Ciencia y sociedad

Decrecimiento: ¿palabrota o recomendación científica?

Es el nuevo trending topic de la transición ecológica basado en la ciencia que tendríamos que realizar a marchas forzadas

La vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, en la COP28.

La vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, en la COP28. / EFE

Agnès Delage Amat, Rafael Jiménez Aybar y Alberto Coronel Tarancón.

El decrecimiento se está consolidando como tendencia cultural cada vez más popular en la sociedad y central en los debates científicos, con el potencial de conseguir una reducción organizada del consumo y de fortalecer la resiliencia de nuestras sociedades y nuestros valores democráticos. Es el trending topic del cambio de paradigma de la transición ecológica que pretende el creciente movimiento de las asambleas ciudadanas. Pontevedra será la capital mundial del decrecimiento en 2024.

Agnès Delage Amat, Rafael Jiménez Aybar, Alberto Coronel Tarancón (*)

A veces, incluso a las reinas les gusta soltar una palabrota y ver lo que pasa. Con evidente disfrute, la Reina Letizia interrumpió la semana pasada la sesión oficial de clausura de un docto seminario dedicado a la comunicación sobre cambio climático, organizado por la Real Academia de la Lengua Española en San Millán de la Cogolla, con una curiosa palabra altisonante: “decrecimiento”.

La Reina tomó la palabra para preguntar a los asistentes sobre la oposición entre "desarrollo" y "sostenibilidad" y sobre la estrategia de decrecimiento que recomiendan algunos científicos españoles, citando expresamente al experto del CSIC Antonio Turiel. Decrecer desde este punto de vista científico significa “consumir menos, reducir drásticamente el consumo de energía”.

Esta real pregunta era obviamente retórica, una de estas interrogaciones que sirven para formular de manera elegante una afirmación crítica, siendo exquisitamente provocativa. Dicho esto, la reina aguantó con paciencia el momento condescendiente de mansplaining del nuevo ministro de Transformación Digital, José Luis Escrivá, que al ser el “único economista en la sala” monopolizó la respuesta, hilvanando además una serie de bochornosas falsedades sobre la realidad de los análisis científicos decrecentistas actuales.

Una semana y dos mujeres para levantar el tabú del decrecimiento en España

Desde Dubai, Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica, ha recogido con destreza el testigo lanzado por la reina. En plena COP28 declaró que el decrecimiento ya no es un palabro malsonante cuyo uso recriminó a la reina su colega ministerial José Luis Escrivá, sino la futura tendencia, el trending topic del cambio de paradigma de la transición ecológica basado en la ciencia que tendríamos que realizar a marchas forzadas. Ágilmente y en muy poco tiempo, estas dos preclaras mujeres han conseguido que la palabra decrecimiento y los debates públicos sobre modelos alternativos de transición ecológica dejen de ser un incomprensible tabú en España.

Recordemos que, hasta ahora, sólo se ha hablado de decrecimiento en reducidos círculos ambientalistas o académicos, con muy poca visibilidad social.

A nivel internacional, el cambio de narrativa en torno al decrecimiento ya se ha hecho muy perceptible y muy rápido, especialmente porque los medios más liberales como el Financial Times, así como algunos grandes actores económicos de la talla de Bloomberg o Jefferies consideran que el decrecimiento definitivamente ha dejado de ser tabú y que ya no sirve caricaturizarlo como una mitología involucionista y catastrofista sino admitir su base científica.

En el último Foro de Davos en 2023 y el Foro Económico Mundial (WEF) de 2022 el decrecimiento se presentó públicamente como un modelo de cambio que «gana crédito a medida que crece el temor al cambio climático» y que “de una manera u otra, se necesita un tipo diferente de estructura económica para un mundo ecológicamente restringido”.

IPCC, actores económicos y políticas de suficiencia

De hecho, según Aniket Shah, Director General de Estrategia de Transición en la agencia financiera Jefferies y autor del último informe de prospectiva de la entidad, el trabajo del tercer capítulo del IPCC en 2022, ha sido decisivo para empezar a legitimar entre los actores económicos la necesidad del decrecimiento o del post-crecimiento en un marco llamado “políticas de suficiencia”.

En Francia, una importante organización patronal, creada sobre el modelo de la Asamblea Ciudadana por el Clima en 2020 y con el apoyo de la European Climate Foundation, ha pasado a la acción lanzando un programa a gran escala para que las empresas puedan “salir de la economía extractiva” y desarrollar concretamente una “economía regenerativa y suficiente”, basada en la sobriedad y la reducción masiva del consumo de materias primas y energía.

Por su carga todavía polémica, los expertos en climatología del IPCC apenas utilizaron en su informe la palabra “decrecimiento” y acuñaron el término de sufficiency es decir “suficiencia” como principal palanca de la transición ecológica, pero sin alterar su profundo alcance decrecentista, muy al contrario.

