Arte audiovisual

El valor de la sociedad industrial

Jorge Conde presenta 'Estas ruinas que (no) ves son una promesa', una exposición que se encuentra ahora en La Antigua Fábrica de Tabacos de Madrid, Tabacalera, pero que promete viajar a diferentes lugares de la geografía española. El proyecto muestra la reconversión de más de 120 edificios industriales obsoletos en instituciones dedicadas a la promoción de la cultura, las artes visuales y el pensamiento contemporáneo e incluye casos de Andalucía, entre ellos el Centro de Arte Contemporáneo (CAC) y La Térmica de Málaga

El interior del Museo Ruso. | JORGE CONDE

El interior del Museo Ruso. | JORGE CONDE / Isabel Perea Sánchez. Málaga

Isabel Perea Sánchez

Jorge Conde es un artista audiovisual catalán que durante su trayectoria profesional ha obtenido el reconocimiento de varias instituciones como el Ministerio de Cultura, la Generalitat de Catalunya y el CoNCA entre otros. Su último proyecto se titula Estas ruinas que (no) ves son una promesa y se encuentra ahora en La Antigua Fábrica de Tabacos de Madrid y supone un recorrido a través de la transformación de infraestructuras industriales obsoletas y su reconversión en instalaciones dedicadas a la promoción de la cultura, las artes visuales y el pensamiento contemporáneo.

El artista ha fotografiado durante diez años de trabajo la singular evolución de más de 120 instituciones de 60 ciudades y 16 países europeos en los que se incluyen casos de Andalucía, entre ellos el Centro de Arte Contemporáneo (CAC) y La Térmica de Málaga y en los que ha recopilado información, imágenes, ambientes y sonidos.

«La idea de este proyecto nace hace 11 años, cuando estalla la anterior crisis económica, financiera y social», cuenta. El autor comienza a preguntarse: «¿Qué va a pasar tras la crisis con los antiguos edificios de origen industrial que habían sido transformados en centros de cultura después de grandes inversiones?». A partir de esa pregunta, Jorge Conde decide construir su propio archivo para investigar, catalogar y ordenar ese tipo de edificios en toda Europa con la intención de visitarlos y hacer una selección de ellos para conseguir todo tipo de material y hacer una exposición del proyecto.

«No ha sido nada barato viajar por Europa buscando edificios y fotografiándolos. Participé en convocatorias públicas, ayudas y becas para desarrollar este trabajo de campo y conseguí, entre otras, una destinada a artistas contemporáneos del Ministerio de Cultura en el año 2011, del Departamento de Cultura de la Generalitat de Catalunya y de la Academia de España en Roma en 2015. Gracias a esta última la gente de Tabacalera se interesó por el proyecto y me apoyaron», detalla el artista audiovisual.

El objetivo de la exposición de Jorge Conde es poner en valor el patrimonio industrial, recuperar la memoria de la sociedad de esa época y preservar la identidad de los barrios porque el autor recuerda que «nuestras ciudades son lo que son gracias a las aportaciones de la sociedad industrial, a lo que construyó en su día en toda Europa».

El artista audiovisual reconoce que incluye en este proyecto al Centro de Arte Contemporáneo (CAC) y a La Térmica de Málaga porque le interesa mucho la historia que hay detrás de estos edificios malagueños. «La Térmica nace como una casa de caridad, pero antes de ser orfelinato tiene que ser hospital militar en la Guerra de Marruecos y cuando terminan de construir se convierte también en escuela, en taller de oficios industriales y de artes gráficas. El Centro de Arte Contemporáneo era un antiguo mercado de abastos construido durante la Guerra Civil que funcionó hasta los años 80, después se abandonó para pasar a convertirse en una especie de centro cívico y por último, en el centro de arte contemporáneo que conocemos. El pasado industrial de estos dos edificios es lo que me interesa», confiesa Conde.

Una vista del Centro de Arte Contemporáneo (CAC) de Málaga. | J.C.

Una vista del Centro de Arte Contemporáneo (CAC) de Málaga. | J.C. / Isabel Perea Sánchez. Málaga

A la hora de realizar este trabajo, el autor declara que lo que le movió a hacerlo fueron ideas mezcladas con sentimientos: «No quería hacer una exposición en la que el espectador entra y mira, no, quería ofrecerle una experiencia sensorial para suspenderlo en el tiempo histórico, de manera que se mezclen cosas del pasado, estímulos del presente e intuiciones del futuro de estos lugares. Todo acompañado de montajes de sonidos, proyección de vídeos y fotografías. Además, la propia arquitectura de estos lugares también funcionan como obra de arte». El artista adelanta que tiene varios proyectos futuros en mente: editar un libro con el material de esta exposición y un trabajo donde investiga zonas de la periferia de Barcelona, «donde la vida resiste entre paréntesis y bajo presión, lo mismo que hemos vivido nosotros durante el confinamiento».

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