Una trena espiritual
Reseña del concierto de Raquel Andueza y La Galanía en el Teatro Cervantes
Alejandro Fernández
Raquel Andueza y La Galanía
Músicos: Raquel Andueza, soprano; Pablo Prieto, violín; Manuel Vilas, arpa y Jesús Fernández, tiorba.
Programa: Piezas morales y espirituales italianas del siglo XVII.
Lugar: Teatro Cervantes
La segunda jornada del Ciclo Aeternum hizo parada en el barroco italiano y epílogo español del siglo diecisiete de la mano de la soprano navarra Raquel Andueza y el trío instrumental formado por Pablo Prieto, Manuel Vilas, y Jesús Fernández o lo que es lo mismo, La Galanía. Concierto en modo caleidoscopio, de pinceladas largas para destacar ese repertorio que define la mentalidad religiosa y moral del seiscientos. Los temas en ocasiones inocentes y cotidianos eran aprovechados para deslizar un mensaje moral y ejemplarizante en paralelo a las estrofas y melodías de estas piezas seleccionadas.
Los tesoros mostrados por Andueza y La Galanía forman parte de trabajos de investigación en archivos y bibliotecas muchos de ellos rescatados en cancioneros y cuya autoría en muchas ocasiones han quedado diluidas en el tiempo como 'Vana bergamasca', que abría el recital y en la que el autor alerta sobre la vanidad. Frente a este inevitable fatum se contraponía 'O che nuevo stupor', cuyo tono animado e ingenuo vuelve la mirada sobre la imagen de Jesús niño, imagen que refuerza la figura heroica del Salvador y todo ello con la capacidad expresiva de Andueza que hace suyo este repertorio.
'Madre non mi far monaca' volvía la mirada sobre el ruego de una hija hacia su madre que se resiste al destino en contraste en tiempo y ánimo a la primera de las tres nanas que Andueza y La Galanía han incluido en el programa. Aunque el acompañamiento musical del diecisiete está condicionado al texto cantado tampoco faltaron momentos para el lucimiento con dos páginas instrumentales como la Chacona anónima para violín y bajo que contrastaba con los tintes hispanos del 'Pasacalles' también anónimo en el que destacó el violín de Pablo Prieto y la densidad de la tiorba de Jesús Fernández.
Bailes olvidados como 'Spagnoletto disonorato' o la 'Jácara' de la trena, y sus ritmos de tres por cuarto vinieron a completar este particular retrato del primer barroco donde los registros transmutan entre lo humano y lo divino sin asperezas, de cómo una motivó popular en el caso de la Jácara de la trena en manos de Lope de Vega puede mudar de mensaje algo bastante común en la época y que en la centuria siguiente tampoco lo fue menos. En este sentido destacar el 'Lamento della Maddalena' de Claudio Monteverdi una de las tres incursiones que realizó el cremonés de su aria 'Il pianto d’Arianna'.
Raquel Andueza, a pesar de la incomodidad acústica del escenario (quizás sería interesante elevar la plataforma del foso del Cervantes teniendo en cuenta que está comprobado que es más generosa con los intérpretes), volvió a lucir su instrumento vocal centrado en los detalles y en las notas labradas y musitadas que tanto seduce al auditorio.
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