Semana Santa Málaga 2023

Anécdotas de la Semana Santa de Málaga: cualquier tiempo pasado...

La historia de la Semana Santa de Málaga está plagada de anécdotas y curiosidades que darían para escribir una segunda edición del célebre libro firmado bajo el pseudónimo del Nazareno Verde por la recordada Lola Carrera - Estampas que muchos recuerdan, en unos casos porque las vivieron y en otras porque han sido transmitidas oralmente en forma de legado tan imperecedero como simpático de la celebración y que con seguridad, en la concepción penitencial actual, no tendrían cabida, pero que forman parte del imaginario colectivo y que reflejan una forma de ser propia, con mucho sabor y poso

Encarna Sánchez, delante del trono de la Virgen del Gran Perdón en 1987, sin cubrirse el rostro.

Encarna Sánchez, delante del trono de la Virgen del Gran Perdón en 1987, sin cubrirse el rostro. / Archivo Prendimiento

Ignacio A. Castillo

Ignacio A. Castillo

Lola Carrera fue una adelantada a su tiempo. Intensa y pasional. Entrañable y respetuosa. Puso las cosas en su sitio y contribuyó, de forma inigualable, a la transformación de la Semana Santa tal y como hoy se conoce, con sus sabias críticas y alentando a los que en los años 70 eran jóvenes a revolucionar la celebración. En unos tiempos en los que la opinión de la mujer poco o nada valía, menos aún en el mundo de las cofradías, Lola Carrera tuvo que recurrir al conocido pseudónimo de Nazareno Verde para hacer oír su voz y que ésta fuera tenida en cuenta. Y se tenía. Durante toda su vida fue una gran esperancista y hay quien no descarta que se revistiera el hábito verde a escondidas para salir en procesión junto a su Virgen el Jueves Santo. Destacó como archivera e historiadora y fue autora, entre otros libros, del célebre 'Anécdotas y curiosidades de la Semana Santa malagueña', así como del 'Lenguaje cofradiero de Málaga' y también de 'La casa de las viudas'.

En el primero de ellos, editado en 1977, Lola Carrera, no hacía un repaso académico de la historia de la Semana Santa, sino de las historias de la calle, sin dejar a nadie indeferente. Sin duda, la Semana Santa de Málaga ha asistido a estampas rocambolescas, llenas de gracia, sabor y poso, que darían para elaborar una segunda edición de este monográfico. Escenas que con seguridad, no tendrían cabida en la concepción penitencial actual, pero que han quedado en el imaginario colectivo por la repercusión que en su día tuvieron.

La célebre cuádriga que en 1985 salió en la guardia romana de la Soledad de San Pablo.

La célebre cuádriga que en 1985 salió en la guardia romana de la Soledad de San Pablo. / Eduardo Nieto

La cuádriga romana de la Soledad de San Pablo

Por ejemplo, ¿quién no ha oído hablar de la cuádriga que en 1985 sacó la hermandad de la Soledad de San Pablo? Puede que hasta los cofrades más jóvenes lo conozcan, porque se trata de un hecho singular y excéntrico que, por supuesto, no se volvió a repetir. 

La cofradía trinitaria incorpora en su comitiva una original escolta o guardia romana desde su primera salida en 1921. El primer año iban 16 personas a caballo. Desde entonces, la corporación ha conservado y cuidado con celo y rigor esta presencia, mejorando continuamente los uniformes. En los años 80 del pasado siglo fue el momento en que esta escuadra contó que más componentes y cuando, en aquella procesión de hace ahora casi 40 años, se incorporó este carro tirado por dos caballos castaños cubiertos con mantas de color granate rematadas con greca romana. Inolvidable. Pero sobre todo también por quien lo conducía y llevaba los arreos: el recordado José Repiso, toda una personalidad en el barrio de la Trinidad, propietario del bar El Tiburón, de la calle Sevilla, que, revestido con toga y corona de laurel, al paso de la cofradía por la Alameda o Larios era tan jaleado, que no podía dejar de saludar y hasta brindar, marcando también con su pulgar hacia arriba o hacia abajo, a modo de emperador, cuando en el circo ordenaban la muerte o el perdón del gladiador derrotado.

