Hasta las generales del pasado 20 de noviembre, PSOE y PP medían sus opciones de llegar al Gobierno andaluz mirando hacia la bancada de IU. Hace más de un año que los socialistas, encogidos por todas las encuestas que arrojan una mayoría clara del PP, aspiran a mantenerse en el poder seguros de que IU votará por la investidura de José Antonio Griñán. Ésas eran las fichas de la partida hasta que el 20-N, el partido de Rosa Díez asaltó el mapa político andaluz con 207.517 votantes.

Unión Progreso y Democracia (UPyD) nació en 2007 y concurrió menos de un año después a las generales. Entonces logró en Andalucía 40.000 votos, casi los mismos que ahora ha logrado sólo en Málaga. La formación es la que más ha crecido en votos dentro de la región, duplicó sus apoyos en las municipales (logró 20 concejales, algunos en municipios importantes como Granada capital, El Ejido o Utrera) y los triplicó en las generales. Cuentan con menos de 2.000 afiliados en la comunidad y la campaña electoral en Andalucía les ha costado 40.000 euros.

Para entender cómo con 10.000 euros en Sevilla han sacado 58.415 votos, o con 1.200 euros en Huelva casi 10.000 sufragios, es necesario descifrar el perfil del votante de UPyD. «No tenemos un perfil andaluz, tenemos un único perfil para toda España. Nuestros apoyos se concentraron en los núcleos urbanos, ciudadanos de clase media bien informados y con acceso a internet. No teníamos medios para publicitarnos, han sido los voluntarios y los grupos de universitarios los que han movido nuestro mensaje en la red», dice el coordinador regional de UPyD, Miguel Ángel Delgado.

El partido de Rosa Díez se ha convertido en la tercera fuerza de Andalucía, con un 4,77% de escrutinios en las generales. De repetirse un resultado similar en las autonómicas de marzo, entrará en el Parlamento con dos diputados, por Sevilla y Málaga, distorsionando el frágil equilibrio de fuerzas entre la izquierda y la derecha andaluza.

Desde entonces, PSOE y PP intentan adivinar cuál sería el comportamiento de UPyD si la previsible mayoría de los populares en las autonómicas resulta insuficiente para formar gobierno y es necesario pactar con los grupos minoritarios. ¿Qué haría el nuevo partido? ¿Dejaría gobernar a la izquierda o a la derecha? Sería paradójico que esa pregunta recaiga en un partido que, de antemano, niega el esquema tradicional de izquierdas contra derechas.

El partido de Rosa Díez ha entrado en política para echar por tierra muchos de los intocables de la política. Es una fuerza que se ha distinguido más por decir aquello con lo que está en contra. Ha sabido aprovechar la ola de desafección de la juventud hacia la política tradicional y convertir todo ese enfado en votos. Esta estrategia, que a cualquier partido le habría supuesto un esfuerzo millonario, UPyD la ha resuelto lanzando mensajes sencillos que caben en un tweet: «UPyD no se identifica ni con el PSOE ni con el PP»; «UPyD está en contra de la pedagogía tradicional de la política que identifica derecha con conservadurismo e izquierda con progreso».

A Díez le basta con señalar la última legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero para demostrar cómo la izquierda hace política de derechas. Ella fue consejera socialista del Gobierno vasco en coalición con el PNV, de 1991 a 1998. Presentó su candidatura para ser secretaria general del PSOE en el congreso de 2000, en el que fue elegido por aclamación Zapatero. Díez quedó en último lugar. En el verano de 2007 abandonó el PSOE y meses después convirtió la Plataforma Pro –nacida de Basta Ya– en un partido que un año logró representación en el Congreso.

Mezcla ideológica

UPyD ha fagocitado a votantes desencantados del PSOE, del PP y de IU. Muchos creen que Díez se distancia de la izquierda y de la derecha para recabar votos de ambos flancos. Pero lo cierto es que el partido integra a exmiembros del PSOE, del PP, del Partido Comunista, de IU, de CCOO y UGT.

Tras el 20-N, Griñán reconoció que a partir de ahora habrá que tener en cuenta a UPyD en el territorio andaluz, aunque recordó que en unas elecciones autonómicas los grupos minoritarios suelen recabar menos apoyos que en las generales. Rosa Díez es la política más valorada en Andalucía, según el último barómetro del IESA. Pero PSOE, PP e IU no creen que UPyD vaya a consolidarse en las andaluzas, porque les falta un líder conocido, como la propia Díez, y porque necesitan un programa electoral singular que tenga que ver con la realidad andaluza.El candidato de UPyD a la Presidencia de la Junta es un abogado de 35 años que vive en Jerez, está casado y tiene dos hijos adoptados rusos.

Martín de la Herrán ya concurrió como candidato a la Alcaldía de Jerez, pero no logró ningún concejal. En septiembre se presentó a las primarias del partido y desbancó a otros cuatro candidatos. Herrán lleva la causa de los bebés robados en Cádiz, algo que tendrá que aparcar en enero cuando arranque la precampaña. «Somos ciudadanos normales que nos dedicamos a la política, pero seguimos viviendo de nuestro trabajo, y cuando termine este periodo, volveremos a nuestra profesión», dice. Los estatutos del partido no permiten estar más de dos mandatos consecutivos ni en cargos orgánicos ni al frente de instituciones públicas (Díez es la excepción y puede sumar hasta tres legislaturas).

Lo que sí se puede prever ya es que el programa de UPyD chocará de lleno con el Estatuto, un elemento esencial en la arena política andaluza. Todos los partidos en el Parlamento, en algún momento y para cualquier política sectorial, acaban envolviéndose con al bandera estatutaria para defender sus ideas. Una de las ideas matrices de UPyD es la devolución de las competencias de educación y sanidad al Estado, dos políticas que están blindadas por ley y amparadas en el Estatuto. Para devolver las competencias de sanidad habría que modificar la Constitución, para devolver educación, bastaría con modificar el Estatuto.