Entrevista | Dani Rovira Actor

«Promover la bondad es hoy en día la actitud más punk y rebelde que existe»

Vuelve a los cines con el primer largometraje que rodó mientras se recuperaba del cáncer. En 'Mediterráneo', encarna al socorrista Gerard Canals, que en 2015 viajó a la isla griega de Lesbos junto a Óscar Camps, para iniciar una labor humanitaria que aún hoy sigue en marcha: el rescate de los que se lanzan al mar huyendo de guerras y hambre

El intérprete malagueño, en la presentación en San Sebastián de «Mediterráneo».

El intérprete malagueño, en la presentación en San Sebastián de «Mediterráneo». / La Opinión

Nando Salvà

Siempre ha sido una persona comprometida. ¿Se imagina viajando al otro extremo del Mediterráneo para trabajar junto a Óscar Camps y su equipo?.

Lo cierto es que Óscar trata de convencerme para que los acompañe en alguna misión. ¿Que si me veo capaz? Creo que sí. Seguramente sería una experiencia muy conmovedora, aunque me impone cierto respeto la posibilidad de ser un estorbo en lugar de una ayuda. Soy un rostro conocido, y el valor que puedo aportar a las causas solidarias es usar esa fama para ejercer de altavoz. Es lo que hicimos Clara Lago y yo cuando viajamos con Save The Children a Bangladesh para dar a conocer el drama de los niños y niñas rohingya.

¿Siente que las figuras públicas como usted tienen la responsabilidad de ser solidarias?

No. Nadie está obligado a nada por el mero hecho de tener millones de seguidores en Instagram. En mi caso, el trabajo que hago con Clara a través de la fundación Ochotumbao tiene mucho de romántico. La vida nos ha tratado tan bien que creemos que debemos de devolver algo. Soy una persona educada a partir de ciertos valores, empática y con una manera muy concreta de entender el mundo. Creo que es importante tratar de transmitir bondad. Bondad es una palabra algo cursi pero significa algo muy serio. Vivimos en un mundo tan envuelto de ruido, y tan capaz de caer en la más absoluta bajeza, que promover la bondad es la actitud más punk y rebelde que existe.

Del drama de los refugiados ya no se habla tanto en los medios, pero la herida sigue abierta. ¿Qué opina de la actitud de Europa?

A decir verdad, no soy quién para hablar de política, y siento que si lo hago voy a ser malinterpretado. En todo caso, yo defiendo lo mismo que Open Arms y otras organizaciones humanitarias: que hay una ley universal, que es la ley del mar, según la cuál hay que rescatar a toda aquella persona que se esté ahogando y ponerla a salvo en tierra. Da igual de qué país sea, o de qué etnia o religión o sexo. Todo lo demás, digo, tiene que ver con intereses políticos en los que no me meto. ¿Hasta qué punto la economía y el poder priman sobre la ética, la moral y la dignidad humana? No me corresponde a mí responder a eso.

¿Y qué siente al comprobar cómo cala el discurso de odio?

En España, Europa y otras muchas partes del mundo se imponen el odio y la propaganda fácil. Y eso da bastante miedo porque no es nuevo, y ya sabemos a qué condujo décadas atrás. La mayoría de nosotros siempre hemos pensado que algo como aquello no podría volver a suceder pero, en vista de cómo se están radicalizando los discursos, quizá estemos equivocados. Es necesario que estimulemos la mirada crítica y el discurso sosegado, porque hay muchas personas vulnerables y que lo pasan muy mal, y que a causa de ello se agarran a un clavo ardiendo. Y cuando viene alguien y les dice que los malos son los de fuera, y que nos van a quitar lo que es nuestro, se lo creen. No sé, creo que es obvio que nadie se lanza al mar con lo puesto por gusto.

El rodaje de Mediterráneo se vio afectado tanto por la pandemia como por el linfoma de Hodgkin que le diagnosticaron poco después del inicio del confinamiento.

Como la pandemia provocó el retraso del rodaje, pude recuperarme a tiempo y participar en la película. No quiero ser frívolo, pero he podido hacer Mediterráneo gracias a la pandemia.

Desde que descubrió su enfermedad, ha hablado de ella públicamente sin reparos, ¿por qué?

Desde el principio me di cuenta de que, si hablaba de ello con franqueza y sin dramatismos, podía ayudar a mucha gente a perder el pudor y el pánico a la enfermedad. Para mí la recuperación ha sido un proceso muy extraño. La viví en paralelo a una pandemia mundial y durante los primeros tres meses, como el mundo se paró, no tuve la sensación de que se hubiera parado solo para mí. Las etapas posteriores fueron más duras. En todo caso, es importante aprender de todo lo que la vida te pone por delante.

¿Qué ha aprendido usted?

Obviamente ahora lo valoro todo muchísimo más. He aprendido a vivir en el ahora más absoluto y limitándome a hacer las previsiones más pequeñas e imprescindibles; que haya café en casa a la hora del desayuno, por ejemplo. Por lo demás, insisto, trato de disfrutar al máximo de cada momento, porque cualquier día de viento te puede caer una maceta en la cabeza y se acabó. Desde la enfermedad, trato de disfrutar al máximo cada momento