Pepe Repiso y su hermano Paco, que fue presidente de la peña El Cenachero y más adelante de El Sombrero, más allá de esta infortunada anécdota, sostuvo un destacado papel de ayuda a las cofradías del barrio trinitario en tiempos en los que todas las manos eran pocas. Una época mucho más difícil que los tiempos actuales en la que los cofrades tuvieron que agudizar el ingenio para sacar adelante la Semana Santa que hoy hemos heredado.

Una de las visitas de Carmen Polo a la Semana Santa de Málaga.

Una de las visitas de Carmen Polo a la Semana Santa de Málaga. / Agrupación de Cofradías

"Me he quedado ciego, pero que la cofradía vaya bien"

Cuenta Pepelu Ramos que, a su vez, se lo escuchó al difunto Antonio Guadamuro, que un Jueves Santo de hace ya muchos años la esposa del entonces jefe de Estado, Carmen Polo, presidía los desfiles procesionales desde la Tribuna Oficial en la plaza de la Constitución. Además de sus collares, venía tocada con tradicional mantilla española sobre una peineta que desafiaba la ley de la gravedad. Su enhiesta y espigada presencia ya imponía, independientemente de su cargo y el de su marido. Todo tenía que ser perfecto, por Dios.

Misericordia entraba en la calle Larios. El mítico Pepe Tirado era su hermano mayor. Se adelantó a la cabeza de procesión para pedir la venia. A pesar de los nervios, y con toda la ceremoniosidad que merecía el momento y tan destacada presidencia, se recogió la capa del brazo y subió uno a uno los peldaños de la Tribuna. Despacio. Al llegar al final de la escalera, se puso la mano derecha en el pecho e hizo tal reverencia, abrumado seguramente por quien ocupaba el palco de autoridades, que según cuentan, dio un capirotazo tal a la marquesa que le descompuso el tocado y le dobló la peineta... Pero ella no se inmutó.

El Periquito, como se conocía al bueno de Pepe Tirado, sí lo hizo. Preso de la inquietud y la excitación, sin saber probablemente donde meterse, se dio media vuelta y tropezó, cayendo al suelo y rodando escalones abajo. Cuando llegó a la calzada, tuvo que ser auxiliado por varios nazarenos de la comitiva de la Misericordia. Del golpe y el impulso, se le volvió la tela del capirote del revés. «Pepe, Pepe, ¿cómo estás?», le preguntaron. La repuesta habría que enmarcarla y situarla en la primera página del libro de cabecera de cualquier cofrade que se precie. «No pasa nada, no pasa nada. Me he quedado ciego, pero lo importante es que la cofradía vaya bien».

Cuando el lector deje de reír, que intente profundizar también en el espíritu de sacrificio y trabajo denodado de este gran cofrade por su hermandad. Es la primera lección. Gracias a cofrades como Pepe Tirado y otros muchos Málaga conserva la mayor de sus tradiciones y los cofrades de hoy pueden disfrutar de una Semana Santa tan distinta, pero heredera de aquel esfuerzo al que se le debe un respeto. 

El Rico | Miércoles Santo 2022

Cabeza de procesión de El Rico en 2022. / Álex Zea

El bastón de El Rico

Jesús El Rico reúne la esencia y ese sabor de los añejos nazarenos dieciochescos por su cuidada presentación: peluca de tirabuzones, túnica bordada de cola, encajes en los puños, cruz labrada en plata, incluso la particular forma de tomar el madero, son del gusto de una iconografía que responde a una estética devocional puramente malagueña. 

La cofradía además conserva entre su patrimonio los que pudieran ser los dos enseres más antiguos que se procesionan en la Semana Santa de Málaga: dos magníficos bastones cortos de plata, profusamente labrados a mano, de un metro aproximadamente cada uno; en cuya empuñadura aparecen tres nombres de quienes pudieron ser mayordomos y una fecha: "Se hizo año de 1759". Son los que utilizan el jefe y el subjefe de procesión.

