Opinión | Viento fresco

Menuda experiencia

La palabra experiencia se ha puesto de moda. Es ya una plaga

Menuda experiencia.

Menuda experiencia. / L. O.

En un mundo que desprecia la experiencia (con cincuenta y pocos, a la calle) no se habla de otra cosa, para bien, que de «la experiencia». Queremos la mejor experiencia en compras, dice en una entrevista un directivo de Amazon. La experiencia de ver una película única, afirman en Netflix; vive la experiencia de alojarte en un entorno rural, único, proclama mi agencia de viajes. Disfruta al máximo la experiencia de comer en este restaurante, enfatiza un chef de moda. Lo que antes era pasar el rato ahora es la experiencia, lo que antes era el placer ahora es la experiencia. La experiencia como palabra baúl, comodín.

Hago una pausa redactando este artículo, para tener la experiencia de merendar un bollo de crema, y enciendo la tele. Anuncio de coches: no te pierdas la experiencia de conducir un pura sangre, dice la voz en off, seguramente con mucha experiencia. La experiencia, que denota algo a largo plazo, como sinónimo de fugacidad. La experiencia es un grado, decía el clásico. Ahora es una barrila. Para una mejor experiencia en el ascensor, pase usted primero, caballero, le voy a decir un día a mi vecino. Voy a tener la experiencia de planchar diez camisas, podemos decir un domingo por la tarde, que vaya si es una experiencia.

Yo pensé que alguna gente era solo apariencia pero resulta que son experiencias. ‘Vive la experiencia’ tiene como lema principal y en grandote la web del Hipódromo de la Zarzuela, que no sé yo, la verdad, qué hago de buena mañana en semejante sitio internético. Uno lo que querría es vivir la experiencia de un arroz con pulpo acompañado de buen vino como prólogo a una siesta de hora y media, pero la jornada nos exige pasar por la experiencia de ir a una reunión, acudir a un coloquio, personarse en la oficina y acabar teniendo la experiencia de llegar a casa tarde ya solo con ganas de probar la experiencia que supone abrir una cerveza, caer en el sofá y dormir.

Dormir puede ser ya también toda una experiencia y sobre eso teoriza David Jiménez Torres en ‘El mal dormir’ (Libros del Asteroide). «Siempre he dormido mal. Este es uno de los hechos fundamentales de mi vida», arranca el libro, que a buen seguro no lo dejará dormido. Seguro que Jiménez Torres ha tenido ya la experiencia de que alguien le haga este chistecito. Es lo que nos pasa a quienes tenemos ya cierta experiencia, que no sabemos si estamos innovando o citando.

La definición primera de experiencia («Hecho de haber sentido, conocido o presenciado alguien algo») se va imponiendo a la segunda, que era la predominante («Práctica prolongada que proporciona conocimiento o habilidad para hacer algo»). Lo va sabiendo uno, claro, por experiencia.