La noche del Viernes Santo puso anteayer el broche final a una Semana Santa en la capital axárquica repleta de emociones y pequeños detalles que ya forman parte de la historia de los desfiles procesionales. Destacó, al filo de la medianoche, la aparición en la tribuna oficial de la plaza de las Carmelitas del pequeño Adrián Martín. Su saeta al Cristo de los Vigías levantó los aplausos de miles de personas que se congregaron en este punto fundamental del recorrido oficial. Como también fueron aclamados desde primera hora, con la popular llegada al municipio, los legionarios que acompañan en su recorrido a Las Angustias Coronada. Ante esta imagen volvió a plegarse un incontable número de veleños, puesto que se trata de una de las tallas más veneradas.

Quedan aún una jornada muy especial en el centro urbano veleño, porque a las cinco de esta tarde partirá desde la iglesia de San Juan el Cristo en su Triunfante y Gloriosa Resurrección. Será de nuevo un desfile que se prolongará hasta bien entrada la noche. Y será especialmente llamativo el paso por las principales calles del casco histórico veleño, debido a que a partir de la tribuna oficial se ha modificado para este año el recorrido. Al filo de las siete y media de la tarde comenzará ese nuevo itinerario de regreso, que conducirá hasta la propia parroquia de San Juan, enclavada en uno de los puntos más elevados del casco histórico y a no mucha distancia del Museo de Semana Santa permanente.

En cuanto a lo que fue la última de las veladas de Pasión, la de este pasado viernes, además de los detalles ya subrayados, el desfile de los dos tronos de Amor y Caridad, el de la talla del Cristo del Mar y Penas y este luto riguroso que acompaña al magno trono del Sepulcro, catalogado como una de las mayores joyas patrimoniales de la Semana Santa en Andalucía, volvió a abarrotar enclaves como la popular calle de las Monjas (Félix Lomas), la glorieta de Reyes Católicos o el camino desde ese punto, a través de la calle Canalejas, hasta la gran tribuna situada frente al Ayuntamiento veleño.

Ya pasada una de la madrugada, la estampa sobrecogedora de la Virgen de la Soledad, que parte de la iglesia de San Francisco, en el corazón cultural de la ciudad, inició su itinerario con el único sonido del tambor ronco tras el trono.