Opinión | Viento fresco

Piscinas llenas

Hay que activar en la agenda el número de los amigos que tienen una en su casa

Una mujer se relaja en una piscina

Una mujer se relaja en una piscina / L.O.

Hay que activar en la agenda los números de los amigos con piscina. La Junta de Andalucía permitirá el llenado de las mismas en la provincia de Málaga y seguramente en todas las demás. Los gobernantes a veces se tiran a la piscina a la hora de tomar decisiones pero les cuesta tomar medidas impopulares. El anuncio ha caído como un oxigenante chapuzón en el sector turístico que ya estaba ensayando cómo decir: a ver, Mister Robinson, prohibited from using the swimmingpool. Los ingleses cafres que hagan balconing podrán seguir haciéndolo, aunque nadie puede descartar que también lo hicieran con la piscina vacía. Los pobres no tenemos ropa de entretiempo y tampoco piscina. Una cosa puede sobrellevarse y la otra puede paliarse con la mar salá. En la provincia de Málaga hay casi 80.000 piscinas. Si todos los malagueños nos bañaramos en ellas la cosa saldría, más o menos, a veinte personas por piscina, lo cual es poco si es olímpica pero un poco apretadillo para esas piscinas de la clase aspiracional que se han hecho una bañera en el minúsculo jardín del adosado.

- Manuel Antonio, si metes la colchoneta no cabemos.

La sequía ha remitido no por planificación, obras o inversión y sí porque ha llovido. Podemos llenar las piscinas y los hoteleros y dueños de pisos turísticos podrán llenar los bolsillos. Un verano sin piscinas (además del título de un relato) podría ser todo un experimento sociológico. No ya por la desaparición de los Pepitos Piscinas, entrañables personajes, también por cómo íbamos a combatir el calor. Y la falta de turismo. En el turismo de sol y playa el gran incentivo es que también haya piscina. Quiere piscina también el turismo de golf y el gastronómico. En este mismo momento de día primaveral hay alguien pronunciando la frase «me voy a la piscina», que puede ser una desganada proclama rutinaria o un anuncio jovial, alegre y como de ocasión festiva y poco frecuente. En un artículo sobre las piscinas siempre hay que citar a John Cheever y su relato El nadador, con su inolvidable comienzo: «Era uno de esos domingos de mediados de verano en que todo el mundo repite: ‘anoche bebí demasiado’. Lo susurraban los feligreses al salir de la iglesia, se oía de los labios del párroco, así como en los campos de golf».

La lectura de El nadador puede alternarse con la del decreto de la sequía, que ya es papel mojado. Antes de hacer unos largos.