¿Ha cambiado Andalucía, desde que usted no es la presidenta de la Junta, tanto como dicen sus actuales gobernantes?

En muchas cosas, desgraciadamente, a peor. Y digo desgraciadamente porque yo quiero muchísimo a mi tierra. Quiero tanto a Andalucía que me duele que la gente lo pase mal. Y cuando ves que no pueden ir al médico y que hay colas todas las horas del día en las puertas de los centros de salud, te das cuenta de que esos cambios no han sido buenos. Lo mismo sucede con los colegios. El esfuerzo que están haciendo los docentes y que haya niños en clases con más de 25 alumnos en una pandemia, no es justo.

¿Cree que el ambiente en el Gobierno andaluz de PP y Ciudadanos se ha enrarecido tras el no de Pablo Casado a la moción de censura de Vox?

No. Porque aquí han decidido ambas fuerzas políticas que quieren seguir entregadas a Vox. Tanto Ciudadanos en Andalucía -Juan Marín- como el PP -Juanma Moreno Bonilla- le han vuelto a pedir a Vox estos últimos días que sea su aliado en los presupuestos. Que sea la mano a la que se agarren, cuando nosotros hemos ofrecido con mucha lealtad y sinceridad nuestra colaboración para esos mismos presupuestos. Pero es que ellos quieren hacerlo con Vox. Me cuesta entender que la semana pasada Casado le dijera a Abascal lo que le dijo y que hasta ahí habían llegado, y que aquí en cambio Moreno Bonilla no quiera soltar la mano de la ultraderecha para el presupuesto.

¿Hasta dónde le tendería la mano al Ejecutivo autonómico en la negociación de los presupuestos u otras cuestiones?

Hasta aprobarlo. Estaríamos dispuestos a llegar a la aprobación del presupuesto y ofrecer nuestros votos. Que es lo máximo que se puede dar porque un presupuesto es el mayor instrumento que tiene un gobierno para trabajar en la tierra. Es decir, para la sanidad, la educación, el empleo€ Estaríamos dispuestos a llegar a lo máximo. Y lo máximo es aprobarlo con nuestros votos, que somos el partido mayoritario en la Cámara.

Hubo quien, tras el apoyo de Vox, le colgó al pacto de la Junta el calificativo de 'trifachito', ¿qué adjetivo le pondría ahora mismo a esa alianza?

Es un acuerdo dañino para esta tierra. Va directamente en contra de la igualdad, la memoria histórica, nuestra autonomía y nuestro autogobierno. El mismo día que vota en Madrid esa ultraderecha en contra de derogar por fin la sentencia contra Blas Infante, están obligando al Gobierno de Andalucía en el debate del estado de la comunidad a reconocer la desigualdad, a hablar del teléfono de violencia intrafamiliar y a renunciar a buena parte del legado de nuestra autonomía. Pero esa es la ultraderecha que manda aquí. Porque, al final, el presidente no es presidente por el voto de los andaluces. Es presidente por el voto de Vox. Todo se lo debe a la ultraderecha y no quiere soltar la mano de quienes lo pusieron al frente de la presidencia de Andalucía.

¿Qué nota le pondría a la gestión de la pandemia que lleva a cabo el Gobierno regional?

Cuando les ha tocado el mando único, muy deficiente. Se escondieron detrás del mando único del Gobierno de España y todo eran reivindicaciones. Desde que han asumido el mando único, se han multiplicado por seis el número de casos. Tenemos los centros de salud colapsados y a los profesionales de la sanidad agotados. Esa no es la mejor manera de hacer frente a lo que viene ahora, que es la segunda oleada con la gripe y un mes de noviembre que va a ser difícil. Cuando tienen que tomar decisiones, llegan tarde como ahora. El Gobierno de Moreno Bonilla no ha actuado con anticipación y no se han adoptado las medidas necesarias para controlar el virus y la cadena de contagio para que no hubiera transmisión comunitaria.

¿Qué le parecen las medidas que anunció el Gobierno andaluza el miércoles por la noche?

