Opinión

Boquerones al cantábrico: un cineasta malagueño en San Sebastián

Kike Mesa y Dylan Moreno,  en San Sebastián.

Kike Mesa y Dylan Moreno, en San Sebastián. / L. O.

Kike Mesa, productor y director

Venía del ártico de intensos días y gélidas noches cazando auroras boreales, siendo el más septentrional de los insectos a la búsqueda de una luminosa llamada y casi sin pasar por nuestra cálida Málaga, perdí de nuevo el sur, destino a la ciudad que cada septiembre como si fuese la película de Damien Chazelie se convierte en la ciudad de las estrellas, y en esos momentos no sabía cuál de los dos viajes era en realidad el mas aventurado, arriesgado e incierto.

San Sebastián ofrecía en exclusiva el preestreno de una normalidad sin calificativos en el ámbito de los festivales y los mercados cinematográficos, tras una pausa que nos había congelado a todos en pantalla y amenazaba con ir consumiéndonos y quemándonos como a un fotograma trabado en un viejo proyector.

En este último año y medio únicamente habíamos podido acudir al certamen de casa, el Festival de Málaga, un evento que había conseguido fintar a la pandemia en las salas pero que no había podrido aun volver al formato clásico de los market de cine.

Por eso San Sebastián me vio llegar hace una semana entusiasmado por volver a uno de los bazares cinematográficos del año, pero algo intranquilo y nervioso ante el reencuentro con la industria, como si de una cita de dos antiguos amantes se tratase, preocupado por decepcionar o temeroso de que el otro se hubiese convertido en un desconocido muy diferente a aquel a la enfermedad separó de tu lado.

Mesa, con el director del  Festival de San Sebastián,  José Luis Rebordinos

Mesa, con el director del Festival de San Sebastián, José Luis Rebordinos / L. O.

Como buen boquerón, remonte el Urumea, hasta el Kursaal y allí me esperaba el mejor comité de bienvenida que podía tener, Dylan Moreno y Ezekiel Montes, actualmente los más inquietos y constantes productores malagueños; Montes, además, con su película Hombre muerto no sabe vivir en una sección del certamen donostiarra (cinta en la que he tenido la feliz y orgullosa osadía de participar como actor).

Eran la mejor de las compañías para diluir la sombra de la angustia, dos chascarrillos, un par de bromas , algún codazo cómplice y en 5 minutos la normalidad se había instalado. Un rato mas tarde, Juan Antonio Vigar se había sumado a la reunión malaquita en los previos a la entrega del premio nacional de cinematografía. El ambiente me animó a sacar de la mochila los dossieres de Arcoiris en Blanco y negro y James Douglas, el hombre que tenia dos corazones, y la novela Bruna, de Beatriz Russo, todos ellos proyectos engendrados durante la gran pausa y que por primera vez pisaban una feria como el Industry Club donostiarra.

Pero quizás no había que ser COVIDcioso y debía detenerme a disfrutar del momento de encuentro malagueño. Siguiendo ese pensamiento me pedí un segundo café mientras la avanzadilla me ponía al día de sus progresos en reuniones y Vigar me recomendaba los títulos que ver en las pantallas del Kursaal.

Después ha venido una intensa semana de cine, entrevistas, reuniones, encuentros y presentaciones, siempre cada uno de nosotros escoltado por el resto de los boquerones al cantábrico, porque desde hace tiempo, quizás desde aquellos días que nuestro Festival decidió convertirlo en cartel , la mayoría de los cineastas y productores malagueños hemos entendido que somos como un espeto, y estamos todos atravesados por el mismo destino y es poco productivo intentar arrimar el ascua solo a tu sardina.

El malagueño, con el  realizador italiano Paolo Sorrentino.

El malagueño, con el realizador italiano Paolo Sorrentino. / L. O.

San Sebastián esta próximo a clausurarse y como evento ha sido un éxito; las salas han vuelto a llenarse convirtiéndose en gigantescos tableros de juego , con inmensas X evitando los tres espectadores en raya. La programación quizás no ha podido evitar el raquitismo cinematografico que ha impuesto la pandemia, con algunas producciones marcadas por la austeridad en equipos, actores, escenarios y angulares. Han sido días en el que el actor mas importante que ha aparecido en esta alfombra roja no ha sido Johnny Depp sino las plataformas, en este caso Netflix, que aun sin saber si será héroe o villano en esta pelicula, esta reinstalando el ya antiguo método del studio system americano, en justarás tierras llamado juan palomo, porque aunque algunos se sorprendan y se rasguen las vestiduras nada es nuevo bajo la luz del proyector y el cine siempre sigue sea a 24 o a 25 PHS.

Esta noche [la del viernes]me despido del Kursaal y acudiré para despedirme del certamen a ver Hombre muerto… porque esta noche el ponente destello que cruza la sala para explotar en la pantalla dibujando una cara ante el público del festival, dibujara la de un servidor y eso si es algo nuevo. Luego cuando acabe y me funda con las luces de sala, empezará mi vuelta al sur, a Kandale, a mi calle La Unión, con la agradable sensación de que la película ha vuelto a empezar.