Opinión | Tribuna

Colisión del portacontenedores ‘Dali’ contra el puente Francis Scott Key

Resulta difícil de entender es que esta estructura, de un coste tan alto y de tanta importancia para Baltimore, no estuviese eficazmente protegida

El accidente. El buque. El pasado 26 de marzo, este buque se precipitó, al salir del puerto de Baltimore, en Estados Unidos, contra el puente Francis Scott Key, en concreto contra uno de las pilas o pilares que sostienen esta estructura, que, como no puede ser de otra manera, faltándole uno de los apoyos, colapsó.

Hay en este accidente distintos aspectos que no quedan explicados, por lo menos suficientemente, aunque es de suponer que a medida que la investigación se desarrolle, estos puntos se irán clarificando. Hay dos elementos, el activo, que es el carguero, el que produce la rotura del puente y éste, de carácter pasivo, que lo sufre.

En cuanto al buque (una mole de 300 metros de eslora, una manga de 48 metros y un calado de 12.20 metros; cargado, al parecer, con unos 10.000 contenedores), que ya anteriormente había tenido problemas, sufrió, o así lo han informado los tripulantes y los armadores, una avería eléctrica que afectaba a su sistema propulsor, algo que no se entiende muy bien porque los barcos a partir de cierta envergadura (y éste, sin ser de los mayores, sí entra en ese rango) tienen equipos de emergencia para los distintos servicios que lo integran.

No ha quedado determinado, por lo que ha trascendido, que se encontrase a bordo algún práctico (el profesional, como es sabido, que en cada puerto se encarga de que las operaciones de entrada y salida del mismo, se haga de forma óptima y sin incidentes de ninguna clase). Puede ser que hubiese desembarcado con anterioridad o, lo que resulta improbable, que se hubiese prescindido de su intervención.

La inercia del barco -a pesar de que su velocidad, al encontrarse todavía en aguas portuarias, fuese reducida- a la vista de sus dimensiones y de la carga que transportaba, era considerable y muy difícil de frenar (estos gigantes de la navegación, prácticamente carecen de movilidad, precisan de remolcadores que los empujen o tiren de ellos), como se detiene un automóvil con el pedal correspondiente, sistema del que, sobra decirlo, los buques no disponen. Por lo visto, se intentó reducir su empuje, ciando y también filando anclas, pero, independientemente de que ya no hubiese habido tiempo para completar la operación de arriado esto hubiese tenido poco resultado inmediato: estaban ya demasiado cercanos al puente.

Baltimore bridge collapses after being hit by cargo ship

El puente Francis Scott Key tras colapsar. / JIM LO SCALZO (EFE)

El puente

Fue construido en 1977 y era utilizado anualmente por más de 11 millones de vehículos. Con una longitud superior a los 2.000 metros, era uno de los puentes de ciudad de Baltimore, cuya intensa actividad portuaria se verá seriamente afectada. Llama la atención que careciese de las defensas (también llamadas delfines), que protegen estos puentes de posibles colisiones, como ocurre en el puente nuevo de Cádiz (el ‘Puente de La Constitución de 1812’). Sí se habían emplazado, por lo que se ve, en defensa de sendos postes del tendido eléctrico para el servicio de la ciudad, pero no en línea con las dos pilas o columnas que soportaban el vano central del puente, de 366 metros, que tampoco habrían podido hacer mucho, porque su parte emergida, no aparenta suficiente consistencia. En cualquier caso, no parece que fuesen capaces de detener al buque, aunque podrían quizás frenarlo en alguna medida.

Lo que sí resulta difícil de entender es que esta estructura, de un coste tan alto y de tanta importancia para la zona, no estuviese eficazmente protegida ante posibles envites de barcos, considerando el elevado flujo de éstos y su creciente envergadura.

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