Semana Santa de 2023

Humildad y Paciencia: el Señor de la Málaga viva y su primera estación de penitencia

Humildad y Paciencia se pone en la calle puntual desde la lejana Cruz del Humilladero compartiendo con la ciudad la gran devoción que su nuevo sagrado titular ya despierta y reiterándose en las formas más puras de hacer cofradía

Salida de Humildad y Paciencia | Domingo de Ramos 2023

Ignacio A. Castillo

Ignacio A. Castillo

Ignacio A. Castillo

La Cruz del Humilladero es el barrio que resume Málaga. Por sus avenidas fluye la vida. No son encrucijadas laberínticas. No hay geranios ni gitanillas en los balcones. Tampoco casi naranjos que implosionan en flor cuando llega la primavera. Es el extrarradio, aunque cada vez más cerca, que desmitifica las distancias conforme la propia ciudad va creciendo. Allí, en San Vicente de Paul, hay un nuevo corazón cofrade que impulsa de forma diligente sangre que sirve para alimentar la cinco veces centenaria tradición de la Semana Santa y que desde noviembre cuenta con un nuevo titular. El Señor de esa Málaga habitada, que este Domingo de Ramos ha hecho por primera vez estación de penitencia con la compañía de sus cofrades.

Allí no llega el sonido de las campanas de la Catedral, pero hasta el Primer Templo diocesano se dirige por La Unión, penetrando en el antiguo arrabal perchelero, de camino al Centro. Desde los altos edificios de ladrillo visto, la cofradía es despedida por los vecinos que se quedan, los que no van con ella con hábito carmelita o de promesa en esta auténtica peregrinación. Son los mismos residentes que tanto saben de madrugones diarios, para ir a trabajar y de jornadas interminables hasta poder volver a casa. De penurias, fatiguitas y de saber estirar el sueldo hasta fin de mes haciendo de la cesta de la compra un honrado milagro diario. Son el pulmón poblacional de una Málaga que vive ahí, con densidad, y no ya en el Centro y sus viejas feligresías.

Todos, de una u otra manera, puede que incluso los que menos interés muestran, se han quedado absortos ante la implorante mirada de Aquel que, obediente hasta la muerte, se deja hacer en la cima del Gólgota y aguarda la suerte final en la cruz. Nadie duda ya de que, lo que sucede en los barrios, lo que se vive en sus calles, se puede equiparar perfectamente a lo que sucede intramuros de la vieja muralla, en las vías más angostas y en los rincones más estrechos cualquier día de los días santos.

Orgullosos cofrades de Humildad y Paciencia comparten a sus titulares con toda Málaga. A ese Señor que ha venido a ratificarles y a su Madre de Dolores y Esperanza, que con poderío contenido, con elegante rotundidad, se ha venido depurando siguiendo los cánones y redefiniendo el concepto de hermandad de barrio por el de hermandad en un barrio, que no es lo mismo.

Este Domingo de Ramos no es muy distinto, sin embargo, a cualquier otro fin de semana. El asador de pollos no da abasto. Al lado, compras de última hora en el bazar. Un poco más allá, un establecimiento de menús árabes acaba de vender una ración de cus cús. Incluso hay gente saliendo del gimnasio. Y mientras, la cruz guía se planta en Reboul. Y eso sí, las aceras se llenan. Y los monaguillos reparten estampitas y colaboran en extender la devoción.

El Cristo es un portento anatómico que corona la pirámide de su risco, decorado con rosas rojas y corcho. A su lado, la cruz que en breve será su patíbulo, de la que penden las sogas que servirán para su exaltación. Y la túnica de que la que acaba de ser desprendido. La banda del Carmen sigue con sones clásicos al trono que es estreno que aún se encuentra en primerísima fase de talla.

El Centro de Mayores Antonio Marcelo ‘El Séneca’, junto al puente Juan Pablo II, ha instalado una ‘tribuna’ para que sus usuarios puedan ver la cofradía de camino al Centro.

“Ya está La Unión en la calle”, dice el capataz cuando el trono de la Virgen de Dolores y Esperanza abandona la casa hermandad tras los toques de campana que ha dado la concejala responsable del distrito Teresa Porras, tan vinculada con la corporación desde sus orígenes.

La verdad es que Humildad y Paciencia no puede aprovechar mejor sus recursos. La Virgen, pese a la provisionalidad de su puesta en escena, iba completísima, con su candelería y adorno floral con predominio de rosas blanca, y a los sones de la Banda de Música de la Cruz del Humilladero, que atacó ‘Virgen del Rosario Coronada’, de Pablo Ojeda, para entrar en Gregorio de Frías.

Soplaba alto levante en las avenidas, doblando más de un capirote de los nazarenos estoicos de la hermandad, que asumen horas y horas de rigor penitencial. Por eso es tan importante medir los tiempos, aprovechar los tirones a tambor para ganar metros de camino a la Catedral para hacer estación de penitencia. En esto, como en muchas cosas las, pese a su juventud, Humildad y Paciencia imparte un magisterio anual.