El acto central de la celebración del Día de Andalucía, que se celebró ayer en el sevillano Teatro de la Maestranza, tuvo como protagonistas absolutos al actor Antonio Banderas y Manuel José García Caparrós, asesinado el 4 de diciembre del 77 en Málaga, durante la gran manifestación para pedir la autonomía de la región. Además, fue el primer 28-F con IU en el Gobierno andaluz, que ha impulsado la concesión del primer título de Hijo Predilecto que se concede de forma póstuma. Sus tres consejeros, Elena Cortés, el malagueño Rafael Rodríguez y Diego Valderas, llegaron al recinto directamente desde la manifestación para reivindicar el Estatuto andaluz, ahora que la arquitectura autonómica está siendo atacada en aras de la austeridad.

Ayer, todo el que es algo en Andalucía estuvo en La Maestraza, blindada policialmente para evitar altercados, ya que una de las movilizaciones se situó justo a las puertas del teatro para silbar, únicamente, al presidente del PP andaluz, Juan Ignacio Zoido, que al parecer tampoco es especialmente apreciado por los sevillanos.

Envuelta en un aire festivo, la mayor parte de las Medallas de Andalucía concedidas, 11, y los nombramientos de los tres hijos predilectos, Caparrós, Banderas y la pintora Carmen Laffón, sirvieron para denunciar los estragos que sufren todos los sectores productivos por mor de la crisis: la sanidad pública, la investigación, el periodismo o las artes.

Al acto llegó de los primeros el consejero de Turismo, Rafael Rodríguez, quien recordó el papel de IU en la tramitación del expediente, y aclaró: «Andalucía salda su deuda, dado que su figura significa que la autonomía no fue regalada, sino conquistada venciendo todos los obstáculos, incluidas las balas».

Por el enorme vestíbulo del teatro deambulaban el torero Curro Romero y su mujer Carmen Tello; Los del Río o el periodista Jesús Quintero, amén de diferentes personalidades del mundo de la cultura, el Derecho y, sobre todo, la política: el Gobierno andaluz en pleno, con José Antonio Griñán a la cabeza; y numerosos malagueños: los parlamentarios socialistas Remedios Martel y Enrique Benítez y Paulino Plata, la exsecretaria provincial del PSOE y parlamentaria Marisa Bustinduy, la líder de la oposición socialista en Antequera, Rosa Torres, y la exdelegada Susana Radío, entre otras. También estuvo muy activo Luciano Alonso, consejero de Cultura.

El acto arrancó con un vídeo de la figura de García Caparrós, a quien la Junta concede el título de Hijo Predilecto por dar «el bien más preciado, la vida, por la autonomía». Su hermana Dolores recogió la placa de manos de Griñán, quien ve zanjada así la deuda de la región con su hermano.

Antonio Banderas, con un sobrio traje oscuro, aplaudió a rabiar a todos los premiados, susurraba enhorabuenas por doquier y daba palmaditas en la espalda a sus compañeros. Pero el punto culminante llegó con su discurso, en el que repasó los currículos de los condecorados, aunque decidió dejar la equidistancia, como suele hacer, en su casa. Primero recogió su placa, concedida por ser un andaluz universal que ha trabajado con los mejores directores de Hollywood sin perder sus raíces andaluzas. Y luego habló, tanto y tan bien, que el auditorio se puso en pie y lo aplaudió varios minutos. Alguna que otro política reconocía haber llorado.

Se refirió a quienes sufren los envites de la «maldita crisis», los que pelean por «mantenerse a flote y no hundirse en un océano de cifras macroeconómicas y primas de riesgo». Dejó el yo, su individualidad, ayer agradecida a lo que le da Andalucía, y habló del «nosotros», como un «Hamlet malagueño con más tribulaciones que certezas». Se definió como un optimista «estúpidamente romántico» y declaró, tras varios titubeos, su fe en Andalucía, «en sus infinitas posibilidades».

