Entrevista | Miguel Poveda Cantaor

«Cuando subo a un escenario, que es mi hábitat natural, me desquito de todo»

Miguel Poveda vuelve al Starlite, para dar a conocer su nuevo trabajo, Diverso, un disco grabado en México, Buenos Aires y Los Ángeles con el que que el cantaor emprende su propio viaje musical, una aventura que parte del flamenco puro y se detiene en la canción andaluza, la canción mexicana y hasta en el tango y el funk

El cantaor, en una imagen promocional.

El cantaor, en una imagen promocional. / La Opinión

Carmen Lozano

Arrancó esta nueva gira en febrero, nada menos que en el Teatro Real. ¿Cómo va el reencuentro con su público, ahora con sus rostros al descubierto?

Ahora sentimos un alivio impresionante, es como si nos hubiesen tenido amordazados con una mascarilla que tapa la sonrisa. Aún así, también fue muy emocionante ver cómo hablaban los ojos de la gente y cómo se emocionaba a través de la mirada. Estoy muy contento, y creo que ahora le damos más valor a la música.

En este tour presenta su último disco, Diverso. ¿Qué ha querido abarcar bajo ese título?

Más que abarcar, lo que he querido es tender puentes, moverme en total libertad y mostrarme con todo aquello que se ha ido adhiriendo a mí durante estos años, con toda esa diversidad con la que he crecido, tanto en mi barrio de Badalona como luego en Barcelona, con diferentes músicas en las que podido participar. El disco es una paleta de colores que se han ido pintando en mí y que, al final, cuando la gente quiere ponerte etiquetas te das cuentas de que en mí no las hay. Parto del flamenco clásico, pero yo siempre he tomado otros caminos y he tenido contacto con otras culturas, algo que creo necesario. He querido viajar y abrazar en tiempo de pandemia, y lo he hecho a través de la música, un camino por el que se consiguen muchas cosas.

Canta al cambio climático y también incide en la transexualidad con una versión de El gran varón de Willie Colón, dos temas muy alejados del flamenco.

Soy una persona que no vive ajena a todo lo que sucede a mi alrededor, y eso te hace comprometerte. Creo que el ser humano está cada vez más comprometido, otra cosa son los gobernantes que tengamos en el mundo, a los que la mayoría de las veces elegimos muy mal o simplemente no hay donde elegir, porque el sector está un poco a la baja. Flamenco o no flamenco, es una cuestión humana comprometerse con el cambio climático, con las injusticias, con los desfavorecidos… Y yo siento que tengo a cantar a todas esas cuestiones.

¿No parece anacrónico que tengamos que seguir hablando del derecho a amar a quien se quiera, de ser lo que uno es?

Me parece que no hay que bajar la guardia nunca, porque cuando crees que hemos dado diez pasos hacia delante, viene alguien y te hace ver que retrocedemos otros cinco, lo que es horrible. Pero hay que seguir en la lucha porque hay cabecitas que no entienden cuestiones tan sencillas y tan humanas.

En este trabajo fusiona el flamenco con rancheras, boleros, salsa, tango y hasta con el funk. Podríamos decir que es un disco muy viajero.

Lo es, es un disco que viaja de principio a fin, que se abraza con la música cubana, con la tradicional y popular mexicana, con la brasilera, con la canción andaluza, toca temas sociales… Es un disco que viaja por muchos lugares que son los que me definen.

En Diverso habla de «matar complejos». ¿De cuáles se ha liberado usted?

A veces te liberas de complejos, pero vienen otros porque vas cumpliendo años. Yo creo que del que más me he liberado ha sido el del arte. Es decir, si se tiene un talento no se le debe cortar las alas por lo que pueda decir la gente. Hoy en día, en las redes sociales todo el mundo opina y puede ser muy bestia en sus comentarios, incluso llegando a la tremenda descalificación, y eso te paraliza. Pero yo creo que hay que quitarse todos esos miedos y regalarle ese talento al mundo porque, además, lo necesita, igual que la cultura, que puede hacer de este planeta algo más habitable.

¿Vive la vida con la misma intensidad que muestra en el escenario con su arte, con esos contrastes que tiene el flamenco entre la alegría y el drama?

Quizá de unos años para acá, no tanto. Pero cuando subo al escenario, que es mi habitat natural, me desquito de todo. Ahora, en mi vida personal lo que busco es la tranquilidad, el silencio, oxigenarme con las cosas más sencillas, con mi familia, con mi hijo, con mi casa, para volver a conectarme después al mundanal ruido.

Tiene por delante una larga gira. ¿Es más difícil desde que es padre?

Es más difícil porque el vínculo con un hijo es muy fuerte e inexplicable. Y en mi caso ese vínculo es indescriptible, por lo que me cuesta mucho, pero, afortunadamente, tengo un hijo muy inteligente, muy adulto. Además, en la medida que puedo, me acompaña. Por otro lado, ahora las giras no son como antiguamente, que te tirabas meses en América. Yo no estoy más de una semana sin ver a mi hijo, me falta el aire.

¿En qué le ha cambiado la paternidad?

Me ha trasladado a la infancia, soy un niño pequeño con él y él un adulto conmigo. Todo se ha vuelto más relativo, no tiene la misma importancia, y estoy conectado a la verdad más absoluta de la vida.

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