Entrevista | Israel Fernández Cantaor

"El flamenco está ahí, como el oro, pero necesita que haya gente que lo busque"

"Para mí el cante es como una comida, es una necesidad; me he critado con él, viene conmigo, no es un hobby", asegura el flamenco

El cantaor, en una imagen promocional.

El cantaor, en una imagen promocional. / MARÍA LUCÍA RODRÍGUEZ. MÁLAGA

María Lucía Rodríguez

Para muchos es el gran futuro del cante, el artista jondo más importante de su generación. Llamó mucho la atención con un homenaje a Pastora Imperio (Universo Pastora) y ahora lanza su cuarto álbum, Amor, con algunas letras propias. El de Toledo sigue a la suya, manifestando su devoción por el cante puro y genuino, que sale del corazón para cambiar corazones.

Israel Fernandez es un joven que se ha criado en su tierra, Corral de Almaguer (Toledo), rodeado de mucho arte. El cante, el baile y la música han estado presentes en su vida desde muy pequeño y tanto en su casa como en las de sus familiares ha visto que siempre es buen momento para dejarse llevar por el flamenco. El don con el que ha nacido le ha situado como uno de los artistas con más temple y conocimiento del arte jondo de la actualidad y ha llegado a trabajar con figuras como Sara Baras, Farruquito o Chano Domínguez.

Dice que el flamenco «aunque muchas veces la gente no le echa cuenta es un universo que sobrevive por su cuenta». ¿Está el flamenco por encima de sus artistas?

El flamenco está formado por tantas genialidades de artistas que humildemente todo lo que podemos hacer nosotros es darle cariño y cuidarlo. Este género ya está hecho, lo tiene todo. Muchas veces nos confundimos porque creemos que el cante se hace, pero no. Se puede hacer una silla o un armario, pero esto es imposible. Al flamenco no le hace falta nadie porque ya está ahí, es como el oro. Pero claro está que lo que se necesita es que haya gente que lo busque y lo encuentre.

Ser diferente en el mundo del arte significa a veces hacer cosas forzadas. ¿Siente usted también la tentación de diferenciarse de una manera natural o no le importa lo que opinen de usted?

No me siento obligado ni a cambiar ni a hacer otra cosa que no sienta. A mí me importa primeramente que lo que yo haga sea real; cuando lo canto desde el corazón, no me importa la crítica. A pesar de ello, si cualquier artista que reconozco o admiro me halaga, veo esas palabras como un gran premio para mí. Durante la actuación en el Teatro del Soho, voy a poner corazón, alma y verdad. Mi aspiración es transmitir el flamenco y el cante y llegar a cada uno de los espectadores que me estén viendo.

En su cuarto disco, Amor, escribe las letras de las canciones, algo que no es muy habitual en un cantaor. ¿Cómo surgen?

Son resultado de vivencias. Uno se prepara y a veces salen resultados como éste. Me inspiré en el amor hacia las cosas sin límites. Todo ocurrió de forma natural, no sabía ni que iba a hacer un disco ni nada sino que poco a poco fui escribiendo letras y me di cuenta de que en cuestión de un año tenía varias notas e incluso audios. También he tenido algunos sueños lúcidos en los que se me han venido letras a la cabeza, me he despertado y las he escrito. Esto ocurre muy de vez en cuando, pero fue una sorpresa cuando me di cuenta de todo el material que había reunido durante ese tiempo.

Ha comentado en varias ocasiones que se levanta escuchando a grandes artistas como Paco de Lucía, ¿de qué manera influyen en usted?

Camarón y Paco de Lucía son mi guía. Cuando me pierdo, les busco a ellos y me rescatan siempre. Andalucía es la tierra donde han nacido la mayoría de los buenos flamencos. Luego tenemos a artistas individuales como Rafael Farina o Carmen Amaya que son únicos e irrepetibles. Todos ellos me inspiran, siento devoción por el cante e intento no perderme ninguno. Más que un proceso de aprendizaje esto sería admiración. Cuando uno tiene afición, conoce todo sobre esa materia. En la música lo tenemos aún más fácil porque simplemente es escuchar y no es necesario trasladarse a ningún sitio. Como bien dice el maestro Alejandro Sanz, «la música no se toca, simplemente se escucha». Cuando la oyes, te cambia el corazón.

Usted por el cante siente auténtica devoción. ¿Casi obsesión?

No. Lo relacionaría con una cosa natural, para mí el cante es como una comida, es una necesidad. El cante viene conmigo, no es un hobby. Me he criado siempre en este ambiente, he visto a mis padres, a mis abuelos y a mis tíos bailando y cantando en mi casa. Sin motivo alguno siempre estaban actuando y eso es algo tan natural como cualquier otra cosa. Esto se traduce en un don y en una forma de sentir.

¿Nunca ha tenido la tentación de aceptar alguna propuesta comercial?

Hay algunas que sí he hecho y otras que no me han apetecido. Pablo Alborán me llamó para hacer ese tema tan bonito, Que siempre sea verano, no ensayamos nada y cuando lo escucharon mis familiares se echaron a llorar.