Tras pedirle trabajo con una broma muy aplaudida al director de Grupo Siete y Medalla de Andalucía, Alberto Rodríguez, hizo una confesión cuando le tocó hablar de Caparrós: desveló que ese 4 de diciembre del 77, una jornada festiva, de padres con hijos al hombro y madres sonrientes, de banderas verdiblancas en todas las esquinas, escuchó a una mujer que iba en dirección contraria a la marea autonomista recitar como una letanía: «Tenía que pasar, tenía que pasar». Luego gritos, carreras. Sirenas. Miedo. Él, junto al músico Antonio Meliveo y otros amigos, pasaba por el Puente de la Prolongación de la Alameda. Luego supo que García Caparrós cayó abatido, «un disparo que hizo diana en el corazón de todos los andaluces». Y un 28-F, un cuarto de siglo después, ambos se vuelven a encontrar, siendo hijos predilectos de Andalucía, una conexión «sobrenatural». Aquella bala podía haber alcanzado a cualquiera. «Hoy se te hace Justicia, y por eso tu tierra te devuelve lo que se te arrebató. Hoy quiero decirte: hermano, dame la mano, y volvamos al Día de Andalucía del 77, para salir a la calle y decir que somos un pueblo que respira libertad, incluso en estos días turbios». Algún aguerrido diputado autonómico no pudo contener las lágrimas.

Luego se refirió a la comunidad como «una necesidad, la respuesta a sus preguntas más trascendentes». La voz quebrada precedió a una larga ovación cerrada. Todo el mundo puesto en pie. En la rueda de prensa posterior al acto, junto a Dolores García Caparrós y Carmen Laffón, la primera le dio las gracias a Banderas: «Estoy superorgullosa, este día no se me va a olvidar en la vida. Ha sido muy especial recoger la placa en su memoria, en memoria de todos los andaluces». No habló de asunto zanjado, de deuda saldada. «Cumplío estás», que dice la copla. Pero no hizo falta. Ahora sólo queda saber, como recordó Rafael Rodríguez, quién apretó el gatillo.

Banderas en estado puro centró el interrogatorio periodístico, habló del caso Bárcenas y pidió respeto a la presunción de inocencia, al igual que hizo hace poco Felipe González en referencia a Rajoy, presidente del Gobierno cercado por el tema de los sobres. Reflexionó sobre su discurso, al que aportó una dosis de esperanza, y recordó que no es posible que el 74% de los jóvenes andaluces, según algunas encuestas por él conocidas de hace unos años, quiera ser funcionario: «Eso es ruina. En las universidades norteamericanas el 74% quiere ser empresario, dueño de su propia vida. ¿Eso está relacionado con la crisis? No lo sé. No se puede volver al ladrillo. Eso lleva tiempo. La educación es un camino largo pero sólido».

Habló del contencioso que mantiene con Marbella en relación al jardín de su casa, tras ceder 20 metros cuadrados al Consistorio para el Paseo Marítimo y aclarar que no protestará acerca de la resolución del asunto judicial relativo a una extensión mayor del patio del chalé: «No voy a llorar, ni a patalear, ni a hacer daño a mi tierra, ni a hablar de inseguridad jurídica en mi tierra».

Y habló de Semana Santa, del «chute» que supone ver a la gente de su barrio cada primavera, «volver a casa de mi madre». Fue el más solicitado. Numerosas fotos, autógrafos, pero sin dejar ni un momento a Dolores García Caparrós. Andalucía ayer saldó varias deudas. Quince en total. Aunque la herida del malagueño asesinado en el 77 no se cerrará hasta que se sepa quién apretó el gatillo.

Medallas de andalucía

Alberto Rodríguez. Cineasta sevillano.

Manuel Barea. Empresario.

Dolores Ascensión Gómez Ferrón. Empresaria.

José Manuel Lara. Editor.

Enrique García. Periodista.

María Rosa Orad Aragón. Bailaora.

Manuel Fernández Gerena. Cantaor.

Patricio Cárceles. Delegado territorial de la ONCE en Andalucía.

Esther Yáñez. Capitán de corbeta.

Marina Álvarez Benito. Doctora. Miguel Rodríguez Acosta. Pintor e ilustrador.

José Manuel Sierra. Portero de la selección española de balonmano.