Los expertos del IPCC han definido la suficiencia como "un conjunto de medidas y prácticas cotidianas que evitan la demanda de energía, materiales, tierra y agua al tiempo que garantizan el bienestar de todos dentro de los límites del planeta". Por ejemplo, para el sector de la construcción, una “política de suficiencia” permitiría reducir las emisiones de carbono en la misma cantidad que el uso de energías renovables. Pero las políticas de suficiencia recomendadas por el IPCC no consisten únicamente en abandonar de una vez por todas los combustibles fósiles y reducir el consumo de energía.

Como analizó el economista Timothee Parrique, en el sexto informe del IPCC "suficiencia significa decrecimiento", porque los expertos insisten en la necesidad de reducir los bienes y los activos financieros más contaminantes y, así, reducir drásticamente las desigualdades y reforzar la democracia. El IPCC se refiere claramente a la "élite contaminadora" y a los trabajos de Dario Kenner, que demuestran la responsabilidad de los patrones de sobreconsumo y , sobre todo, de las grandes compañías de inversión financiera en las actividades más contaminantes.

El único crecimiento sostenible es el decrecimiento, reza esta pintada.

El único crecimiento sostenible es el decrecimiento, reza esta pintada. / Kamiel Choi en Pixabay.

Suficiencia y democracia: lo ecológicamente necesario es políticamente posible

El decrecimiento se está consolidando actualmente como tendencia cultural cada vez más popular en la sociedad y central en los debates científicos, según lo que ha documentado hace poco el economista Jason Hickel, muy en contra de lo que públicamente declaró el ministro José Luis Escrivá. Pero ¿cómo pasar de un nuevo trending topic a una planificación democrática de la reducción de la producción y del consumo en los países ricos?

En el caso de Europa en particular, tan adicta a las importaciones de materias primas del resto del mundo, una reducción organizada del consumo podría fortalecer la resiliencia de nuestras sociedades y nuestros valores democráticos, cada vez más fragilizados actualmente por el auge de la extrema derecha clima-negacionista y la explosión de las desigualdades.

Un estudio reciente ha demostrado que las políticas de suficiencia y de decrecimiento pueden contar con una herramienta institucional muy potente para que lo ecológicamente necesario sea políticamente posible: la participación en asambleas ciudadanas compuestas de personas elegidas por sorteo y representativas del conjunto de la sociedad.

Un grupo de investigadores ha analizado la totalidad de las medidas adoptadas por las asambleas climáticas nacionales por sorteo celebradas en Europa (860 medidas), incluidas las 142 medidas de la Asamblea Ciudadana por el Clima organizada en 2022 en nuestro país por el Ministerio para la Transición Ecológica, a iniciativa de Teresa Ribera.

Al compararlas con los Planes Nacionales Integrados de Energía y Clima (PNIEC) de cada país, los investigadores han descubierto que las medidas consensuadas por la ciudadanía, basadas en una información científica independiente de los lobbys y abiertas al tercer sector, son mucho más ambiciosas y socialmente justas que las políticas públicas, especialmente en términos de regulación y suficiencia.

En este sentido, la Comisión Europea está trabajando en la constitución de un parlamento ciudadano permanente y varios países europeos ya los están desarrollando a nivel local. La asamblea ciudadana que se organizará en Atenas en septiembre de 2024 mostrará cómo la deliberación puede también aplicarse en todas las fases de los procesos políticos de la Unión Europea, desde el establecimiento de la agenda y la iniciativa legislativa hasta la “co-legislación”.

El decrecimiento es ecológicamente necesario y la participación ciudadana en la democracia ambiental es el mejor futuro político que tenemos a nuestro alcance. España tiene un gran papel que jugar en la construcción de esta Europa post-crecimiento y de hecho, una ciudad española se va a convertir el año que viene en capital mundial del decrecimiento, al acoger el principal congreso internacional de economía ecológica.

Doña Letizia estará encantada de saber que, después de Zagreb en 2023, Pontevedra acogerá en junio 2024 a la élite de la investigación mundial sobre transición ecológica y decrecimiento, con la Universidad de Vigo y el apoyo del Ministerio de Ciencia e Innovación.

Está claro que el decrecimiento ya no es ninguna palabrota y en Pontevedra veremos que es una perspectiva científica que nunca ha sido tan abierta, democrática, compartida e innovadora.

(*) Agnès Delage Amat es Catedrática en ciencias sociales, Universidad de Aix Marseille, UMR CNRS Telemme. Rafael Jiménez Aybar es Director de programas de la red parlamentaria transpartido GLOBE International y experto en democracia medioambiental. Alberto Coronel Tarancó es doctor en filosofía, Responsable del Laboratorio Filosófico del Decrecimiento (UAM)