Opinión | MIRANDO AL ABISMO

Las emociones y la filosofía

Hace unos días, hablando con unos amigos, entró en la conversación el empirismo. Así, en general y sin entrar mucho en detalle se puede definir el empirismo como la teoría filosófica que, en oposición al Racionalismo, entiende que la fuente de todo conocimiento está en la experiencia. Debido a su forma de entender cómo empieza el conocimiento humano, muchos estudiosos relegan al empirismo a una mera teoría del conocimiento, es decir, que sólo se ocupa de dar respuesta al origen del conocimiento y a cómo lo procesa muestro cerebro.

A mí siempre me ha parecido una interpretación insuficiente del empirismo. Es verdad que surge como teoría en oposición a los racionalistas, sobre todo a Descartes, pero el empirismo tiene un papel fundamental en el análisis y comprensión de las emociones, que como ya sabemos lideran gran parte de nuestro comportamiento. Hasta la llegada de la teoría de Hume ningún pensador había explicado con éxito las emociones, los racionalistas sabían de su existencia, pero no lograron explicarlas satisfactoriamente. Hume cree tanto en el papel de las emociones que nombra a su teoría moral «emotivismo moral». Esta teoría dice que lo que nos motiva a hacer o no hacer algo es el sentimiento que eso nos produce, por lo tanto, considera a los sentimientos como fundamentos de la conducta humana. Por primera vez tenemos una ética que no descansa sobre la razón, lo hace sobre los sentimientos. Establecer que calificaremos una acción de correcta o incorrecta según quién la realice debido a los sentimientos que esa persona nos provoque es entender que nuestra mente, nuestro cerebro, es mucho más que racional, que sí, que puede razonar inductivamente y puede realizar cálculos matemáticos y pensar racionalmente sobre cosas que no necesiten la intervención de la emoción, por ejemplo, en matemáticas o física. Nuestro cerebro no funciona de manera mecanicista, como el motor de un coche, sino que son nuestras emociones las que lo guían. Hemos empezado diciendo que el empirismo se caracteriza por decir que la fuente de todo conocimiento es la experiencia y la experiencia no es otra cosa que emociones que se han vuelto recuerdos con el tiempo. Es mi relación con ellas lo que va a determinar qué experiencia tengo sobre un suceso concreto. Por ejemplo, si a ti te dicen que eres malo en matemáticas, tu mente se va a formar en torno a esa idea y probablemente serás malo en matemáticas.

Supongo que algo de eso es lo que sucede cuando me pongo ante un folio en blanco y no sé de qué escribir y pienso que no me va a salir nada y que el domingo encontraréis un vacío dónde solía estar mi columna. Es entonces cuando mi experiencia me recuerda lo feliz que soy cuando escribo, que las tardes son ya luminosas y lo poco que ya queda para el verano.