta disciplina olímpica a una auténtica industria. Pero estamos en tiempos de tener que atizarle a todo turista que se precie, por mucho que buena parte del salario provincial dependa del ritmo al que aterricen los aviones repletos de pasajeros.

Así que en tiempos de sequía, de restricciones diarias, lo que toca es arremeter de manera injustificada contra las duchas que puedan ahorrarse si de un día para otro se cerrasen todos los hoteles y apartamentos reservados por turistas o residentes foráneos. Llegó a plantearse en el referido foro empresarial que el gasto por turista y día alojado en un establecimiento de la provincia supera la barrera de los 400 litros de agua.

De manera rotunda, el vicepresidente ejecutivo de la patronal hotelera Aehcos, Javier Hernández, indicó no sólo que dicha cantidad no pasa de los 160 litros diarios per cápita que ahora las administraciones proponen como medida para incrementar las restricciones. Alegó que el gasto por habitación es muy inferior al agua que requiere el resto de servicios que presta un hotel. Basta con observar las facturas de este tipo de alojamientos y hacer números.

De ello son muy conscientes las empresas públicas encargadas de gestionar el agua en alta. Portavoces de estas mismas entidades apuntaban, precisamente, que el segmento del golf fue pionero en la provincia en la lucha contra el cambio climático.

Porque sobre este deporte han pesado históricamente varios sambenitos a todas luces infundados. Ha sido acusado de elitista, cuando no son pocos los municipios malagueños y del resto de Andalucía que poseen escuelas públicas en las que poder iniciarse a precios populares en esta saludable disciplina.

Y otro de ellos pasa por el gasto de agua. Con la mayor concentración de campos de golf de toda Europa, en Marbella, Estepona o Benahavís se riegan desde hace años estas instalaciones con agua regenerada procedente de las depuradoras de la zona.

Pero hay un dato bastante desconocido para casi toda la ciudadanía y al que arrojó luz el presidente de la Mancomunidad de Municipios de la Costa del Sol Occidental, Manuel Cardeña. Si las depuradoras dependientes de dicha mancomunidad generan un caudal de agua reciclada de más de 40 hectómetros cúbicos, los campos de golf apenas gastan siete hectómetros. Es decir, van directos al mar unos 33 hectómetros, a la espera de que las autoridades sanitarias puedan dar luz verde a los permisos (Benalmádena ya casi dispone de ellos) para poder utilizar esas aguas recicladas en el baldeo viario.

Quizás si hace décadas se hubiesen articulado este tipo de medidas, no sólo para hacer más sostenible la práctica del golf, la Costa del Sol viviría menos penurias a estas alturas. Ni con la gravísima sequía de 1995 se aprendió una lección ante la que de urgencia se le buscan en este momento desde desaladoras portátiles a barcos reconvertidos en macrocisternas.

Seamos conscientes además, aunque esto vaya de deporte, de que el agua en España desde siempre salió barata (también despilfarrarla). Aún con las últimas subidas la pagamos un 35% por debajo de la media europea.