Se califica como una mujer guerrera y dispuesta a luchar por lo que cree que es justo, pero en esta ocasión Magdalena Álvarez ha preferido no dar batalla y abandona el BEI algo "tocada" por lo que califica de campaña de desprestigio del Gobierno del PP en su contra tras ser imputada en la causa de los ERE fraudulentos de Andalucía.

"Me gusta batallar y luchar por lo que creo que es justo, pero todo tiene un límite", dice Álvarez, que no ha podido evitar, eso sí, que su salida de la vicepresidencia del BEI esté rodeada de polémica, uno de los términos que de manera habitual ha acompañado buena parte de su actividad pública.

Asegura la ex ministra de Fomento y ex consejera de la Junta de Andalucía que "no vale la pena" soportar lo que ha soportado en estas últimas semanas y asegura que se va por "responsabilidad" y no porque la Audiencia de Sevilla haya rechazado los recursos que había presentado contra su imputación en la causa de los ERE irregulares de Andalucía.

Pero, como no podía ser de otra forma, deja en su marcha una carga de profundidad para el Gobierno del PP, al que acusa de moverle la silla simplemente para poner a uno de los suyos.

"Mi puesto lo quieren para otro y están dispuestos a hacer cualquier cosa. Esto me da hasta miedo". La polémica la persigue, pero ella nunca la rehuye.

Desde 2009, cuando fue elegida diputada por el PSOE al Parlamento Europeo, y posteriormente -en 2010- designada vicepresidenta del BEI, Magdalena Álvarez se mantenía en un discreto segundo plano, sólo interrumpido por la decisión de la juez Mercedes Alaya de imputarla en julio de 2013 por el caso de los ERE irregulares.

A partir de ese momento, su vuelta a la escena más pública dejó claro que seguía teniendo un tirón mediático innegable y que muchos tenían cuentas que saldar con la ex ministra nombrada "Azote de la Oposición" en 2007 por los periodistas parlamentarios.

Nacida en San Fernando (Cádiz, 1952) y doctora en Ciencias Económicas y Empresariales, fue durante 10 años consejera de Economía y Hacienda en el Gobierno andaluz con Manuel Chaves, hasta que fue llamada en 2004 para el Ministerio de Fomento en el primer gabinete del socialista José Luis Rodríguez Zapatero.

Magdalena Álvarez se hacía con un ministerio con grandes proyectos, mucha inversión y, por lo tanto, muchas polémicas, que la ministra nunca rehuyó. Sus intervenciones en el Congreso y sus discusiones con los diputados populares aún se recuerdan.

Fue sustituida en 2009 al frente de Fomento por José Blanco, después de casi seis años en el Ministerio, en el que uno de sus mayores logros fue la puesta en marcha del Plan Estratégico de Infraestructuras y Transporte (PEIT) 2005-2020, dotado con 250.000 millones de euros.

Los retrasos en las obras del AVE a Barcelona supusieron su mayor desgaste político, que se saldó con su reprobación por parte del Senado, aunque la puntilla fue la gran nevada del 9 de enero de 2009 que colapsó las carreteras españolas y que dejó en evidencia la falta de previsión del Ministerio.

Ahora, una vez que se formalice su salida del BEI, Magdalena Álvarez pedirá su reincorporación a su puesto de trabajo en el Cuerpo de Inspectores de Hacienda y se irá de vacaciones, asegura.

"Me daré un descansito, porque me lo merezco", dice, para añadir a continuación que seguirá trabajando, que es lo que le gusta, y "estoy segura que tendré oportunidad de hacer muchas cosas".

Vaya donde vaya, seguro que no deja indiferente a nadie.