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Mucho piki piki y poco lerele: usar Tinder o Bumble... para hablar

Cada vez son más los usuarios que ignoran los mensajes o que no tienen intención de quedar con nadie de los que han hecho match. Muchas veces no se acaban de concertar citas, por varias razones: hay usuarios que no son capaces de sostener el mismo comportamiento que tienen por el móvil, o la imagen que han vendido, en persona. Varios jóvenes nos cuentan que cada vez hay más personas en apps para ligar, pero cuesta más encontrar el amor

Las apps han revolucionado la manera en que nos relacionamos.

Las apps han revolucionado la manera en que nos relacionamos. / L. O.

M Alberca / M G San Narciso

Estás en el sofá. Te aburres. Decides que es buen momento para meterte en Tinder, Bumble o cualquier otra aplicación de citas. Comienzas a ver los perfiles. Das unos cuantos likes o superlikes esperando el match que indique que tú también gustas. Cierras la aplicación, sin responder a los mensajes que ya tienes o entablar una nueva conversación. ¿Por qué no apetece seguir la charla? ¿Te da pereza? Pues no estás solo. Cada vez son más los usuarios que ignoran los mensajes o que no tienen intención de quedar con nadie de los que han hecho match. Incluso meses (¡hasta años!) después.

Los afectados de esta actitud son los usuarios que quieren quedar de verdad. Son meses entablando conversaciones más o menos profundas. Saben a qué se dedica la otra persona, sus aficiones, qué familia tiene, los nombres de algunos de sus mejores amigos y hasta qué han desayunado hoy, pero no conocen sus gestos faciales, ni saben cómo huelen o cómo tratan a los camareros. Y llega un momento en que la cabeza canta aquello de Elvis Presley de A little less conversation, a little more action, please (un poco menos de conversación, un poco más de acción, por favor).

La psicóloga Elena Dapra explica que en consulta tiene varios pacientes que forman parte del segundo grupo. No es que vayan por eso, pero sí que les afecta. «Al final, eso deja huella. Las redes están genial si todo va bien, pero en el momento en que falta de información, porque no sabes las razones que tiene el otro para no quedar contigo, viene la incertidumbre. Con el tiempo, puedes sufrir la sensación de rechazo», asegura. De ahí que mucha gente pase por semi-duelos. «Te deja tocada el autoestima. Es decir, si tienes un entorno en el que lo puedas compensar, no hay mayor problema. ¿Pero que te va a hacer dolorcito, herida? Pues sí, porque has creado una ilusión», razona.

En todo ese tiempo de charlas sin quedar se vuelcan expectativas, ilusiones, deseos y necesidades que chocan con la falta de información. Es muy fácil idealizar a quien no conoces bien y también es posible que eso te dé miedo. La solución, según la psicóloga, es ser siempre, siempre, afectivamente responsable. Contigo y con el otro. Y la comunicación. Tener claro lo que la otra persona y tú queréis ahorra muchos disgustos y pérdidas de tiempo.

La cantidad de usuarios activos en Tinder en 2018 era de 57 millones por mes según la BBC. Tres años más tarde, la misma aplicación acumuló 78 millones de descargas en 2021, con más de 400 millones de usuarios. Vamos, que por falta de gente no es. Una de las razones que apunta la psicóloga para que no se acaben de concertar citas es que hay usuarios que no son capaces de sostener el mismo comportamiento que tienen por el móvil, o la imagen que en han vendido, en persona. Otra es que haya recelos para quedar con alguien que nunca han visto ni tienen en común con conocidos. Algunas personas tiran más por la teoría de que hay gente que solo necesita hablar. Y claro, Tinder, Bumble u OkCupid salen más baratas que un terapeuta. Y otras creen que la variedad es tan grande que es difícil que seas la prioridad para alguien con un número desconocido de conversaciones abiertas.

Para salir de dudas sobre estos comportamientos, hemos hablado con distintos jóvenes que nos han contado sus experiencias.

Patricia, 27 años

Lleva usando aplicaciones de este tipo desde hace dos años. En este tiempo dice que no ha notado ningún cambio en la forma de interacción con el resto de usuarios, lo que sí ha notado es que han aumentado. Sin embargo, señala que a pesar de esto tiene menos citas. ¿La razón? La desidia. «Hay tanta gente que da pereza, si los mensajes costaran dinero como antes los SMS, sería más efectivo. Lo fácil no gusta», apunta.

Otra de las cuestiones que señala es la desconfianza: « Es cierto que uno siempre se pregunta cosas como: ¿será 100% como en las fotos? ¿Será este un timador de Tinder? (igual esto más en el caso de las chicas, o al menos yo)», afirma.

Nuria, 29 años

Nuria lleva años utilizando apps de citas y ha tenido dos experiencias en esto de hablar mucho y no quedar. La primera que cuenta fue con un chico con el que llevaba hablando unos dos o tres años hasta que al fin quedaron: «Fue in extremis, porque justo se mudaba de ciudad. Pero hasta entonces solo habíamos hablado por Whatsapp, Instagram... Si nos vimos fue porque se iba». Hasta entonces, dice, todo eran excusas por su parte para no hacerlo. «Yo entendí siempre que eran excusas, porque cuando tienes intención de quedar haces por ver a la otra persona, y más en estos casos», indica. El otro fue este verano. «Hicimos match a finales de julio. Yo estaba fuera, en la playa, y cuando volví el de vacaciones y se fue él. Cuando por fin íbamos a quedar, me canceló la cita una hora antes», relata la joven.

¿Que por qué la gente habla tanto y no queda? En su opinión, porque muchos usuarios tratan de hacer «banquillo». Es decir, tienen el contacto justo para tenerte ahí «por si acaso», pero por el momento no les interesas porque están hablando con más gente. «Se vuelven personas con las que hablas mucho y las conoces, pero no las llegas a conocer de verdad. Se hace un poco extraño», confiesa.

Lucas, 23 años

Tiene una cuenta en estas aplicaciones desde los 20 años. También percibe un aumento en el número de perfiles, él tampoco suele quedar con otros usuarios, pero si le gusta hablar con ellos. «Es solo hablar por hablar, y en cierto modo no sentirte solo; para saber que hay alguien ahí siempre gusta». A lo que añade que no siempre esto es así, dice que existe el tipo usuarios que hacen match, pero sin intención de quedar en persona. «Hay gente que está ahí para coleccionar, por amor propio», razona. Sobre la desconfianza de que el perfil pueda ser falso y que la persona con la que habla existe realmente explica que solo confía en aquellos que tienen el perfil verificado con sus redes sociales.

Beatriz, 26 años

Tres años usando Tinder y Bumble y nunca ha quedado con nadie de las aplicaciones por dos razones: pereza y miedo. Aunque reconoce que la razón de más peso es la primera: «Siempre me aburren las conversaciones, no me entretiene estar hablando con gente que no conozco. Es muy difícil que alguien te atraiga lo suficiente solo por una charla a través de una pantalla». En cuanto a la desconfianza dice que es relativa: «Es como si quedas con alguien que conoces de una noche en una discoteca, tampoco la conoces de nada pero ahí estás».

Guillermo, 26 años

Usó la aplicación hace 7 meses. Ahora ya no es usuario. Durante el tiempo que estuvo en ella, quedó con varias personas. También la usó durante unas vacaciones en Reino Unido, donde dice que le fue más fácil quedar que en España. «Creo que en otros países la mentalidad de quedar con alguien de Tinder o Bumble está más abierta, su uso es más general», explica.

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