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'La casa de papel': las claves de un fenómeno global

Sólo la coreana 'El juego del calamar' y la estadounidense 'Los Bridgerton' superan a la ficción creada por Álex Pina en el ránking de lo más visto en la popular plataforma

La icónica máscara de «La casa de papel». | NETFLIX

La icónica máscara de «La casa de papel». | NETFLIX / inés álvarez/marisa de dios

Inés Álvarez / Marisa de Dios

No hace falta ser un experto en series de televisión para saber que La casa de papel es un fenómeno a nivel mundial. Bastaba moverse por el mundo, ya fuera por Filipinas o por Chipre, para encontrarse la emblemática máscara de Dalí y la típica camiseta como un suvenir más. O que al turista hispánico, en lugar de preguntarle por Messi o Ronaldo (cuando aún eran un bien patrio), le hablaran de la ficción de los carismáticos atracadores.

En el ranking de las series más populares por horas vistas en sus primeros 28 días en la plataforma, La casa de papel aparece (en concreto, su cuarta temporada) nada menos que en el número tres, solo superada por El juego del calamar y Los Bridgerton, por encima de títulos tan emblemáticos como Stranger things. Además, otras dos entregas de la ficción española (la temporada 3 y la primera parte de la quinta temporada) también figuran en el puesto 12º y 14º, respectivamente, de la misma lista. Según Parrot Analytics, el lanzamiento del principio del fin, el pasado 3 de septiembre, se convirtió en lo más demandado en el mundo. ¿Qué es lo que ha enganchado a millones de fans a lo largo y ancho del planeta a una serie protagonizada, a priori, por los malos de la función, por los amigos de lo ajeno? ¿Qué han visto en esta ficción made in Spain que ha conectado con un público tan heterogéneo? Aquí analizamos cinco puntos que hicieron despegar el fenómeno a escala global.

1. Su creador, apuesta segura

Puede que antes de La casa de papel el nombre de Álex Pina, su creador, no les sonara demasiado. Pero seguro que sí que habían visto muchas de las series que había desarrollado, teniendo en cuenta que estuvieron abonadas a los primeros puestos de los rankings de audiencia españoles: Los hombres de Paco, El barco, Vis a vis, Los Serrano, Periodistas… Así que para Antena 3, confiar en el nuevo proyecto de un creador pegado al éxito era prácticamente una apuesta segura, y más teniendo en cuenta que la serie abordaría por primera vez en una ficción televisiva española un atraco, género que había funcionado muy bien en el cine. Pina se rodeó de su equipo habitual, con Jesús Colmenar como director, Miguel Amoedo como director de fotografía y Esther Martínez Lobato, su mujer, como productora ejecutiva y guionista. Otra banda con talento.

2. El escaparate de Netflix

La casa de papel se estrenó en mayo de 2017 en Antena 3. Aunque la audiencia fue bien en la primera temporada, fue bajando en la segunda, con lo que la cadena decidió darle carpetazo. Los actores y creadores pensaron que su historia conjunta se terminaba a partir de ahí. Pero la entrada en escena de Netflix lo cambió todo. La plataforma la añadió a su catálogo a finales de 2017 sin ningún tipo de bombo y platillo, como otra más de las producciones españolas que sumaba a su oferta. La sorpresa fue que el interés por la banda de los atracadores comandada por El Profesor empezó a dispararse, sobre todo a nivel internacional, ya que se estrenaba en 191 países a la vez. Fue la primera piedra del camino hacia el fenómeno global. En 2018, Netflix ya anunció que la ficción se había convertido en la serie de habla no inglesa más vista de la plataforma en toda su historia, así que su siguiente capítulo estaba escrito: produciría más temporadas. El fenómeno acababa de comenzar.

3. La perfecta mezcla de acción y emoción

La casa de papel es una serie de acción. Es evidente. El ritmo de thriller, que deja casi sin respiración, con una técnica narrativa basada en comprimir el tiempo (pasan muchas cosas en pocos minutos) es una de sus grandes bazas. Cuesta recordar una ficción tan trepidante en una televisión generalista (cuando la emitía A-3) y, como dice Colmenar, con ella se rompía la tónica en la ficción de las cadenas españolas al cambiar «la señora de Cuenca» por unos atracadores con nombre de ciudad.

La parte emocional –que impregna esta parte final de la última temporada–, en forma de flashbacks del pasado de los componentes de la banda o de las relaciones afectivas que establecen en esa convivencia 24/70, tiene gran importancia, y colocada entre escenas de mucha acción, incluso de gran violencia, sofoca el fuego de la adrenalina con la humedad que sale del lacrimal. Ese humor propio de la comedia negra, que aparece en las situaciones más inverosímiles, fruto de los imprevisibles (y excelentes) guiones, también ayuda a rebajar la tensión.

4. Símbolo de la resistencia

Que unos personajes de ficción que operan fuera de la ley despierten la simpatía del espectador no es algo nuevo. Los sofisticados robos de guante blanco que muestran películas y series de todos los tiempos siempre le han puesto al lado de los malos. El éxito en la operación siempre es celebrado. Pero aquí esa empatía para con el delincuente se convierte en algo más. En un movimiento. El movimiento de la resistencia. Porque esos ladrones roban a los malos de verdad: a la Fábrica de la Moneda y Timbre y al Banco de España. Y así se acaban convirtiendo en antisistema. Incluso tienen su himno, que se repite a lo largo de las temporadas: la pegadiza Bella Ciao, canción que coreaban los partisanos en su lucha contra los fascistas durante la Segunda Guerra Mundial, que ha representado los ideales de libertad en el siglo XX. El abuelo de El Profesor (Álvaro Morte) se la enseñó y este se la pasó a sus pupilos. Versionada por artistas como Yves Montand y Manu Chao, la serie tiene la suya propia en las voces de Manu Pilas y Najwa Nimri (la inspectora Sierra). Los manifestantes que aparecen en la ficción enarbolando pancartas a favor de los atracadores nos representan.

5. Una estética que se ha convertido en marca

Los creadores querían dar una identidad visual que diera marca a la serie y el mono rojo (que copia El juego del calamar) y la careta inspirada en Dalí (una versión de la revolucionaria de V de Vendetta), que lucen atracadores y rehenes, lo han logrado. Su uniforme de trabajo ya forma parte de los carnavales en varios puntos del planeta. Pero esa es solo la parte más visible. Los decorados y atrezo son también impecables. En el plató donde se grabó Vis a vis se recreó la Casa de la Moneda con todo lujo de detalles. Y en la temporada final, cobra especial protagonismo una sala del Banco de España que reproduce fielmente la original, con cuadros de Goya pintados a mano y artesonado en lugar de pladur. Un trabajo de 180 días que salta por los aires en la primera explosión. El preciosismo que exige la serie lo justifica todo.

También está muy cuidada la estética en los flashbacks protagonizados por el difunto Berlín (Pedro Alonso), tan manipulador como culto y sibarita. Unas deliciosas joyitas que aparecen entre la barbarie y que han propiciado un spin-off que llegará en 2023 (con Berlín como hilo conductor), que sobrevivirá a la serie. Como lo hará la versión coreana, con el actor de El juego del calamar Park Hae-soo, que se estrenará en 2022. El fenómeno es imparable.