Viñetas que construyen memoria

Las novelas gráficas sobre la Guerra Civil son medios idóneos para difundir la historia

Imagen de "Un médico novato"

Imagen de "Un médico novato"

Sandra Penelas

Su etapa formativa en EEUU y otros países y su experiencia de casi una década como profesora en la Universidad de Ámsterdam le permitieron constatar la escasa presencia de la memoria de España en la discusión académica. Así que decidió contribuir a su difusión a través del estudio de la novela gráfica como vehículo para dar a conocer nuestra historia. Y, tras analizar en detalle cuatro obras publicadas entre 2005 y 2013, Carmela Artime ratifica su idoneidad como medio para transmitir y construir nuestro relato, además de constatar que todos los autores coinciden en la denuncia y el aspecto político aunque cada generación difiere en la manera de abordarla. Más emocional, en el caso de los hijos de quienes vivieron la contienda, y con un acercamiento intelectual en el de los más jóvenes.

“La novela gráfica es una forma muy eficaz de crear memoria y de hablar sobre el pasado y enmarqué mi estudio en el boom que se produce a partir del año 2000. Hay una influencia de este movimiento internacional, en el que destacan “Maus”, como referente sobre el Holocausto, o “Persépolis”, pero los autores españoles tienen una mirada hacia el perpetrador, intentan entender su evolución, y también hacia la Guerra Civil en el exilio, traspasando las fronteras”, enumera Artime algunas de las principales conclusiones.

Las cuatro novelas gráficas analizadas en el estudio en orden cronológico, según su fecha de publicación.

Las cuatro novelas gráficas analizadas en el estudio en orden cronológico, según su fecha de publicación.

Los títulos seleccionados son “Cuerda de presas”, una colección de historias de mujeres encarceladas tras la guerra de Jorge García y Fidel Martínez; “El arte de volar”, donde Antonio Altarriba y Kim cuentan la historia del padre del primero; “Los surcos del azar”, de Paco Roca, sobre el batallón La Nueve en Francia a través de las vivencias del republicano exiliado Miguel Ruiz; y “Un médico novato”, un relato de Sento sobre la vida de su suegro.

Artime ve en ellos la influencia de un autor previo al auge internacional de la novela gráfica sobre memoria, Carlos Giménez, creador de “Paracuellos”, considerada la obra maestra del cómic español, y también de “36-39. Malos Tiempos”. “Hay muchos aspectos de la estética y de cómo se acercan los autores contemporáneos a la memoria que ya están presentes en él”, apunta.

Carmela Artime, la autora de trabajo.

Carmela Artime, la autora de trabajo.

Esa “herencia” se ve muy clara en la intención de “incomodar” al lector, de no dejarlo indiferente: “Te ponen delante de la cara cuáles son las consecuencias y el sufrimiento que provoca la guerra. Estas novelas gráficas te enfrentan al dolor, las torturas y la muerte. Y, en cierta manera, te obligan a reflexionar. Yo recuerdo que cuando las leí me tocaron mucho”.

El propio formato, añade Artime, facilita esta reflexión. “En una película tienes menos tiempo, pero en la novela gráfica puedes ir hacia delante y hacia atrás. Muchas veces, el lector vuelve al dibujo vinculado al texto que te llamó la atención para pensar sobre él. El cómic ofrece una lectura fácil y efectiva en este sentido”, comenta.

La experta comenzó “Memory contruction in the contemporary graphic novels (2005-2015): the Spanish Civil War and its aftermath” mientras vivía en Ámsterdam y la finalizó en Pontevedra, su ciudad natal, adonde regresó tras la pandemia. El trabajo constituye su tesis doctoral bajo la dirección de Teresa Iribarren en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y fue calificada cum laude.

La denuncia de las novelas españolas las diferencia de otras obras extranjeras. “Marianne Hirsch desarrolla el concepto de la postmemoria, que tiene que ver con la manera en la que los traumas de padres o abuelos, sus experiencias enla guerra o la cárcel, persisten en los cuerpos y las cabezas de sus descendientes. Y una lectura atenta de “Maus” revela que es más un ejercicio del autor de entender cómo le afectaron las vivencias de su padre que de denuncia. Sin embargo, en “El arte de volar”, Antonio Altarriba trata de comprender el suicidio de su padre, pero también es una celebración de su vida, de querer ensalzarlo”, compara.

Imagen de la novela "Cuerda de presas".

Imagen de la novela "Cuerda de presas". / S. PENELAS

Y es en esta clara reivindicación política de las víctimas donde se ven las diferencias entre los autores españoles: “Los de segunda generación, los hijos de quienes vivieron la guerra y experimentaron la dictadura, ensalzan la vida de sus familiares. Los protagonistas son personajes reales. Y a través de esa celebración individual hay una denuncia colectiva. Mientras, los de tercera generación, menos apegados al aspecto transicional y con una asimilación de la democracia completamente diferente, lo hacen desde un punto de vista muy intelectual y con cierto alejamiento”.

Distancia generacional

Artime destaca cómo los propios creadores reflexionan sobre esta distancia generacional y pone como ejemplo el momento en el que el periodista que entrevista a una de las protagonistas de “Cuerda de presas” piensa con insistencia en sus ganas de ir al baño mientras ella le relata sus crudas vivencias. “Es una señora muy mayor que está recordando cómo la torturaban a ella y a sus compañeras y, a pesar de la dureza de la historia, hay ese alejamiento”, añade.

También Paco Roca aborda esta distancia en “Los surcos del azar”. Su álter ego y Miguel Ruiz ocupan viñetas enfrentadas en la página durante una entrevista para subrayar esa diferencia generacional y las palabras de uno invaden el espacio del otro. “No se entienden. Hay una falta de comprensión mutua por las diferentes experiencias y expectativas”, comenta.

La entrevista de Miguel Ruiz y el álter ego de Paco Roca.

La entrevista de Miguel Ruiz y el álter ego de Paco Roca.

Otra de las conclusiones de su estudio es la mezcla entre verdad y ficción que existe en las cuatro novelas. Aunque, de nuevo, también en este aspecto se perciben diferencias: “En la segunda generación hay un trabajo de investigación, sin duda, pero es, sobre todo, intrafamiliar. Y los recursos que utilizan los autores son documentos personales como cartas o fotografías que también incluyen en sus novelas. Sin embargo, los de tercera generación recurren mayoritariamente a libros académicos y a expertos”.