Opinión | Tribuna

Canarias. Las islas de Levante

Lanzarote y Fuerteventura son las islas más orientales de las Canarias, las más cercanas a la península y también a África. Muy próxima a Lanzarote, unas 3 millas al norte, está La Graciosa (que algunos llaman la octava isla y que es, si no me equivoco, la menos habitada, después de Tabarca –frente, ésta, a Santa Pola, en Alicante- de nuestro país). Entre aquella y Fuerteventura (que distan unas 7 millas), muy próxima a ésta (aproximadamente 2, 50 millas) se encuentra la pequeña isla de Lobos.

Además, están Alegranza, Montaña Clara, Roque del Este y Roque del Oeste, islotes que conforman (junto a La Graciosa) el archipiélago Chinijo. Esta España, las Canarias, alejada de la Península, como electrones de un átomo donde ésta sería el núcleo, es tierra tan española, como cualquier otra, con sus costumbres, sus tradiciones y sus peculiaridades como las demás. Ha habido, como en otros territorios, movimientos secesionistas, aunque de poca entidad y eso, creo se debe a dos razones. La primera es que, al no tener una lengua propia (lo que es, sin duda, una notable posesión cultural, pero también, aunque desde la demagogia se niegue, una potencial fuente de conflictos –conocemos, de sobra, ejemplos- porque hay quienes en lugar de verlo como una forma de enriquecedora diferenciación, lo ven de segregación) y la lengua común está claro que une mucho.

La otra razón es la cercanía de esta región a África, lo que no creo que resulte alentador para aspiraciones independentistas, cuando, entre otras cosas es conocida la reivindicación marroquí (la nación amiga, que dicen algunos) del Gran Marruecos, que incluye (además de, por supuesto, Ceuta, Melilla y las llamadas plazas de soberanía del norte del país magrebí) sobre este archipiélago.

Ambas islas, Fuerteventura y Lanzarote, como lo que más o menos ocurre en el resto de las Canarias, aunque puede que en éstas sea particularmente grave, tienen el problema de la escasez de agua, no hay más que ver sus casas, los pequeños pueblos que salpican su geografía para entenderlo: las tejas se puede decir que no existen, en su lugar las azoteas que puedan aprovechar la poco agua que llega del cielo.

Lo han solucionado como me parece que únicamente puede afrontarse esta carencia: mediante la instalación de desaladoras. La desalinización del agua marina no deja, en cualquier lugar, de tener sus detractores, principalmente por el alto costo que supone, pero hay que preguntarse si existen alternativas. Estas islas, como otras zonas peninsulares, donde se padece igualmente un régimen de lluvias irregular y más bien escaso, donde igualmente sectores productivos como la agricultura y el turismo, demandan una cantidad importante de agua, están abocadas al uso de estas plantas, que permitan un consumo controlado pero necesario de la misma.

En estas islas, como en el resto del archipiélago existe una figura exclusiva de las mismas, que es el Cabildo. Este órgano tiene carácter insular y su necesidad parece evidente ya que cada una tiene sus propias peculiaridades y necesidades.

El paisaje, de una y otra, es similar, en cuanto a su vegetación rala y aspecto yermo, que no merma una belleza propia, singular. En Lanzarote, el elemento volcánico es mucho más evidente y hay grandes extensiones de piedras negras, rocas salidas de estos montes cargados de fuego, cuyas faldas arrugadas son reminiscencia de correntías de lava que alguna vez las surcaron. No se ven muchas aves, aunque en algunos sitios abundan los gorriones y la gaviota es bastante frecuente.

El turismo es omnipresente y sin duda una importante fuente de ingresos.

No voy a detenerme en los muchos lugares atractivos del territorio porque este artículo se haría interminable y porque para eso están las guías turísticas, solo voy a decir que es de esos sitios donde querría volver, aunque sé que el mundo es ancho, la vida corta y por eso es arduo volver a los lugares que de una manera u otra, te han dejado huella.

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