Arte

'Es Pablo-mático': Hannah Gadsby disecciona a Picasso

Como único museo del mundo con un centro específico dedicado al arte feminista, el de Brooklyn ha puesto 49 obras del genio malagueño en diálogo con otras más de cinco decenas de artistas del siglo XX y XXI de su propia colección, de Guerrilla Girls a Louise Bourgeois pasando por Faith Ringgold, Kiki Smith o Harmony Hammond. La idea es mostrar el trato personal y artístico del malagueño a la mujer, «objetificada, sexualizada, sumisa». El arte expuesto y su organización dejan el poso de otra idea, que también se lee en las paredes de la pinacoteca neoyorquina: «Admiración y rabia pueden coexistir»

Entrada a la exposición temporal del Museo de Brooklyn

Entrada a la exposición temporal del Museo de Brooklyn / EFE

Idoya Noain

«No cuenta lo que el artista hace, sino lo que es». La cita se lee en una de las paredes de It’s Pablo-matic (Es Pablo-mático), una exposición que se inaugura este viernes en el Museo de Brooklyn (Nueva York), que con la muestra se suma a la celebración global que está marcando los 50 años desde la muerte de Pablo Picasso. Y no es de la cómica australiana Hannah Gadsby, que en su monólogo Nanette, de 2018, ya diseccionó críticamente algunas de las facetas personales más problemáticas del pintor malagueño, así como su lugar en el canon artístico, y es una de las tres comisarias de la muestra. Es del propio Picasso.

Esas palabras subrayan la persistencia y pertinencia de un debate sobre si se puede (o se debe) separar al artista de su arte, parte de una revisión histórica y de una discusión que viven un momento revitalizado. Y la opción que ha tomado la pinacoteca de Brooklyn es plantear lo que otra de las comisarias, Catherine Morris, explica como «una conversación sobre preguntas, una conversación que tiene que ver con romper normas».

Morris y la tercera comisaria, Lisa Small, escribieron a Gadsby tras Nanette «como fans» y mostraron el deseo de colaborar. La oportunidad llegó cuando el Museo de Brooklyn fue invitado a participar en el aniversario. Y así empezó a cobrar forma una muestra donde no falta el humor para plantear cuestiones serias.

Arte feminista

Como único museo del mundo con un centro específico dedicado al arte feminista, el de Brooklyn ha puesto 49 obras de Picasso, al que Morris define como «un artista monumental», en diálogo con otras más de cinco decenas de artistas del siglo XX y XXI de su propia colección, de Guerrilla Girls a Louise Bourgeois pasando por Faith Ringgold, Kiki Smith, Harmony Hammond, Ana Mendieta, Renee Cox o Cindy Sherman, entre otras.

Han querido subrayar el momento histórico de aquellos años, cuando la segunda ola del feminismo, incluso «con sus fallos», fue central en una serie de avances culturales y políticos, como la protección constitucional que el mismo año en que murió Picasso el Supremo de Estados Unidos dio al aborto (que el año pasado derogó). Aquel movimiento dejó su huella en un reexamen de los sistemas de poder, incluyendo en el mundo del arte, algo que volvió a los focos con el movimiento #MeToo. Y con la yuxtaposición se invita a pensar en Picasso y más allá. «Las audiencias contemporáneas están interesadas en pensar la historia desde una perspectiva muy personal», argumenta Morris. «¿Qué significa sobre mí? ¿Qué aporto a la conversación? ¿Qué soy como mujer en la forma cómo él representaba a las mujeres? ¿No es todo solo belleza?».

La humorista australiana Hannah Gadsby. | NETFLIX

La humorista australiana Hannah Gadsby. / idoya noain. nueva york

Para tratar de buscar respuestas, o solo plantear los interrogantes, Es Pablo-mático está organizada alrededor de temas visuales y conceptuales. Aborda, por ejemplo, lo que se denomina la «mitología fundacional» sobre la figura del genio, la historia de por qué pudo convertirse en quien se convirtió. «Ahí entran temas que tienen que ver con el mercado, con gente que ayudó a construir lo que Gadsby llama la máquina Picasso», explica Morris.

El trato

La exposición, en la que una sala muestra parte del especial de Gadsby en Netflix, no deja de confrontar el trato personal y artístico del malagueño a la mujer, «objetificada, sexualizada, sumisa». Explora las influencias, por ejemplo, de arte africano. Y subraya también una «historia de falsos opuestos», la lógica binaria (hombre mujer, blanco negro, rico pobre) que fue un gran motor en el siglo XX.

«Nadie es una sola cosa, y esta exposición tampoco lo es», insiste Morris, que defiende que la muestra aboga por los matices, algo que a menudo se pierde en un momento de debate enconado y radicalizado. Se puede leer, por ejemplo, a la artista Marilyn Minter, que hablando de Picasso dijo: «Tengo que pensar por separado (sobre el artista y el arte). Si no, no podría aprender nada».

El arte expuesto y su organización dejan el poso de otra idea, que también se lee en las paredes: «Admiración y rabia pueden coexistir». Y Morris es tajante: «Si quisiéramos cancelar a Picasso no haríamos una exposición sobre él».

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