Apoyamos y respetamos las nuevas medidas pero no le daremos un cheque en blanco al Gobierno andaluz. La responsabilidad del combate contra el coronavirus no puede ir solo sobre los hombros de los andaluces. Se deben tomar medidas para frenar el virus en dos ámbitos. Por un lado, apelando a la responsabilidad de los ciudadanos, a los que se les pide que mantengan la distancia social, que no se reúnan más de seis personas o que cumplan con las restricciones de movilidad. Y a los que pedimos un cumplimiento estricto para poder doblegar la curva cuanto antes. Pero el Gobierno andaluz también tiene que cumplir su parte de responsabilidad. Su obligación es contratar a más rastreadores, reforzar los centros de salud y los hospitales o hacer las PCR y dar los resultados en 12 horas. Sin esta segunda parte, el esfuerzo que van a hacer las familias, los negocios y las empresas no habrá servido para nada y el horizonte será más complicado, con daños humanos, materiales y económicos enormes.

¿Está siendo Juanma Moreno leal, como dice, a Pedro Sánchez durante esta crisis?

No. La evidencia es que todo es confrontación. Todo es enfrentamiento. Siempre se trata de torcer la verdad para intentar ir contra el Gobierno de España. Se ha demostrado en todas las situaciones que hemos vivido en los últimos meses. Siempre culpa a los demás de lo que él no quiere hacer porque no quiere tomar decisiones y prefiere estar débil. Actúa como un presidente débil al que le falta la seguridad, el liderazgo y la determinación que necesita la gente en un momento muy complicado.

¿Qué opinión le merece el trance cainita en el que ha encallado la confluencia electoral de la izquierda andaluza y ha hecho que Adelante Andalucía salte por los aires?

Soy muy respetuosa con las cuestiones internas de otras fuerzas políticas. Y, además, no me gusta el uso que algunos hacen de las divisiones que se producen en otro partido. Pero creo que no es bueno que la izquierda tenga este tipo de enfrentamientos cuando enfrente tiene a una derecha desacomplejada en brazos de la extrema derecha.

¿Considera que la fórmula PSOE-Unidas Podemos del Gobierno de España podría ser exportable a esta comunidad tras los comicios de 2022?

La política está volátil. Es muy difícil ahora ponerte a plantearte horizontes electorales a dos años. Ni siquiera quiero perder un minuto en eso. Con la gente pasándolo tan mal, cómo nos vamos a dedicar a hacer cábalas y cálculos electorales. La gente eso no lo merece. Y ese es el problema que tiene España. Demasiados partidos y demasiados políticos están haciendo cálculos electorales en lugar de estar en la generosidad que precisa el país. Se necesita políticos con sentido común que, con la que está cayendo, estén al lado de la gente.

Juan Marín dice que Cs no le cierra la puerta al PSOE pero que de usted no se fía porque lo traicionó, ¿qué le respondería?

El problema de confianza lo tiene él en sus propias filas. En un partido al que, cuando apoyó al Gobierno de Andalucía porque habíamos ganado las elecciones, le fue bien y electoralmente la gente se lo reconoció. Y luego se decidió, por parte de Juan Marín, hacer el seguidismo tan claro que está haciendo del PP. Incluso, en contra de la posición de su líder nacional, Inés Arrimadas. Eso tiene las consecuencias que tiene: el desconcierto, la división y la situación tan difícil que está atravesando Cs en Andalucía. Ellos mismos lo están manifestando públicamente. Juan Marín tiene ese problema dentro porque ha optado, en lugar de estar en la línea de Inés Arrimadas, por hacer seguidismo del PP. Incluso, pidiéndole a Vox un pacto para los presupuestos porque está más cómodo con la ultraderecha que con nosotros.

¿Echa de menos su etapa como presidenta de la Junta?

En la parte de hacer cosas para que la gente esté bien, sí. En la parte de esa utilidad y de poder tomar decisiones inmediatas para cambiar muchas cosas, sí. Pero en la oposición también se pueden hacer muchas cosas. Se puede ser muy útil si uno quiere. Si quieres ayudar, puedes hacerlo estando en el Gobierno o en la oposición. Se pueden hacer más cosas estando en el Gobierno, infinitamente más. Pero si quieres ayudar con una oposición que sea constructiva, en lugar de destructiva, lo puedes hacer perfectamente.

¿Se ve a medio plazo liderando el PSOE andaluz y como candidata que pretende regresar a San Telmo?