En la memoria colectiva cofrade también queda un Miércoles Santo de parón absoluto en Larios, antes de que la principal calle de la ciudad fuera peatonal: el mayordomo de cabeza de procesión, un histórico de la hermandad que siempre ocupaba responsablemente este cargo junto a la cruz guía, había perdido uno de estos preciados bastones que se le había escurrido en una alcantarilla de la calzada. La cofradía, bajo ningún concepto, podía seguir adelante sin antes rescatar la antigua insignia y tuvieron que intervenir hasta los bomberos. Y no precisamente los de la banda. Aquel recuerdo llegó a abrumarle durante toda su vida. Ya no está entre nosotros. Su hija ocupa ahora ese puesto. Y su recuerdo pone en evidencia cómo hay, y había, cofrades, tan responsables de su servicio y del enser que se le confiaba que, plantaban un pie en el sitio y de él no se movían hasta no recuperar lo que es de todos.

Parte del artículo publicado en La Saeta de 1988 por la junta de gobierno del Prendimiento.

Parte del artículo publicado en La Saeta de 1988 por la junta de gobierno del Prendimiento. / L. O.

Encarna Sánchez, "algo que nunca debió ser"

Entre las historias más esperpéticas que aún se recuerdan se encuentra la actitud, tras la invitación que el Prendimiento le hizo para que saliera de mayordomo de trono de la Virgen del Gran Perdón el Domingo de Ramos de 1987, a la insigne locutora Encarna Sánchez. Sería la primera vez que una mujer ocuparía esta responsabilidad. La lideresa de las ondas, muy vinculada entonces a la Asociación La Coracha y a la Exaltación de la Mantilla, aceptó encantada, se presentó en Málaga aquella Semana Santa para salir en la procesión. La cofradía le había hecho un equipo a medida para ello, pero solo se revistió con la túnica, porque no se cubrió en ningún momento de la procesión.

En las vísperas, ya había dejado plantados a los cofrades en una cena en la que le iban a hacer entrega de un martillo de oro, pero nadie podía imaginarse que, a su llegada a Atarazanas, justo cuando la cofradía accedía al recorrido oficial, el espectáculo que iba a ofrecer la comunicadora iba a ser tan poco edificante. 

En un artículo publicado en La Saeta de la Cuaresma siguiente, la junta de gobierno quiso explicar "algo que nunca debió ser". Lógicamente eran tiempos sin internet ni redes sociales. Con la calma y la perspectiva que dan el tiempo, en el texto se detalla cómo el público de las sillas reconocía a Encarna Sánchez y por fin podía poner rostro a la voz referente que tanta compañía les hacía en sus noches, primero, y sobremesas, después, por lo que no dudaban en levantarse, meterse dentro del cortejo y saludar con gran efusividad, besos incluidos.

Sánchez alegaba fatiga, agobios, angustias y "claustrofobia" para no refugiarse en el anonimato que proporcionaba el capillo. Pedro Gallego, hermano mayor de la hermandad capuchinera entonces, recuerda cómo con el tacto necesario, invitó en varias ocasiones a la periodista a que se fuera de la procesión. Fue un bochorno que, en primer lugar, sufrieron los propios hermanos ante tan impropio comportamiento. Por cierto, que la señora Sánchez se marchó a la altura de lo que era la Peña Malaguista, si despedirse siquiera, y sin dedicar ni una palabra a la Virgen, que haciendo gala de su advocación, ya la habría sin embargo perdonado.

La parada del bocadillo en Atarazanas o Tejón y Rodríguez. El 'Plátano Baloo' que se entonaba en la cola del trono. Las competiciones de pulsos. La leche con fresa que el niño de la banda, que no dejaba de redoblar su tambor, no quería tomarse, pese a la insistencia de su madre, mientras toda la Alameda coreaba al unísono: "¡Qué se la tome, qué se la tome!"... Todo forma también parte de esa historia no escrita de la Semana Santa pero que, sin duda, ha tenido una importancia clave a la hora de depurar formas y llegar a lo trascendente y lo espiritual, también desde el desarrollo estético. Gloria también a aquellos nazarenos que, con sus limitaciones, pero con tanto esfuerzo y dedicación, formaron piedra a piedra este testamento.

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