Todo el mundo sabe perfectamente dónde quiero estar y lo que me apetece hacer. Lo que ahora es justo con los andaluces es que ponga toda mi energía sobre la mesa para buscar soluciones y aportar desde la oposición para que el Gobierno de Andalucía se ponga las pilas, curre y le ayude a la gente. Sobre el resto, todo el mundo sabe dónde quiero estar cuando llegue el momento. Y cuáles son mi ilusión y mis ganas. Hasta la derecha, por eso me dan tanta leña.

¿Qué le parecen los movimientos de sectores críticos socialistas que ya postulan a posibles aspirantes, como Felipe Sicilia, para arrebatarle el liderazgo regional?

Este es un partido vivo. Cuando llegue el momento, todos los militantes tienen el derecho a participar en libertad. Y no solo el derecho, tendrán la ilusión y las ganas. Eso nos hará salir fortalecidos. Pero, ahora, la inmensa mayoría de los compañeros y compañeras del PSOE está en que seamos un partido que dé respuesta a lo que está viviendo la calle. La gente lo está pasando realmente mal. La gente tiene mucha inseguridad e incertidumbre -en la salud, el empleo, en todo- y necesitan al PSOE más que nunca. Incluso, estando en la oposición.

Sin necesidad de jugar a los siete errores, ¿cuáles son las principales diferencias entre el bando de los susanistas y el de los sanchistas?

Hace ya mucho tiempo que superamos ese tipo de cuestiones internas -o de controversias y discrepancias de procesos orgánicos, que siempre las hay- y ahora vamos a una. Pedro y yo somos conscientes del momento que estamos viviendo. Además de ser estable y de tenernos trabajando juntos, nuestra relación implica que yo estoy agradecida a él. Al esfuerzo que está haciendo con Andalucía. Al ejemplo que ha dado con los Presupuestos Generales del Estado, pues ha hecho lo que Rajoy y el PP no hicieron: reconocer nuestro estatuto de autonomía y una inversión en infraestructuras conforme a la población andaluza. Cada vez que aquí hace falta que el Gobierno de España arrime el hombro, ahí está Pedro Sánchez. Aquello ya fue una etapa que superamos y que quedó en un proceso orgánico de otro tiempo.

«En la pandemia estuve pariendo y criando», le dijo el otro día al presidente Juanma Moreno durante el debate del estado de la comunidad. ¿Por qué fue tan expresiva?

Es que el suyo fue un comentario muy desafortunado. No es la primera vez que el PP andaluz me lo hace. Ya me lo hizo en una campaña electoral su actual portavoz, cuando estando preñada me dijeron que no lo usara para ir a un debate. Y yo les dije: 'estoy embarazada pero no enferma'. El PP andaluz ha tenido ya más de un desliz con eso de la maternidad y el ejercicio de la política.

¿Cómo compagina la alta política con la maternidad si, encima, su hija pequeña solo tiene ocho meses?

Conciliando y compartiendo las tareas en casa con mi pareja. Incluso, he compartido los permisos de maternidad con él. Lo hice, en su momento, con Jose y ahora con Rocío. Conciliamos y, además, los abuelos siempre ayudan mucho.

¿Le ayudaron su corazón verdiblanco y la filosofía del 'manque pierda' a soportar el resultado en los comicios andaluces, de los que se van a cumplir ahora dos años?

Ganamos pero no gobernamos. Ahí no valía el 'maque pierda'. Fue 'manque ganamos'. Como ganamos y no gobernamos, tienes siempre esa sensación de que tuvimos la confianza de los andaluces pero la aritmética parlamentaria no lo hizo posible. Lo que sí sabíamos desde el minuto 1 es que no nos comportaríamos como el PP, que llamó 'golpista' e 'ilegítimo' al presidente de España, Pedro Sánchez, por llegar a una alianza dentro del Congreso de los Diputados. En cambio, ellos aquí hicieron lo contrario. Pedían el respeto para que las dos derechas y la extrema derecha sumaran y no nos dejaran gobernar, a pesar de ser la lista más votada. Sabemos que no debíamos tener ese comportamiento y estamos con la ilusión y las ganas para que los andaluces vean que seguimos estando en el camino correcto. Y, cuando llegue el momento, que la victoria sea más amplia y la suma con la extrema derecha no dé para hacer lo mismo.